SOULLESS

Capitulo XX

La criatura cayó sobre mí clavándome sus garras en mi hombro. Mis ojos se abrieron con sorpresa a la vez que caía hacia atrás.

Mientras que un cuchillo no podía atravesarme, las garras de esta criatura parecían traspasar mi piel como pastel. Mi piel se quebró como cerámica a los costados de las heridas. Utilice el impacto de la caída para lanzar a la criatura que me doblaba el tamaño hacia atrás. Derrapó por el suelo con sus patas traseras y termino deteniéndose con la ayuda de las patas delanteras. No perdió ningún segundo y se dio la vuelta hacia Benjamín quien desesperadamente no lograba encontrar su varita dentro del bolso. Me quise mover para intersectarlo pero mi cuerpo no respondió y una quemazón se situó sobre mis hombros. Mi vista se detuvo en las garras que parecían tener residuo de un extraño tipo de baba. Aquello debía haberme afectado de algún modo. Mi mente voló sobre cualquier posible explicación pero aquella era la única. Aquella no era una bestia que haya visto o estudiado antes.

Por media fracción de segundo sentí como si mi corazón volviera a latir ante el miedo de que aquella criatura destrozara el cuerpo de la persona que me estaba ayudando. Pero para la suerte de ambos no me mantuve en ese estado lo suficiente como para no poder salvarlo.

Cuando las garras del monstruo estuvieron a centímetros de la espalda de Benjamín mi cuerpo golpeo el de él alejándolo del peligro por unos segundos.

Me arrodille con un pie y una rodilla en el suelo a los costados de su cuerpo. Benjamín giro sobre sí mismo y observo a nuestro atacante con un miedo que parecía calar hasta sus huesos.

Un gruñido emano del fondo de mi garganta, esperando su próximo ataque. Los colmillos estallaron en mi boca cuando el olor de la sangre de Benjamín entro por mi nariz. Funcionando como aceite para mi motor. Sangre fresca...

-Aléjate. – le dije a Benjamín concentrada en la criatura.

Esta sería la oportunidad perfecta para medir mis fuerzas sin necesidad de retenerlas. Sin preocuparme de lastimar a alguien. Podría... Los escenarios de aquella criatura siendo destrozada por mis propias manos y por fin muerta cruzaron mi mente. Mi pecho se hincho. Tendría justificación. Levante las comisuras de mis labios inconscientemente. Seria... puro.

La inmovilidad de Benjamín llamo mi atención y fue en ese momento cuando note que la criatura había logrado cortarle la espalda y ahora parecía no poder moverse. Por suerte no le había cortado justo en la espina.

La bestia emitió un gruñido de batalla y movió una de sus patas traseras, preparándose para atacar. Tendría que evitar sus garras a toda costa.

En un parpadeo que sentí en cámara lenta la bestia se abalanzó hacia nosotros. Golpee su pecho, lo agarre con ambos brazos bien estirados y apreté.

Hice fuerza con mis brazos hasta que sus huesos crujieron bajo mi abrazo. Escuche sus órganos reventar junto con el traqueteo de sus dientes atinando a devorar mi cabeza en un intento de liberarse.

Ya no eres la gran cosa. Pensé.

Un horripilante grito de agonía salió de su garganta antes de que terminara de aplastar sus pulmones y perforara el corazón. Cuando dejó de latir fue cuando me permití soltarlo.

Había visto aquella maniobra en una pelea con vampiros en la que Jacob había resultado muy lastimado y hubiera terminado peor si Alice no hubiera interferido. Observe el cuerpo con el torso abollado en el suelo, dudando de que fuera algún tipo de cambiaforma. De ser el caso hubiera vuelto a su forma humana, pero nunca paso.

Mi ropa quedo ensangrentada pero aquella sangre me daba repulsión. Tanto así que no tuve problema en ayudar con las heridas de Benjamín. El hedor a la sangre de aquella bestia me había quitado por completo el apetito y seguí así por el resto del día. Lo cual fue conveniente puesto que las botellas de sangre se estaban agotando.