Un Amor Imposible. Zuko & Katara

Capitulo 17. La Adivina

Por Crystal Violeta

Katara se levantó muy temprano, con la intención de hacer las paces con Zuko. En esta ocasión, Iroh preparó el té, mientras ella terminaba de cocinar el arroz. Cuando el grupo se reunió para comer, el ambiente era menos tenso.

Emocionado, Aang les explicó a sus amigos los progresos que había hecho con el control del fuego.

– Sabía que aprenderías muy pronto "pies ligeros" – dijo Toph – pero hace mucho tiempo que no practicas nada de Tierra Control. Creo que podría enseñarte unas cuantas técnicas avanzadas. Debes estar en condiciones para enfrentar al Señor del Fuego.

Aang y Toph fueron a practicar, igual que todos, a excepción de Iroh, que tenía que escribir varias cartas para sus amigos de la orden secreta.

Katara esperó a que todos se hubieran ido para buscar a Zuko. Lo encontró en un claro del bosque practicando una nueva técnica de control de fuego. El príncipe estaba de pie, rodeado por un círculo de fuego del que se desprendían enormes llamas en forma de tentáculos, que Zuko trataba de controlar con dificultad. Agotado por el esfuerzo, el fuego se desvaneció mientras el príncipe recuperaba el aliento.

– ¡Hey! esa técnica es como el pulpo de agua que le enseñé a Aang – dijo Katara, acercándose al príncipe, pero cuando vio su torso desnudo, cubierto con gotas de sudor que se deslizaban por sus músculos, sus mejillas se enrojecieron ligeramente.

– ¿Estabas espiándome? – preguntó el príncipe.

– No. Yo sólo pasaba por aquí, pero me sorprendió ver esa técnica. ¿Estabas copiando mis movimientos?

– Más o menos. Mi tío me dijo que inventó una técnica nueva observando a los maestros agua y cuando te vi atacando a los Dai Li con un pulpo de agua, pensé que podría imitarlo con fuego, pero el fuego es difícil de controlar. Manejar tantos tentáculos a la vez resulto ser más complicado de lo que pensé.

– Tal vez yo podría ayudarte. Nos serviría como entrenamiento y tú lograrías dominar esa técnica.

– ¿Eso significa que ya no estás molesta conmigo?

– Más o menos. Al principio me enojé mucho, pero ahora comprendo que los príncipes sólo se casan entre la realeza. Nunca con gente como yo.

– ¡Lo siento, Katara!, debí decirte la verdad desde el principio, pero no quería hablarte del compromiso porque temí que me odiaras.

– Bueno, pues no te odio.

– ¡Gracias! No sabes lo feliz que me hacen tus palabras.

– Espera un momento – dijo abruptamente – todavía tenemos un asunto sin resolver.

– ¿De qué estás hablando?

– Hablo de nuestro encuentro con los piratas. Aún no te perdono que me hubieras atado a un árbol.

– Fue para protegerte de los piratas – Katara se cruzó de brazos y lo miró inquisitivamente – Está bien – dijo Zuko con resignación – ¿Qué puedo hacer para compensarte?

Katara sonrió traviesamente...

En La Roca Hirviente, Azula salió de una de las celdas más oscuras que estaban en el último piso de la prisión. En sus ojos había más odio que de costumbre.

– ¿Cuando nos iremos de aquí? – preguntó Mai – detesto este lugar.

– Eso es lo que me agrada de ti – dijo Azula con frialdad – que odias a todo el mundo, igual que yo.