v. mentora

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—Bueno, aquí es

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—Bueno, aquí es.

Steve Rogers me acompañó hasta la entrada de la torre.

El camino hacia aquí no había sido de lo más confortable que digamos. Luego de nuestra pequeña charla y presentación, ninguno de los dos supo que más decir, después de todo, no nos conocemos como para establecer una conversación interesante. Así que simplemente nos limitamos a caminar el uno al lado del otro a una distancia bastante prudente, mientras de vez en cuando nos enviábamos alguna que otra mirada de reojo cargada de curiosidad; Steve me parecía un caballero por haberme ayudado con mis cosas y por acompañarme hasta la torre, sin embargo, él seguía siendo el gran Capitán América, y eso seguía intimidándome un poco.

Pero la conversación que había tenido con mi abuela antes de salir del departamento llegó de pronto a mi mente. Debajo de todas esa fechada del Capitán América y enormes músculos sólo era Steve Rogers, un hombre común y corriente del cual no tenía motivos por los cuales temer.

—Gracias por acompañarme —menciono con mis ojos vagando con curiosidad por lo largo de la gran torre. Es realmente inmensa, con incontables ventanas y, según calculo, más de diez pisos.

—No fue nada. —Steve se encoje de hombros, restándole importancia alguna—. De todos modos yo también venía hacia aquí.

—¿En serio?

—Si, vivo aquí.

—¿Señorita Williams?

Antes de que pueda seguir intercambiando palabras con él, una mujer alta y uniformada se acerca a nosotros y pronuncia mi apellido, llamando mi atención y haciendo que voltee a mirarla en un santiamén. Es delgada y su cabello castaño lo trae recogido hacia atrás, dándole un toque elegante y serio a la vez.

—Que bueno que llegó. —Me ofrece una pequeña sonrisa cordial—. Mi nombre es Maria Hill. Fury aguarda por usted en su oficina.

—Oh, gracias. —Asiento hacia Steve en modo de despedida y, luego de recibir un gesto similar por su parte, muevo mis piernas hacia la mujer, quien enseguida comienza a conducirme dentro del edificio.

Una vez dentro, me quedo inmóvil con todo lo que me rodea. Tecnología de primera, computadoras y aparatos que ni siquiera conozco, personas de traje y uniforme moviéndose de un lado a otro y decenas de escaleras mecánicas y ascensores que conducen hacia quien-sabe-donde. Cosa que miro, cosa que me deja boquiabierta. Con curiosidad, me pregunto entonces de los sueldos de cuántas personas S.H.I.E.L.D. será el encargado. Seguramente muchas y eso, de hecho, me incluye a mi también.

—¿Señorita, viene?

Asiento instantáneamente con mi cabeza y troto hacia Maria Hill, sintiéndome avergonzada por haber demostrado mi asombro como una tonta frente aquella mujer. Ni siquiera quiero imaginarme lo debe ella estar pensando en este momento sobre mi, aunque algo me dice que se estará preguntando como diablos hará Nick Fury para transformarme en un miembro ejemplar de los Vengadores. La distracción probablemente será una de las características típicas en mi que tendré que empezar a controlar.

OUTSIDE THE DARK ― steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora