xx. reunión entre amigos

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Al llegar a la torre, cada uno se va por su camino

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Al llegar a la torre, cada uno se va por su camino. Rogers se excusa diciendo que tiene que encargarse de unos temas personales, pero no me es demasiado difícil darme cuenta que en realidad lo que quiere es un poco de su propio espacio. Y yo no iba a negárselo, no después de ver su reacción ante el pequeño viaje al pasado que habíamos dado. Comienzo a pensar que tal vez no ha sido buena idea insistirle tanto en que me llevara a aquel museo, quizás aquello era algo que prefería mantener para él, y ahora que casi inapelablemente sé acerca de «Bucky» espero que eso no afecte en nuestra relación.

Porque a pesar del pequeño momento incómodo, la había pasado de maravilla junto a él. Desde que había llegado de Verona que venía planeando ir a recorrer algún lugar, pero estaba tan ocupada con mis análisis y entrenamientos que casi no había salido de la torre. Un museo del Capitán América definitivamente no fue mi primera opción, pero la visita guiada por Steve fue suficiente para alejar cualquier rastro de aburrimiento.

Ni bien entro a nuestro piso, me doy cuenta que me encuentro sola. No se oye el ruido de ningún tipo de movimiento y todo se ve tal y como había quedado cuando Steve y yo salimos a la calle. Mi estómago comienza a hacer notar que la falta de alimento lo está afectando, así que lo primero que hago es ir a la cocina y prepararme un sándwich de jamón y queso. Bajo la comida con un jugo de naranja y enseguida me dirijo a mi habitación y preparo ropa limpia para tomar una ducha y quitar cualquier rastro transpiración que había quedado adherida a mi piel luego del poco entrenamiento que había hecho.

Una vez que salgo del baño, ya aseada y con el cabello semi humedo, caigo en cuenta que no tengo nada interesante para hacer. Tal como me había informado el capitán, Natasha se fue a una misión de emergencia junto a Sam y Clint, tengo la certeza de que Sheila aprovechó el momento para salir con Larry, y de los demás sólo sé que no están disponibles para pasar el rato conmigo. Así que busco entre los pocos libros que traje de casa y tomo uno (podría decirse que ya me los sé a todos prácticamente de memoria, pero luego me haré una espacio para ir a una librería por uno nuevo), dispuesta a recostarme en mi cómoda cama y releerlo. Pero entonces una voz electrónica interrumpe mis actos.

Señorita Williams, el doctor Banner requiere su presencia en el laboratorio.

—¿Ahora? —pregunto tontamente.

Así es, Señorita Williams.

—Bien. Gracias, Jarvis.

No hay porque, Señorita Williams.

No estoy segura si agradecer al cielo o lamentar tener que dejar el libro sin siquiera poder empezarlo. Vuelvo a tomar mi móvil y lo meto dentro de mis jeans. Salgo de mi habitación y me adentro al elevador una vez más, para luego indicarle a Jarvis que me lleve donde Bruce. Ni bien las puertas metálicas se abren mi ceño se frunce al no ver a nadie más que al científico preparando lo que parece ser uno de los tantos aparatos con los que es costumbre verlo trabajar. Desde que he llegado no pasa desapercibido por mi lo casi desolada que se encuentra la torre, parece fin de semana.

OUTSIDE THE DARK ― steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora