viii. primer entrenamiento

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Me meto al ascensor y las puertas se cierran instantáneamente

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Me meto al ascensor y las puertas se cierran instantáneamente. Mi mirada vaga por el reducido lugar, buscando rastros de algún botón o interruptor pero no tengo éxito. Me siento algo perdida, sin saber que hacer... hasta que de repente, puedo recordar lo que hicieron Natasha y Maria para que el elevador se moviera. No estoy del todo segura si aquella "voz" me hará caso, pues apenas llevo un día aquí y dudo mucho que me reconozca, pero no pierdo nada con intentarlo. Carraspeo mi garganta y hablo.

—¿JARVIS?

Buenos días, señorita Williams —responde una voz electrónica en un santiamén— ¿Hacia el piso de entrenamientos?

—Si, por favor —sonrío, aunque no estoy segura de sí él puede verme. El ascensor comienza a moverse y, algo dudosa, vuelvo a abrir la boca—. Eh, ¿JARVIS?

¿Si, señorita Williams?

—Espero no incomodarte con esta pregunta, pero... ¿qué eres?

No puedo evitarlo, desde que había llegado a la torre lo que más curiosidad me ha causado es lo relacionado a aquella voz.

No se preocupe. Soy un sistema operativo creado por el señor Stark, estoy al cuidado de todo lo relacionado con la torre y para servir a cualquier vengador que necesite de mis servicios —me informa con su acento británico y masculino— Incluida usted, señorita Williams.

—Oh —balbuceo— ¿Hablas de Tony Stark? ¿Iron Man?

Tony Stark el exitoso multimillonario, empresario e ingeniero. También dueño y creador de la torre Avengers y miembro de los Vengadores.

—Wow —expreso mi asombro y suelto una pequeña risa, mientras el ascensor se detiene y las puertas de éste se abren—. Supongo que aún no tuve el placer se cruzarmelo, gracias JARVIS.

No hay porque, señorita Williams.

Sonrío nuevamente y muevo mis piernas avanzando en el nuevo piso en el que me encuentro. Éste está totalmente vacío, hay un largo pasillo en medio de una docena de habitaciones que me tomo el momento de revisar, buscando rastros de Natasha.

En la primera me encuentro con una fila de dianas donde, supongo, se practica arquería y la segunda está llena de bolsas de boxeo, cintas para correr y variedades de máquinas para hacer ejercicio. Recién en la tercera me topo con alguien. Se trata de una chica, se yase sentada en el piso, con la espalda recargada en un enorme cuadrilátero que hay en el centro de la habitación. Asomo mi cabeza para observarla mejor y mis cejas no tardan en juntarse al ver lo que la muchacha hace; unos cubos de madera levitan en el aire mientras que ella mueve sus manos de una manera extraña, y un brillo azulado desprende de éstas, como si fuera la causante de que esos objetos se movieran de esa manera.

OUTSIDE THE DARK ― steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora