Engañada...

244 13 0
                                    


  *+*+*+*+*+*+*+


-¡Angie!- escucho desde afuera de mi habitación.- ¡Teléfono!


Dejo para después lo que estaba haciendo y salgo de mi habitación para tomar el teléfono que Jose lleva en la mano esperando a que yo lo tome. Lo miro fijamente y sabe a lo que me refiero. Así que el se va a la sala y continúa mirando televisión. No ha hecho ningún movimiento que me avise que escuchará la conversación desde la otra línea.
Está madurando. Ya no le interesan mis conversaciones "inmaduras". Ya le tengo más confianza y además está saliendo con alguien. Eso es bueno, para los dos incluso.
Entro de nuevo en mi habitación y me siento en el piso.


-¿Hola?- pregunto naturalmente-
-Hola Angie ¿Cómo estás?- era una voz que nunca había escuchado por teléfono...- Eh... ¿Angie?
-Ah, lo siento. Hola Francesca – tuve que pasar saliva después de pronunciar su nombre.- ¿Qué pasa?
-Necesito platicar contigo, dado a que eres la única amiga que sabe cosas de Nicola... ya sabes.- suspiró- Sheyla no me quiere decir mucho que digamos, es más, no dijo nada.
-¿Qué quieres saber?- de seguro una táctica para hacer que regrese con ella-
-No, no puedo así por teléfono.- se oía apurada- Tengo práctica de baile. ¿Paso por ti en una hora? No puedes decirme que no. Por favor.
-Está bien, esperaré afuera para que no tengas que subir.- La verdad era que no quería que se topara con Nicola.- Hasta entonces.
-Muchas gracias- se escuchaba más aliviada- Nos vemos. ¡Adiós!


Sea como sea... hay una cosa que admiro de ella: su capacidad de conseguir siempre lo que quiere.
Suspiro muy sonoramente y me levanto del piso. Salgo de la habitación para dejar en su lugar el teléfono, paso por algo a la cocina y regreso a mi habitación para elegir que ponerme. Es uno de esos días en los que por más que estés aburrida en tu casa, no quieres salir, ni hacer nada para mejorar tu estado de ánimo. Abro el clóset y elijo un pantalón azul con una blusa blanca abotonada. Unos zapatos a juego y estoy lista. No creo que sea algo importante, la verdad. Por lo mucho nos tardaremos una hora.
Dejo que pase la hora que me resta mientras cuido a Adriano. Hago que se duerma y cuando menos lo espero, miro el reloj y ya es hora de bajar y encontrarme con Francesca.
Bajo los escalones lentamente, mientras escucho música con los auriculares. Me tardo una eternidad y por fin llego al piso de abajo, donde puedo ver que el auto de Francesca está estacionado al frente, la miro a ella. Se está viendo por el retrovisor y se aplica brillo labial repetidas veces. Será una tarde larga. Suspiro de flojera y toco la ventanilla, la asusto, aunque finjo que no me di cuenta de ello. Quita el seguro a las puertas y me deja entrar. Me recibe con una sonrisa muy amable.


-Hola Angie- me dio un abrazo, como se podía en el auto- Perdón por el retraso.


Uf... y yo quería tardarme más.


-¿Te apetece ir por algo de comer?- dijo mientras encendía el auto.- lo siento, es que muero de hambre.
-No, no importa. Vamos- ¿Qué mas me queda?-


Condujo por varios kilómetros y aparcó en mi restaurante favorito. El de la vez que nos encontró a Nicola y a mí desayunando para arruinar el día.


-¿Ordenarán?- nos preguntó una mesera después de haber escogido una mesa a lado de la ventana-
-Si, eh... -dudó un poco- Quiero la ensalada por favor.


Típico.


-¿Y tú?- me preguntó ella- Vamos Angie, no me dejes comiendo sola.
-Está bien.- suspiré por vez número mil- Un helado de chocolate por favor.
-Angie- dijo ella al cerrar la carta- ¿Sabes? Siempre te he tenido algo de envidia.


Que bueno que no traigo nada líquido en la boca, de lo contrario... escupiría.


-¿De qué hablas?- la miro extrañada.- Yo solo soy... bueno... yo.
-Por eso.- tomó mis manos por encima de la mesa.- Yo tengo que complacer a muchas personas porque saben que yo... bueno, tiene un prototipo de "chica ideal". Según ellos yo lo soy. Y no creo que sea verdad.
-¿Ah no?- empezamos a hablar de ella...-
-No.- miró hacia ambos lados.- Aunque no lo creas... tengo que esforzarme al máximo por no subir de peso. Es decir... míranos. Tú con tu helado de chocolate y yo arañando por una ensalada sin sabor a nada.
-¿Sabes? No por romper las reglas una sola vez, vas a cambiar el curso de todas las personas que piensen en ti.- traté de no parecer obvia- Puedes darte tus libertades Francesca. Puedes hacer cosas por ti, no por lo que las personas digan.
-¿Cómo puedo hacerlo sin ser juzgada?- sus ojos comenzaron a cristalizarse- Es difícil salir de un problema una vez que has entrado.
-Difícil pero no imposible- alcé la mano- ¡Disculpe!


La mesera se acercó con mirada amable


-Una hamburguesa con papas fritas para ella. Cancele su ensalada- dije con una sonrisa.- Así de fácil.
-Eres increíble- sonrió mientras la camarera se alejaba.- Resuelves los problemas como si no fuera tan complicado.
-Esto no es complicado- dije- Claro que tengo problemas. A montones, y huyo de ellos porque es más fácil que tratar de resolverlos. Vamos... ¿Quién no huye de sus problemas?


Y así estuvimos todo el tiempo. Discutiendo de nuestros problemas, con lágrimas algo cohibidas que salían sin querer. Tenemos mucho en común. Evité hablar de amor, porque es lo que más tenemos en común.


-¿En serio lo hiciste?- pregunté interesada después de su anécdota en Disney Landia.- Odio esos juegos.
-Yo igual, así que traté de esconderme detrás de mucha gente, me encontraron y me obligaron a subir. Ya imaginarás como estaba.


Hiso una cara graciosa y movió su brazo tan rápido que casi tiraba su soda.


-Ups...- rió- Menos mal que la comida me la había terminado ya.


De regreso a casa, íbamos escuchando música que a ambas nos gustaba. Cantábamos y reíamos como dos viejas amigas. No lo puedo creer.


-Gracias por una tarde tan genial- dije al salir del auto- Nos vemos. Adiós.
-¡Espera!- ella bajó también- Olvidé para lo que te invité a salir. Bueno... pongámonos serias. ¿Pasa algo con Nicola?
-¿Por qué?- en serio... ¿por qué? ¿Nos descubrió? ¿Quiere regresar con él?- No... nada del otro mundo es solo...
-No me ha llamado en días.- me interrumpió- No se si se molestó, no sé nada...
-Espera.- no lo puedo creer- ¿Siguen saliendo?
-Si, pero me temo que el la importa muy poco eso.- se vi triste- Angie no tienes idea de cómo lo amo. Y que no me haya llamado, ni siquiera me ha dicho si seguimos o no. Me lastima. ¿si lo ves le dices por favor que me llame? Necesito dejar las cosas claras.
-Sí. Claro...


Me sentía una completa tonta. El no había terminado con ella, no habían quedado en nada y aún así se atrevió a decirme que no había nada. Que todo estaba bien... me hizo creer en él. Le di todo de mí, todo lo que podía haberle dado. Todo.
Ni siquiera me despedí de Francesca y subí corriendo las escaleras. Al llegar al piso de mi apartamento, miré en el espejo de la pared como se me había corrido el maquillaje. Lágrimas negras de nuevo. Lágrimas de dolor.
Sin hacer mucho ruido entré a la casa y evadí las preguntas de Jose y de mamá. Entré a mi cuarto lleno en penumbra y cerré la puerta. Solo las luces de la calle entraban. Me metí entre las sábanas de mi cama y me quedé ahí hasta que se me fueron las fuerzas, hasta de existir.


Continuará...  

The Story Of Us ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora