Me encuentro viendo una película con Megan en la sala de estar, llegó con Christian hace una hora pero minutos después Christian y mamá salieron al supermercado. La verdad conozco hace poco a Megan, pero estar con ella es cómodo, es chistosa y amable, agradezco que tenga esta personalidad que complemente con la mía. No reímos de algunos diálogos de los personales de la película, y luego me dan las ganas de hacer palomitas, tenemos golosinas y sodas, pero mi apetito quiero ahora palomitas.
─Iré a la cocina hacer palomitas─ le digo sonriendo viéndola roja como un tomate por estar riéndose, es muy risueña. Me pongo de pies y escucho que tocan la puerta.
─Yo hago las palomitas, me gusta hacerlas, ve a ver quién es─ me dice poniéndose de pies y verla irse entusiasta a la cocina, camino hasta la puerta y la abro, es Sebastián que me mira avergonzado, creo que debo acostumbrarme a sus visitas no esperadas, si sigo sumándole motivos para enojarme, creo que me volveré anciana antes de tiempo. Pero recuerdo la charla que tuve anoche con mamá, nada de guardar resentimientos y seguir adelante, dejare de mirarlo como el enemigo, sé que será difícil ceder, pero hare el intento sin dárselo a demostrar.
─Hola─ me saluda algo intimidado, ahora que lo veo de esta forma, me doy cuenta que seguro espera de mí siempre ráfagas de palabras enojadas, en que persona me convierto cuando me enojo.
─Hola─ digo soltando un suspiro, se sorprende por como sueno.
─ ¿Puedo pasar?─ pregunta, en total silencio le doy entrada a la casa, creo que calladita me veo más bonita, cuando entramos a la sala de estar escucho como Megan está cantando una canción de Rihanna, le indico que tome asiento y niega mirándome.
─Vine solo a traerte tu regalo de graduación, espero que te guste─ me dice agachando la cabeza de forma tímida, saca de su bolcillo de chaqueta una caja cuadrada plana de color rojo vino, con un lazo del mismo color, me lo entrega y niego mirando el detalle, cruzo los brazos antes de posar mis ojos en los suyos, los de él buscan la manera de descifrarme.
─Si crees que te vas a ganar mi perdón comprándome regalos estas muy equivocado─ le digo muy seria y su rostro cambia por una de decepción.
─No es así, quiero darte este detalle porque te lo mereces hija─ murmura cabizbajo.
─No quiero nada de tu parte, gracias por el regalo pero no lo aceptaré─ susurro algo molesta, me quedo quieta cuando se pone de pies llevando una de sus manos a la cara como si estuviera asimilando que haga lo que haga no me va a satisfacer.
─Eres muy terca─ me dice con una sonrisa, suena como si fuera un orgullo que lo fuera─ Sabes a quien me recuerdas─ me dice observándome.
─No.
─A mi difunto padre, era así como tú, terco y arrogante─ me expresa pensativo─ Cuando se molestaba era mejor alejarse o podría ponerse peor, intentaba justificarme y para él no era más que suficiente, tu naciste con su mismo genio, es ver a mi padre reflejado en ti─ me dice con una sonrisa de lado, me quedo procesando lo que acaba de decir.
─No te creo─ tartamudeo y odio hacerlo, tenerlo cerca me resulta algo intimidante, quien diría que después de muchos años estuviera aquí, frente a mí.
─Me iré, pasa buenas noches─ se despide amable, lo veo salir de la sala y escuchar como la puerta es cerrada indicándome que se ha ido. Sigo procesando el hecho que vino a mi casa a traerme un regalo y que me acaba de decir que me parezco a mi abuelo, perfecto, demasiada información en unos cortos minutos. Cuando bajo la mirada, me encuentro con el regalo en la mesita de los sofás, no se lo llevo consigo, lo cojo rápido con la intención de entregárselo, cuando voy rápido a la puerta y la abro, ya no hay rastros de él.
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Solo Tuya
RomansaAna Hamilton, una chica de diecisiete años rodeada de amor de madre y amigos, es reservada con sus sentimientos y la razón es por el miedo hacer abandonada o rechazada como lo hizo su padre cuando apenas era una niña, a pesar que tiene personas a su...