Han pasado tres semanas en las que he estado vuelta una mierda literal, con mucho cansancio, dolor de cabeza y ni siquiera estoy comiendo bien como quisiera, porque todo lo que como es expulsado por mi pobre garganta, no puedo creer que reírme de Venus por el virus que le dio cuando me explicaba lo pésimo que le dio, ha sido devuelto para mi. Después de esto prometo no reírme de una situación como esta que tenga Venus, por lo visto su castigo ha sido cumplido, se lo hago saber por celular ahora que estoy en mi oficina, vine a trabajar creyendo que estaba mejor, y no, sigo con el virus estomacal matándome. Ese virus es un bipolar, cuando creo que estoy mejor, vuelve a burlarse cuando menos lo espero.
─ ¡Esto es horrible Venus!─ le digo sintiendo el sudor correr por mi frente mientras tengo una mueca plasmada en mis labios.
─ ¡Lo sé!... eso fue una atrocidad en mi pobre precioso cuerpo─ me dice, hay viene con su ego que la caracteriza, me rio imaginando su cara en este momento.─ Fuiste a la farmacia a comprar lo que te dije, esos medicamentos me sanaron viva Dios─ escucho a alguien preguntarle algo─ Te alcanzo en un momento, dame un minuto por favor─ le habla a alguien─ Dime, compraste los medicamentos─ vuelve hablarme.
─Si, pero parece que no quiere curarme igual de rápido─ digo pasando un pequeño pañuelo por mi frente, hago una mueca cuando tengo esta necesidad de vomitar, pero de inmediato cojo el vaso de agua y tomo un poco calmando la sensación.
─ ¿Y Eliot como te ha tratado?─ me pregunta, apuesto que está sonriendo. Eliot ha estado muy pendiente de mi, no me puedo quejar en nada, esta al punto lo sé de llevarme a una clínica en contra de mi voluntad, hoy le mentí diciendo que me sentía mejor, dudo un poco pero lo convencí. Ya está preocupado.
─Está preocupado, ya quiere llevarme a una clínica─ le digo riendo.
─Lo vas a matar joven─ me dice acompañándome en la risa─ Cariño hablamos en un rato, tengo que trabajar─ me avisa.
─Está bien, cuídate─ me despido sonriendo antes de colgar.
Las horas se fueron volando y la hora de irme llego, me despedí de Sebastián pidiéndole que me le dé saludos a Tania y a Erick quien pronto tengo que ir a ver, esta grande, cumplió sus nueves años hace un par de semanas, sigue siendo el mismo niño cariñoso que se ganó mi cariño e inteligente desde que lo conocí. Por suerte me siento un poco más aliviada, voy rumbo a la casa de mamá, tengo estas ganas inmensas de verla, no duro mucho en llegar, el tráfico no estuvo de lo peor. Cuando entro en la casa al primero que me encuentro es a Christian, que me sonríe a todas anchas cuando me ve entrar.
─ ¡Ana!, qué bueno verte─ me saluda dándome un abrazo, le sonrío alegre de verlo.
─ ¡Hola!, lo mismo digo querido Christian─ nos dirigimos a la sala adonde mamá se encuentra viendo televisión, cuando nos ve entrar se levanta rápido del sofá y viene a estrecharme en sus brazos feliz.
─ ¡Mi bebé!─ me dice antes de besar mi mejilla, me toma de la mano y me hace sentar a su lado en el sofá.
─Mamá, ¿Cómo estás?─ le digo sonriendo, se me queda viendo y frunce el ceño.
─Mejor que tú por lo que veo─ me dice tentándome con el dorso de su mano la frente─ ¿Por qué pareces pálida?─ me pregunta.
─Tengo el virus estomacal, pero me siento mejor─ le digo con una sonrisa, suspira.
─Te hare un té─ me dice poniéndose de pies─ Cariño, ¿A qué hora vas a ir al supermercado?─ le pregunta a Christian que se estaba arreglando el cuello de su camisa.
─Ahora amor─ le responde sonriendo, se acerca y le da un beso en la mejilla y se despide de mi igual, lo vemos salir de la sala y escuchar la puerta cerrarse indicando que salió.
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Solo Tuya
RomansaAna Hamilton, una chica de diecisiete años rodeada de amor de madre y amigos, es reservada con sus sentimientos y la razón es por el miedo hacer abandonada o rechazada como lo hizo su padre cuando apenas era una niña, a pesar que tiene personas a su...