Capítulo 30

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Después de haber andado unas cuantas tiendas comprando cosas útiles con mamá, estoy muerta del cansancio, gracias a los cielos vamos camino a la casa ¡al fin!, quiero darme un rico baño para relajarme para dormir un poco. Lo que me tensa mucho es la actitud de mamá, está muy nerviosa, en una tienda casi rompe algo costoso por estar pensando no sé qué cosa, me preocupa, le he preguntado qué le pasa mientras solo me responde "estoy bien cariño" "creo que la tensa eres tú", así que deje de preguntarle. Al llegar a la casa veo un auto lujoso de color negro estacionando, frunzo él ceño mirando a mamá, se tensa saliendo del auto no dejándome preguntar.

─ ¡Mamá!─ le llamo quitándome el cinturón de seguridad, salgo del auto sin sacar las bolsas de la compra para saber que sucede y quien está en la casa para que saliera dejándome con la palabra en la boca. No tengo que abrir la puerta de la casa porque mamá la dejo abierta, entro escuchando voces de un hombre dirigidas a mamá.

─ ¡Que haces aquí!─ le exclama mamá a quien sea que se dirige.

─ ¡Aurora te lo avise!, dije que vendría no te sorprendas─ le responde, frunzo el ceño─ ¿Dónde está Ana?─ le escucho preguntar, entro en la sala viendo a mamá con los ojos cristalinos que me miran.

─Mamá─ hablo preocupada, el hombre al escucharme se tensa, lo digo porque su postura cambia, es alto y su cabellera tiene muchos mechones blancos, se ve un hombre que aunque lo esté viendo de espalda por como viste se nota que es un hombre adinerado. Este se da la vuelta y cuando tengo la vista de su rosto tengo que llevar las manos a la pared porque la impresión me golpea literal para hacerme perder las fuerzas.

─Dios es ella─ dice ahogando un suspiro ahogado, tiene sus ojos cristalinos observándome, es como si no supiera si acercarse o que hacer mientras solo lo miro conmovida. Todas estas emociones tristes que siempre trato de evitar me tienen acorralada, siento que el aire me falta, cierro los ojos con fuerza, solo es una pesadilla Ana, no seas paranoica, este hombre no está aquí, relájate, vives con tu mamá, y tienes tu vida muy bien para que tengas una pesadilla tan real de desmentir. Abro los ojos y lo veo más cerca con la intención de abrazar, le detengo con mi mano como si su cercanía doliera, como se atreve a venir a estas alturas de juego, no le necesito, talvez cuando estaba pequeña le necesite pero ya no, le dije a mamá que le dijera que no quería verle, no sé por qué él está aquí. No debería soltar una lágrima por él, miro a mamá que se encuentra llorando avergonzada sentada en el sofá, sabe perfectamente como son mis sentimientos hacia esta persona. Alzo la barbilla para mirar a Sebastián quien tiene sus ojos azules llorosos mientras me mira.

─ ¿Qué hace este hombre aquí mamá?─ le pregunto molesta mientras voy donde está, no se digna siquiera en mirarme a la cara, esta devastada.

─Ana... lo siento─ la escucho decir en un susurro, me sale un risa irónica, la verdad me sorprende la actitud que tengo, no es que no tenga ganas de gritar ahora mismo, pero todo esto es demasiado para mí como para llorar. Si mamá ahora esta vulnerable, yo debo ser la fuerte.

─ ¡Dile que se vaya!─ mascullo molesta.

─ ¡¡hija!!─ lo escucho decir a él, me paralizo con solo escuchar su voz gruesa mencionar esa palabra que no debería decir. Él no es mi padre, esa palabra no le llega ni a los talones. Lo miro molesta y herida.

─ ¡¡HIJA!! ESO ES LO QHE VIENES A DECIR─ le grito indignada.

─Ana solo tienes que escucharme, permíteme conocerte, quiero enmendar mi error─ me expresa.

─ ¿Escucharte?... Acaso fuiste diagnosticado con una enfermedad incurable que te han llevado a querer enmendar tu error para no irte al infierno─ le insulto, su cara palidece sorprendido.

Solo TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora