III. Daniel Loves Nikki.

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El lugar estaba lleno, y Nicole no podía ni desplazarse por el lugar sin rozar involuntariamente una parte de su cuerpo con el cuerpo de alguien más. Paige solo reía por lo bajo ante la timidez de su nueva amiga, y Nicole no hacía más que hacer un mohín nervioso mientras se desplazaba por el lugar. Por fin llegaron a la casi interminable fila donde todos esperaban sus cafés.

Nicole suspiro, una vez más su torpeza le salía en cara. Naturalmente, las mujeres con esa belleza elegante y seductora eran tan clásicas y educadas. Pero, como siempre, ella rompía el cliché de la mujer elegante. Siendo una mujer torpe e hilarante.

— ¿Te metes mucho en problemas, no es así? —La voz de su compañera se oyó, llamando su atención.

—La verdad es que...sí. —Respondió—. Ya sea por mi carácter débil o por el hecho de que tengo a un montón de idiotas encima todo el tiempo.

—Así que, ¿las hormonas masculinas te distraen?

—Me entorpecen, mejor dicho.

Paige sonrió de soslayo, mientras Nicole miraba como poco a poco la fila se iba acortando.

— ¿Qué paso con el idiota del bar? —Preguntó Paige.

— ¿Randy? No ha vuelto a llamarme. Tampoco es como si quisiera que lo hiciera.

—Posiblemente lo hace después. Sospecho que ningún hombre aguanta mucho lejos de ti.

—Si supieras que no. Naturalmente cuando tardan mucho en obtener lo que quieren, se marchan.

Paige suspiro.

—Los hombres apestan.

—Dímelo a mí. —Rió Nicole.

La fila fue avanzando poco a poco, y el dúo de féminas se acercaba más y más a su destino mientras conversaban sin parar sobre cosas de la vida. Hasta que llegaron justo en frente de la caja registradora.

Paige le sonrió al hombre de barba castaña, el cual le miraba con una sonrisa bastante amigable. Nicole, sin embargo, desplazó su vista hacia abajo, mirando como aquella repisa daba a enseñar los más deliciosos postres. El hombre miro a Nicole, y le sonrió con ternura.

—Ese es un cupcake de queso crema y fresas. Es muy rico. —Comentó el castaño, sonriéndole de soslayo a la castaña.

Nicole sonrió. Naturalmente nadie, más que todo de la población masculina, era agradable con ella. Todos eran toscos y solo se acercaban para sus propios fines sin importar la dignidad que Nicole tuviera y que temiera perder. Era un asco.

Cualquiera creería que la vida de una rompecorazones era sencilla. Y lo era. Pero la vida de una rompecorazones que debía fingir ser heterosexual no lo era. Si tan solo hubiera salido antes del clóset...

La mano de Paige chocó contra la madera de la repisa, llamando la atención del dúo de castaños. Con una sonrisa satírica y contagiosa, ella hablo:

—Venimos por un café... —dijo ella—. ¿Nos das uno?

Nicole agradeció mentalmente a Paige, al menos la mirada cursi del hombre ya no estaba sobre ella. Después de un rato, el café estaba en la mano derecha de Paige y una sonrisa en su cara mientras las dos se despedían del castaño.

Sin embargo, el hombre llamó a Nicole, haciendo que ella volteara. Nicole sonrió de soslayo al ver como el hombre de barba castaña estiraba aquel cupcake hacia ella.

—Es un regalo. —Murmuró él.

—Gracias, tesoro.

—Me llamo Daniel.

—Un placer, Daniel. Soy Nicole.

La castaña tomo aquel postre, para después sonreírle en despedida al castaño. A penas retomó su posición al lado de Paige, esta le arranco gran pedazo de cupcake, para después metérselo en la boca.

— ¡Oye! —Se quejo Nicole.

—Uhm...la vida es deliciosa cuando eres bonita. —Hablo ella, con la boca llena.

—La verdad es que no. —Rió Nicole, limpiando el poco de queso crema que se mantenía en la mejilla de Paige.

Nicole sonrió enternecida, para después alejar su mano. Paige, después de tragar, sacó un bolígrafo de su bolsillo y colocó su mano cerca del pecho de Nikki. La rompecorazones no tardó en sonrojarse.

— ¿Qué haces?

—Te doy mi número. —dijo ella, parando de escribir sobre el pecho izquierdo de Nicole—. Llámame cuando algún hombre te moleste. Iré a defenderte, rompecorazones.

Nicole rodó los ojos y rió, siguiendo a Paige a las afueras del local.

Boys Loves Nikki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora