Secretos de Guerra

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No podía verla así.

No a la mujer que me había hecho sentir vivo alguna vez, quería acariciarla de nuevo y decirle que esas lágrimas yo las secaría una vez más, quería escucharla reír, que ella sintiera que todo estaría bien, mientras que en mis brazos ella se relajaba hasta que ya no dejara escapar ninguna lágrima; quería darle las gracias una vez más por estar conmigo y por haberme esperado.

Pero mis emociones llegaron obstruyendo cada intento que daba por estar con ella, al ver que ese ataúd de madera oscura cada vez se alejaba de ella y yo dentro de él tan cerca y a la vez tan lejos , no lo podía creer ella no merecía esto.

Familiares, amigos, y la persona que mas amaba, tiraban rosas blancas mientras yo me hundía en un inmenso hoyo negro, sentía estar vivo, yo no me sentía muerto. 
Solo quería regresar y comenzar de cero, haciendo que esa fatal escena no se repitiera de nuevo. 


Gritaba implorando a las personas que enterraban todos mis sueños rotos, ilusiones y amor a un vacío que se detuvieran, que yo aun seguía vivo. Todavía tenía mucho que vivir. 

Pero estas personas, no podían escuchar ni una palabra que salía de mi boca, es más, nadie las podía escuchar. 

La triste realidad llegó a mi, cuando vi que uno de los soldados con los que había pasado gran parte de la guerra le dio a mi amada una bandera de nuestro país, finamente doblada, un recordatorio, que por honrarla, me costó mi propia vida, rompiendo la promesa que yo le había hecho a ella, la mañana en la que se despidió de mi.

Ella era la persona que supo como amarme a pesar de todos los problemas que tuvimos.

De pronto mi vista se nubló tiñendo cada rincón como la más oscura y fría noche. 

No podía escuchar ruido, solo mis pensamientos dando vueltas,  mis suspiros acompañados de un cálido vapor.

Esa fue la señal con la que yo me di cuenta de que seguía vivo, que en verdad, podía estar reunido con todas esas personas una vez más. 

Pero, ni si quiera sabía en donde estaba. Ya no era el funeral. No era el cielo. 

Abrí mis ojos y me di cuenta de que yo, seguía en el infierno. 

Me levante rápidamente del frío suelo y dándole gracias a Dios, de que todo había sido un horrible sueño. 

Esa era la  pesadilla, que no quería que se hiciera realidad. 

Mi compañero se levantó al escucharme dándole gracias a Dios, sacándolo un poco de órbita, haciéndole preguntar "¿Y ahora qué es lo que te pasa ?" .

Yo, sin saber con que sentimiento responderle, sólo le dije, que era una pesadilla de la que tal vez un día le contaría.

Cuando iba a regresar a dormir, pequeños estallidos se escuchaban a lo lejos, y cada vez se acercaban más rápido. 

Gritos de guerra, perdición, dolor, valentía y amor a la patria se escuchaban al rugir de cada arma de fuego que era accionada.

Salí de la casa de campaña y se podía observar con claridad un ambiente en el que ningún hombre se quería encontrar en esos momentos. 

Esto, era la vida real, no eran juegos como Call of duty o Halo; era la más grande matanza que no podía imaginar. 

El ruido de los aviones bombarderos se acercaba rápidamente.

Secretos de GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora