Estaba parado frente al semáforo mientras esperaba a que éste se pusiera en verde. Eran más de las diez de la noche y aún no había llegado a casa. Éste había sido mi último día de vacaciones y me había pasado toda la tarde entrenando con mi equipo de fútbol.
Una vez llego a mi casa, dejo la moto en la puerta del garaje y me espero a que la puerta se abra. Una vez abierta, entro con la moto y me dirijo hacía mi plaza de aparcamiento. En ese momento solo pensaba en poder entrar por la puerta de casa y poder darme una ducha puesto que había estado toda la tarde entrenando y mi cuerpo ya empezaba a oler. Una vez entro por la puerta, saludo a mi madre que estaba en la cocina preparando la cena y, sin decir nada, pongo la ropa sucia a lavar y me voy al cuarto de baño para poder ducharme.
Al salir de la ducha, mi madre había preparado la mesa con dos platos de verdura y dos vasos de agua. Antes de sentarme a cenar, voy hacia mi habitación para ponerme algo de ropa ya que sólo iba con la toalla con la que había salido del lavabo. Una vez me he puesto el pijama, voy hacía el comedor y me siento en una silla justo al lado de mi madre. Mi madre y yo llevábamos solos desde los 3 años, desde el día en el que mi padre se fue de casa. Cuando eso pasó, mi madre y yo nos fuimos a vivir a un pueblo bastante pequeño a las afueras de Barcelona. Todo eso me había servido para hacerme ver una perspectiva de la vida diferente, siendo más independiente desde bien pequeño ya que mi madre había tenido que trabajar para salir adelante y yo me tenía que quedar solo durante el día. Pero eso era antes, ahora la situación era bastante peor: desde hacía dos años, mi madre había encontrado trabajo pero por su situación, se pasaba de lunes a viernes trabajando fuera, lo que hacía que yo me quedara solo entre semana.
En el transcurso de la cena, había estado bastante distante de mi madre. Cada vez que ella me preguntaba algo yo ni siquiera la escuchaba y era ella quien me tenía que dar un codazo para que le prestara atención. Cuando acabé de cenar, me levante y lleve el plato de la cena con los cubierto y el vaso en el que había bebido agua hacia la cocina para fregarlos y una vez acabado, los dejo escurriéndose para que se sequen. Al acabar de fregarlo todo, mi madre aparece con su plato y sus vasos y aprovecho ya que estaba para fregar sus cosas. Mientras estoy fregando las cosas de mi madre, veo como esta no se quita de mi lado y no me aparta la vista. Una vez acabado de fregar, esta me mira y se pone delante de mi para que no me vaya. Algo me decía que me iba a caer bronca y no sabia el porque.
-Iván no puedes seguir así. Llevas todo el verano sin hacer completamente nada, sin ni siquiera salir de casa nada más que para ir a entrenar. Yo no me quiero meter en tu vida pero soy tu madre y sabes que lo voy a hacer. ¿Estas así por Paula?
Mi madre como siempre tan oportuna. Al acabar de decirme eso, sin mirarla, salgo de la cocina y me voy hacía mi habitación. Ella se metía bien poco en mi vida porque me consideraba bastante maduro por todo lo que había pasado en estos años y en mis temas personales no se metía pero, cada vez que hablaba subía el pan. Paula es mi novia, bueno, más bien era. Habíamos estado juntos más de dos años pero, antes de empezar el verano, un día que llegue a casa cabreado, tuvimos una conversación estúpida y sin saber el porque, la dejé. Desde ese día había pasado mañana, tarde y noche arrepintiéndome por aquel estúpido día y no había día en el que no me acordara de ella.
Tenía que preparar todas las cosas para mañana, ya que empiezan de nuevo las clases y aún no tenía nada preparado. Cojo la maleta y empiezo a meter los libros que representan que me tocarían mañana a lo largo del día. Cuando he acabado de meter todos los libros me encuentro con la carpeta que había usado el año pasado, y al ver que prácticamente estaba nueva porque el año pasado no la había usado casi nunca, pues la cojo para meterla en la maleta. Al abrirla, encuentro algunos papeles del año pasado que directamente tiro a la papelera sin mirar si me harían falta y una vez que la carpeta esta vacía me encuentro con una pequeña carpeta de color negro dentro. Me acordaba perfectamente de esa carpeta y al abrirla recordé el por que: el interior estaba repleto de fotos mías con la que ahora ya era mi ex. Fotos de los dos años de relación. "¿Cómo se pueden guardar tantos recuerdos en tan pocas fotos?".
Eran ya tocadas las doce cuando me meto en la cama. Miro el móvil para contestar los mensajes que tenía y sin darle más importancia, puse la alarma para no quedarme dormido en mi primer día de clase y dejo el móvil encima de la mesita de noche. Antes de acostarme, como cada noche, siempre me quedaba mirando al oscuro techo de mi habitación cuando mi madre ya dormía y todo estaba a oscuras, y recordaba viejos momentos, de quien sino que de ella. Luego si, cerré los ojos y a duras penas me puse a descansar.
Por cierto me llamo Iván. Tengo 16 años y a partir de mañana empiezo mi primer día de bachillerato.
ESTÁS LEYENDO
Los hombres también se enamoran
Teen Fiction¿Qué pasaría sí un día llegas a casa de mal humor y te das cuenta de que algo a cambiado en tu alrededor, no sé, por ejemplo, que ha aparecido una vecina de la misma edad que tu en el piso de al lado y que te vuelve loco?