Iván
Estábamos llegando de camino a casa de Miriam cuando noto que alguien se apoya en mi espalda. Desde que habíamos llegado a casa, la chica había dejado su moto en el garaje y ambos nos íbamos con mí moto a cenar. Se había pasado el poco trayecto que hay entre mi casa y la de Miriam, agarrada a mí, apretándome hacía ella, cosa que casi hace que nos caigamos con la moto, pero me daba igual, al menos estaba de nuevo con ella. Aunque solo fuera una amistad, era más de lo que me hubiera esperado después de lo que pasó.
-Ya puedes separarte de mí –le digo a la chica cuando acabo de aparcar enfrente de la casa de nuestra amiga. - no me acordaba que eras tan pegajosa cuando vas de copiloto.
-Casi nos caemos, idiota –suelta la chica bajándose de la moto y dándome un golpe con el casco.
-Eso es mentira. Eras tú la que me ha agarrado tan fuerte que casi nos caemos. Claro... si no estuvieras tan enamorada de mí... - en ese momento la chica me lanza una mirada tan inquietante que lo único que puedo hacer es salir corriendo hasta la casa. Sabía cómo acababan estas peleas con Laia, y la verdad es que aunque me gustaran esas peleas, en este momento no podían ser.
Mientras me voy acercando a casa de Miriam para entrar, noto como Laia sigue mis pasos con la mirada mientras se acerca a mí. En ese momento, Miriam nos abre la puerta del portal desde el telefonillo y aprovecho para abrir, mientras una mano me sujeta la mía, cosa que hace que me tenga que parar y girarme.
-Antes de que subamos, ¿En serio soy la única enamorada aquí? –suelta mirándome con una de sus sonrisas pícaras que tanto echaba de menos.
-Puede ser. –digo siguiéndole el rollo. - vamos, va, que nos están esperando.
El camino hacia el ascensor y mientras subíamos por él, ambos estuvimos incómodos, pero una incomodidad agradable. La chica no paraba de mirarme a la vez que sonreía pero sin pronunciar ninguna palabra hasta que el ascensor se abrió.
-¡Miriam! –antes de que las puertas del ascensor se hubieran abierto, Laia ya había salido y se había ido directa a nuestra amiga para comérsela a besos.
Cuando soy yo el que va a saludar a la chica, veo como esta me mira con una cara algo peculiar.
-Lo siento Iván, ella tenía que saber la verdad, y tú no se la ibas a decir. –dice antes de darme un abrazo mas para que le personase que para saludarme.
-Tranquila, son muchos años a tu lado, ¿recuerdas? Sabía que acabarías diciéndoselo así que no te preocupes. –le cojo y la empujo al interior de la casa mientras la estrujo en mi pecho. –Espero que hayas hecho algo rico para comer, me muero de hambre.
Cuando entro al comedor, me encuentro a David y Raúl saludando a Laia, que al verme, los dos se me quedan mirando fijamente.
-Pensábamos que no ibas a venir. –dice Raúl acercándose a mí y dándome las gracias por haber venido.
En ese momento, cuando voy a saludar a David, Laia sale del comedor y se va hacia la cocina donde estaba Miriam. David me coge del brazo y me hace girarme hacia él, haciendo que deje de mirar el trayecto que estaba haciendo la chica.
-¿Habéis vuelto? –me dice el chico una vez me he girado hacia él. Tanto David como Raúl, estaban ansiosos por saber una respuesta, la cual no conocía ni yo.
-No, no sé. –mi respuesta no era del todo convincente, cosa que ambos se dieron cuenta enseguida por lo que tuve que argumentar mi respuesta. –A ver, después de estar con vosotros antes, me he ido al mirador, porque sabía que Miriam hablaría con Laia, y era el único sitio al que podía ir. Entonces ella ha venido a hablar conmigo y... la he besado.
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Los hombres también se enamoran
Teen Fiction¿Qué pasaría sí un día llegas a casa de mal humor y te das cuenta de que algo a cambiado en tu alrededor, no sé, por ejemplo, que ha aparecido una vecina de la misma edad que tu en el piso de al lado y que te vuelve loco?