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Iván

Después de una semana repleta de exámenes, por fin había llegado las vacaciones de Navidad. Mi relación con Laia había sido bastante distante durante esta semana ya que habíamos pasado todos los días en nuestras casas estudiando y no nos veíamos salvo en clase.

Hoy era sábado y en vez de pasarlo en el sofá viendo como la gente celebraba la Navidad como cada año, este año tenía que bajar a Barcelona con mi padre para pasar las fiestas.

Una vez tengo las maletas listas para irme, salgo de casa y timbro al piso de Laia para despedirme. Al abrir esta la puerta, veo como me saluda con esa sonrisa que tanto me gusta. Al entrar en su piso veo como este está decorado completamente con todo tipos de adorno y, al fondo, un precioso árbol navideño decorado hasta la punta.

-Madre mía, menos mal que no tengo que pasar las fiestas en tu casa. Me pondría enfermo con tanta Navidad.-digo sonriendo a la chica mientras la cojo por la espalda y la acerco hacia mi.

-Al final conseguiré que te guste la Navidad. Y ya sabes que todo lo que quiero lo consigo.-Esto último la chica lo había dicho girándose hacia mi y mirándome a los ojos.-O sino mira como te conseguí a ti.-esto último hizo que me sacara una sonrisa inmensa y no pude evitar besarla.

-Te voy a echar de menos princesa.

Dos horas después de haberme despedido de Laia, ya podía ver por la ventana del autobús como la ciudad ya iba apareciendo.

Una vez llego a la parada, cojo mi maleta pequeña donde llevaba la ropa con la que iba a pasar las fiestas y me bajo del autobús. Al bajar, busco con la mirada a mi padre que debería estar esperándome para cuando llegara. En el fondo,veo como un hombre alto y grande esta sentado en un banco con unas gafas de pasta negra y un gorro de paja. Me acerco al hombre y cuando me doy cuenta de que esta durmiendo, meto mi mano en su bolsillo y le quito el teléfono. El hombre a darse cuenta, despierta de golpe haciendo un pequeño salto e incorporándose en el banco.

-Una cosa es que vengas a buscarme a la parada pero otra muy diferente es que te quedes dormido cuando por aquí pasan chicas guapísimas que alegran la vista.- digo sonriendo y devolviéndole el móvil a mi padre.

-Vengo de trabajar, ¿esperas que te estuviera esperando con una pancarta?-dice el hombre mientras se levanta del banco y se dirige a mi para darme un abrazo. Si algunas personas tienen dudas sobre si su padre es realmente su padre, yo no tenía esa duda. Mi padre era un hombre alto, bueno un poco más bajo que yo, que tenía el mismo sentido del humor que tengo yo y miles de igualdades que teníamos entre ambos.

Cuando llego a casa de mi padre, dejo mi maleta y voy a saludar a su mujer. Esta era una mujer de la misma edad de mi padre, rubia y bastante agradable conmigo. Después de saludarla, cojo mi móvil para mandar un mensaje a mi madre y a Laia diciéndoles que ya había llegado y al apagar el móvil me voy a darme una ducha ya que lo necesitaba.



Laia


La verdad es que se acababa de ir y ya lo echaba de menos. Estos días que iba a estar sin Iván se me iban a hacer muy raros ya que desde que lo conocía no había estado separada de él quitando la última semana de exámenes donde habíamos decidido estudiar por separados ya que decía que no quería que por su culpa suspendiera, cosa que veía una tontería.

Entro en mi habitación y cojo una camiseta rosa con rayas blancas que dejo en la maleta. Ya que Iván se había ido a Barcelona con su padre, mi familia había decidido que nos fuéramos a casa de mi abuela para pasar las fiestas ya que no la veíamos a ella ni a nadie de mi familia desde que nos mudamos.

Cuando ya tenía la maleta preparada, cojo el móvil para ver si había recibido un mensaje de Iván, ya que le había hecho prometer que en cuanto estuviera en casa de su padre me mandara un mensaje para saber que había llegado bien. Al abrir el teléfono veo como Iván me había enviado el mensaje que estaba esperando, pero más abajo tenía otro mensaje de un número desconocido que decía:

-Hola Laia, soy Christian. Tu no me conoces pero yo si que conozco a tu "novio". Mejor que sepas que no es trigo limpio. Me lo encontré hace unos días en la calle con una chica en una posición muy cariñosa y me atrevería a decir que esa chica era su ex Paula. Lo siento por el daño que te puede hacer este mensaje pero no me gusta que este chico haga daño a las mujeres con las que está porque no eres la primera a la que se lo hace, y mucho me temo que no serás la última.

Al leer este mensaje me quede blanca. Ni siquiera le contesté. Sabía que este chico y Iván no se llevaban bien, ya me lo dejo claro cuando estábamos en la roca, pero de ahí a que este chico que no me conoce de nada y yo mucho menos a él me escriba este mensaje sin motivo, no lo veo normal. Necesito hablar con Iván cuando vuelva y para eso aun falta una semana, hasta noche vieja.

Apagué el teléfono y me fui hacía el comedor. Una vez allí me encontré con mi madre que la veía como estaba haciendo la comida ya que nos iríamos por la noche para poder llegar a casa de mi abuela de buena mañana.

-Mamá, voy a ir a dar una vuelta. Ya que no vamos a estar aquí en una semana quiero pasearme.-digo cogiendo las llaves y el casco de la moto que estaba en la puerta de la calle.

Una vez en el garaje, voy hacía donde tengo aparcada la moto, no sin antes pararme frente a la moto de Iván. "¿Será verdad que me has engañado con tu ex? Ahora que empezaba a sentir algo por ti".

Al salir a la calle el sol me daba de pleno ya que estaba atardeciendo y el sol bajaba justo por donde estaba saliendo. Salgo del garaje y doy gas a la moto hasta llegar a una rotonda cerca de mi casa. En este momento estaba perdida porque quería salir de casa después del mensaje que me había mandado aquel chico pero no sabía a donde iba a ir. Cojo la carretera que mejor me conocía, la que llevaba al mirador que me enseño Iván, allí podría pensar.

Una vez en el mirador, me senté en la piedra donde me sentaba siempre con el chico, con mi chico.

El sol bajaba hasta el punto en el que se hundió completamente entre las montañas y las estrellas empezaban a aparecer en el cielo. Miro el reloj y veo como ya han pasado dos horas, dos horas en las que no podía olvidar el mensaje de Christian, palabra por palabra. Confiaba en mi chico pero todo el mensaje cuadraba: esta semana habíamos estado distantes por los exámenes y fue él quien me dijo de no quedar para estudiar cuando siempre lo hacíamos.

Y pensar que aún quedan siete días para fin de año...


Los hombres también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora