10.

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Por fin había llegado el día de irme del hospital. Mientras mi madre hablaba con la enfermera para aclarar el papeleo del alta, cojo mi móvil para hablar con Laia. Durante estos días, la chica se había pasado todas las tardes después de salir del instituto conmigo en la habitación y no se iba hasta que la enfermera me traía la comida repugnante que le llamaban "cena".

-Con suerte dentro de una hora estoy en casa, ¿porque no te pasas luego y estamos un rato juntos?-le escribo mientras mi madre entra por la puerta.

-¿Nos vamos ya?-le pregunto a mi madre mientras esta entra a la habitación.

-En cinco minutos viene tu cuñado a buscarnos.-dice mi madre sacando una sonrisa."Por fin" pensaba mientras me incorporaba en la cama.

No aguantaba los cinco días que había pasado en el hospital. Anoche, antes de que me trajeran la cena, la doctora vino acompañada de la enfermera que había estado toda la semana conmigo y me dijo que hoy ya me podría ir, lo que me sacó una gran sonrisa ya que en principio tenía que estarme siete días y sólo habían pasado cuatro.

Entro en el lavabo para poder vestirme sin que estuviera mi madre por medio, y estando dentro escucho como se abre la puerta de la habitación. Cuando salgo me encuentro a un hombre un poco más bajo que yo con el pelo negro y corto y con la ropa sucia del trabajo. Normal que todos fueran más bajos que yo, con tan sólo 17 años ya media 1,90 y aún así me decían que podía crecer más. Que horror.

-Yo ya estoy, ¿Nos vamos ya?-digo mientras voy a darle un abrazo a mi cuñado.-Estoy arto de este sitio.

-¿Tienes prisa? Que pasa, ¿Has quedado con alguien ya? Mira que tienes el brazo escayolado eh.-el chico me saca una sonrisa picara y le miro con el ceño fruncido.-Creo que la vecina de abajo lleva todo el día nerviosa pensando en que su vecino va a hacer ruido en cuanto llegue.

-Que gracioso ¿no?-le digo mirándolo igual que hacia un momento.-Pues sí, quiero irme a casa que he quedado con ella.-le giro y lo empujo con la mano que no tenía vendada.-Así que vámonos.-mi madre y mi cuñado se ríen y me los quedo mirando viendo como ninguno de los dos se mueve.

-Vámonos anda, que al final le voy a pedir a la enfermera que te deje una semana más por pesado.-me dice mi cuñado haciendo que le de un golpe en la espalda.

Cuando llegamos al garaje, esperamos que la puerta se abra y entramos con el coche para aparcar. Mi cuñado y yo compartíamos plaza de aparcamiento y al llegar, el chico aparca el coche como hacia siempre para no darle a la moto que estaba destrozada justo pegada a la pared.

-¿Podemos ir mañana a llevarla al mecánico por favor?-le digo al chico mientras salgo del coche. El chico asiente y me dirijo hacia el ascensor. Antes de subirme, me giro para ver sí la moto rosa estaba aparcada ya que al entrar no me había fijado porque estaba viendo como había quedado mi moto después del accidente.
Una vez dentro del ascensor, mi madre pica al primer piso y me la quedo mirando.

-¿Tenemos que ir ahora a vuestra casa?-digo mirando a mi cuñado.-Quiero ir a casa y descansar.

-Lo que tiene que aguantar tu madre por dios. Mira que eres quejica eh.-me dice mi cuñado.-¿No quieres ver a tus sobrinos que llevas una semana sin verlos?-Tenía razón, era mejor ver a mis sobrinos. Durante los días que había estado ingresado no los habían traído al hospital ya que mi sobrina sólo tiene 1 año y iba a estar insoportable todo el rato.

Al abrir la puerta entro al piso de mi hermana y me voy derecho hacia el comedor para poder ver a mis dos ángeles. Al entrar al comedor me encuentro a los dos críos en el suelo jugando a una especie de puzzle (más bien mi sobrino jugaba y el bebe le quitaba las piezas) y veo como a su lado hay una chica rubia jugando con ellos.

Los hombres también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora