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Laia

Llevaba todo el día pensando en lo que me dijo ayer Iván cuando estábamos en la piedra donde se veía toda la ciudad."se puede vivir sin depender de nadie, ¿no crees?" Esa frase no paraba de darme vueltas por la cabeza.
Cuando vivía en Sevilla yo sí dependía de alguien, dependía de Miguel. Era una chica muy celosa y el físico de Miguel no ayudaba a que lo dejara de ser. Mi ex tenía un físico espectacular y cuando me despistaba, a la mínima iban tías detrás de él, lo que hacia que tuviera que ir a defender lo que era mío sí no lo quería perder. "Pero te dejó y quedamos en que pasaríamos página" era la única conversación que tenía con mi subconsciente desde hacía meses.

Cuando acabe de cenar me fui a mi habitación a vestirme ya que Iván me había prometido que esta noche me sacaría de paseo (sí, textualmente lo dijo así...) y yo sin poder negarme tuve que aceptar. "¿Porque es el único chico que sabe como hacer que pase de estar enfadada a sonreír por cualquier gilipoyez?"
Cogí el vestido rojo que me había comprado el día anterior con Iván y me fui a duchar. Al salir de la ducha cogí el teléfono para enviarle un mensaje a Iván diciéndole que ya estaba lista para irnos. A los pocos segundos me contesto:

-Estoy en casa, vente cuando quieras

Acabe de vestirme y de maquillarme y salí de casa. Mientras cerraba la puerta aproveche para pulsar el timbre de mi vecino. En cuestión de segundos una mujer un poco mayor me abrió la puerta del piso y me miro con una sonrisa.

-Guau, que guapa vas. Tu debes ser Laia ¿no? Mi hijo no para de hablar de ti.- la mujer se aparta de la puerta dejándome pasar y yo entro. "Esta mujer me va a caer bien" pienso mientras entro a su piso y veo de frente un cuadro donde salía Iván de pequeño "era tan mono" pensaba mientras veía el cuadro.

Veo que la puerta de la habitación del chico esta cerrada y sin pensarme que me podría esperar al entrar, abro la puerta de la habitación

-¿Tu no sabes llamar?- me dice el chico sin levantar la vista de su móvil.-estabas mejor ayer cuando te pusiste el vestido.-dice levantando la mirada y mirándome al fin.

"Este chico sí sabe cortejar a una mujer" pienso mientras me acerco a la cama del chico y me lanzo sobré su estómago. El chico suelta un pequeño grito lo que hace que no pueda evitar reírme.

-Me has arrugado la camisa, esta me la pagas.- me dice el chico mirándome con el ceño fruncido.

-¿Vas a estar así toda la noche? Porque te recuerdo que era yo la que no quería salir y me obligaste.-me quedo mirando al chico. Estaba enfadado con algo, eso se le notaba, pero yo no estaba como para animarle.

En ese momento suena el timbre de la calle lo que hace que se haya librado de responderme, lo que era lo mejor porque no me quería enfadar con el único amigo que tenía en este sitio.
El chico se levanta y antes de irse a abrir la puerta se para delante mía y me da un beso en la mejilla.- Lo siento, me he peleado con mi madre.- dice mientras se dispone a salir de la habitación.-vámonos ya, tengo que hacer las presentaciones.

¿Presentaciones?

Los dos salimos de su casa y miro hacia la puerta de la calle. En esta había un chico de nuestra edad, más alto que yo pero no más alto que Iván, moreno y mirando su móvil.

Al salir, Iván le da la mano al chico y este se la estrecha amigablemente. Al separar sus manos el chico me mira y sonríe añadiendo un "Hola" a lo que le respondí.

-Laia, este es Raul, un amigo mío y un compañero de equipo.-miro al chico y sonrio. La verdad es que era bastante mono.-Raúl esta es Laia, una vecina idiota que vive en el piso de al lado.-el chico se ríe y yo me quedo mirando a Iván al que le pegó un golpe en su hombro pero sin fuerza ninguna.

Los hombres también se enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora