CAPITULO IX

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Han pasado casi 2 semanas. ¿Por qué tanto? Porque hubo 4 conciertos más en España y el resto de los días intermedios fueron dedicados a visitar lugares turísticos.

Luego de que los sorprendiese intentando comprar el famoso peluche de conejo en la tienda, llegaron rendidos al hotel preocupados por mi estado de ánimo, unos más que otros en realidad.

Cuando al siguiente día ni Niall ni Louis se encontraban en mi habitación supuse que era demasiado castigo, así que los sorprendí en el desayuno junto con mi peluche en el bolsillo delantero del pijama.

Con sus ojos bien abiertos, me observaron de pies a cabeza mientras sacaba una taza de café y rosquillas del mostrador, por dentro estaba feliz por saber que a todos les preocupaba un poco, aunque por fuera pareciese como si no me importasen.

A la noche siguiente luego de ese momento, me senté en uno de los sillones del bar que tenía el hotel, repasando un poco de información a mi libreta para luego enviársela a Helen. Pero luego de eso fue cuando los escuché.

— ¿Entonces? Debemos quitarle luego esa fotografía. — Dijo Zayn.

Supuse que todos se encontraban sentados en el sillón de atrás, por las sencillas voces que susurraban entre ellos.

Louis se acomodó la garganta y dijo. — A veces las cosas no son demasiado rápidas, Zayn. Piensa que ella solo tiene 18.

Escuché una pequeña risa de Harry y mi corazón se estrujó.

— 18 años y es la primera que duerme con Niall. — Soltó.

El rubio al parecer lo golpeó y señaló. — No digas eso de ella, Liam me dijo que no era de maduros dormir con gente que a penas conoces.

La voz de Liam continuó. — Es una niña pequeña viajando por Europa solamente, Zayn tiene razón, hay que quitarle la evidencia del estúpido de Harry y el conejo no resultó, ella ya lo había comprado.

Mis ojos se cristalizaron, por un momento pensé que todos se estaban suavizando con el acto del peluche de mierda, pero resulta ser que solo era por la tonta imagen de Harry borracho en el callejón.

Me tapé el rostro con ambas manos y pude sentir que ellos dejaban de hablar, como si por mi movimiento pensasen que se lo habían revelado a algún incógnito tras sus chismes.

— Vaya, vaya. Hay un paparazzi al parecer que debemos controlar. — Escuché a Zayn.

Sentí su mano posarse sobre mi hombro por detrás y con todas mis fuerzas lo aparté furiosa. Tomé mis cosas y caminé hacia la entrada del bar, solo me detuve un momento y volteé con la peor de mis miradas posándose sobre ellos.

Cada uno tenía una cara de horror, yo los había escuchado y eso era simplemente el comienzo del par de semanas sin volver a saber más de lo necesario de sus vidas.

“One Direction podrían tener problemas de Alcohol”.

— ¿Puedo pasar? — Me preguntó Lou en la puerta de mi habitación francesa.

Di media vuelta en el espejo y le sonreí, ella me había hecho otro set a su estilo y esperaba que lo llevase puesto para el concierto de esa noche.

Una blusa normal con finas líneas verdes verticales, encima una chaqueta de cuero negra ajustada y una sin mangas de piel larga hasta los shorts de mezclilla, debajo unas calzas negras y finalmente unos botines de igual color, todo eso parecía hecho por rockeros excéntricos.

— Me gusta. — Dije con sinceridad.

Lou era como mi madre, solo que muy diferente a como siempre veía a la mía. Me agradaba estar con ella debía admitir, y más aún cuando traía a su hija Lux a verme con sus bellos ojos.

— Aún sigues sin hablar con los chicos, ¿No los has perdonado?

Sí, en 2 semanas no les he dirigido ni si quiera la mirada, me sentía demasiado concentrada en mis asuntos en la revista y más aún con las continuas llamadas de Helen, preguntando si los rumores de que yo fuese novia de alguno de los chicos eran verdad, rumores falsos pero que iban en aumento.

Decidí contarle sobre el trato que ellos me propusieron, pero con la confianza de que no rebelaría nada por el bien de mi trabajo como condición.

Lou arregló mi cabello y me sonrió satisfecha. — Se supone que no debo decirte esto pero… No han estado muy felices en el escenario.

La miré a los ojos confundida.

— ¿Quién? — Pregunté inocentemente.

— Quiénes querrás decir, ¡Pues todo el grupo!

Desvié la mirada, sabía que después de escuchar sus verdaderas intenciones sobre mí ellos no se verían demasiado bien, pero no significaba que los perdonaría así de fácil.

— Tú sabes que no me agradaban en un comienzo. — Le confesé.

Ella asintió. — Si, lo sé.

Se separó de mí y fue hacia la salida deteniéndose un poco en silencio.

Mientras yo tomaba mis cosas desde la mesa de centro en la habitación, pude sentir como alguien caía al suelo cuando Lou abrió la puerta.

— Deberías de ser menos silencioso al comer, Niall. — Dijo ella.

Salió de la habitación enseñándole su molestia y cerró la puerta, dejando al rubio y a mí en un completo silencio.

En sus manos pude ver un paquete de chocolate a medio comer, sus mejillas rojas por la sorpresa de ser descubierto y sus ojos mirándome con un poco de miedo desde el piso.

Suspiré y caminé hacia la puerta sin prestarle atención, pero antes de poner mi mano sobre la perilla la suya me detuvo instantáneamente.

— ¿Puedes soltarme, Niall? — Le indiqué.

Él negó con la cabeza y me giró sobre mí misma. — No te agradamos, ¿O sí?

Sus ojos me penetraban con timidez, nunca lo había visto tan preocupado por una respuesta como la que yo estaba pensando en decir.

— Vamos, Horan. Déjame salir.

Me soltó el brazo y retrocedió con la cabeza baja.

— Por lo menos dime porqué no quieres hablar con nosotros.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos enojada, ¿Aún estaba preguntando algo obvio?

— Vete de una vez.

Seguía sin moverse de su posición, con más miedo que valentía.

— Niall, vete.

Mis ojos fueron a parar en los suyos, azules como el cielo que refleja el mar, y creí que se rendiría fácilmente. Su frente se arrugó y se acercó rápidamente hacia mí, tomando mis hombros con cuidado y rodeándome con sus fuertes brazos.

Solo había sido abrazada así antes por mi padre, cuando era pequeña y mi mascota Beagle fue atropellada, reconfortándome por la tristeza que sentía por su muerte. Niall estaba haciendo lo mismo en ese momento, solo que ahora no solo era yo quién necesitaba un abrazo, él también lo quería.

Dejé caer mis brazos cruzados y lo sostuve por su espalda, mientras sentía su lenta respiración caer en mi cuello.

— Tienes un concierto con los chicos, Niall. — Pude decir.

Asintió y siguió en su posición, sentí su nombre llamándolo desde el pasillo y supuse que era hora de irse.

Se separó lentamente de mí y aún con sus brazos en mis hombros preguntó. — ¿Estoy perdonado?

Solté una risita y le asentí. Por ahora él sería el único con mi perdón.

— Merci, ____. — Dijo en francés.

ENTREGA LA EVIDENCIA Y NADIE SALDRÁ HERIDO [One direction y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora