Capítulo XXXIV

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Han pasado dos días desde los abandoné en el aeropuerto y regresé a casa.

Kate me esperó con los brazos abiertos en Nueva York, acurrucándome entre su pecho por los constantes sollozos que dejé salir en el auto hacia mi hogar.

«Todo el mundo se equivoca, ____. Es parte de un ser humano cometer errores», fue lo que dijo. Pero yo me sentía arrepentida, abrumada, apenada, depresiva. Todo lo que se mete en tu cabeza es para mal.

— ¿Quieres un raspado de limón? —Me preguntó Kate—. Sé que es tu favorito.

Estaba en la puerta de mi habitación mirándome. Por favor, cómo es tan fuerte soportando esto.

— Les hice algo horrible —Le susurré.

Ella me negó con la cabeza y caminó hasta sentarse a mi lado. Levanté la mirada y la veo; su sonrisa.

— Todo estará bien.

Me acaricia la frente y pellizca mi nariz. Gemí.

— Esto es serio —Dijo, disimulando un dolor en su pecho—. No me digas, ¿Estás dispuesta a quedarte por todo el día acostada con tus cicatrices? ¡Arriba, Ahora!

La miré por unos momentos confundida, ¿Qué rayos estaba haciendo?

No encuentro el momento de responder, porque de un momento a otro me destapa de las sábanas y arroja encima de mí unos shorts de mezclilla negros, una polera blanca con un chaleco delgado azul marino y por último, deja a mis pies un par de botines de taco alto. 

— ¿Qué haces? —Le pregunté.

— Irás a The Next Time. Ahí —Apuntó hacia mi torso, cerca del corazón—. Encontrarás la respuesta. Entregarle la fotografía que cambiará todo, o beneficiar a ambos lados.

La miré unos segundos. Así no es Kate. Ella ahora se iría de mi casa hacia la suya en el otro extremo de Manhattan.

— ¿Quién eres? —Dije seriamente.

Abrió demasiado los ojos para mi gusto y comenzó a reírse, niega con uno de sus dedos índices y se acerca hacia mí otra vez para decir:

— Yo soy Kate Ellesonn, esposa de Stephen Ellesonn y madre de ____ Cloe Ellesonn. Pero mi pregunta final es —Aclaró su garganta—. ¿Quién eres realmente tú?

Sí, parece una película. Pero gracias a esa frase ahora estoy corriendo hacia el edificio principal de la editorial donde estoy trabajando.

No sé en realidad que haré cuando llegue ahí, si renunciaré o le daré la fotografía.

Al igual que la primera vez, estoy nerviosa. ¿Qué diré? ¿Will estará ahí? Bien. Estoy hiperventilando. Basta.

— ¿____? —Escuché la voz de Will desde recepción—. Pensé que estabas en casa…

Me apoyé unos segundos sobre mis rodillas con las manos y levanto la mirada hacia él. Ha bajado de peso, ¿Por qué tanto?

— ¿Hel no te está dando… —Dije entrecortadamente— …tu salario?

Con la sola vibración de su frente al escuchar mi pregunta me lo aseguró. Helen hacía eso cuando iba a despedir a algún empleado de la revista. Y esta última vez, era Will.

Me puse de pie firmemente y tomé aire. Si se metían con él se meterían conmigo.

— Se las verá conmigo.

Comencé a caminar hacia la oficina principal de mi diablo vestida de bruja, con la fuerza en la palma de la mano y una furia que hace mucho no sentía.

ENTREGA LA EVIDENCIA Y NADIE SALDRÁ HERIDO [One direction y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora