Ascensores llenos y patadas

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-Susan- la muevo- tienes que despertar ya.

-No- se queja y pone su almohada en su cara.

-Vamos, tienes que ir a entrenar.

-¿Entrenar?- pregunta- ¡Ah, claro!

Por un segundo se había olvidado de todo, estoy segura. Luberry ha dejado el uniforme que Susan tiene que usar para su entrenamiento. Supongo que el traje de Dylan será parecido. Es un pantalón azul noche de licra, un polo blanco y unas zapatillas del mismo color. Seguro es como el polo blanco que usé en la arena, que repele la suciedad. Casi paso por alto el gran número cuatro en la espalda. Es obligatorio que todos tengan el número de su distrito en el traje.

La dejo para que se cambie y me voy a desayunar con Finnick. Por suerte Dylan todavía no se ha despertado, así que tendremos un poco de tranquilidad.

-¿Por qué esa sonrisa?- pregunto a Finnick en tono juguetón.

-Es que pasé la noche con un ángel- responde.

-Más bien el amanecer.

-No dije que fueses tú- guiña el ojo.

-¿Ah sí?- digo quitándole su pan.

-¡Hey! Eso es mío.

-Era, querido, era tuyo.

Como sea, ese descanso dura poco, porque llega Zea a devolvernos a la realidad. Lleva en una mano su horario siempre perfecto en un papel y un bolígrafo en la otra.

-Tenemos muchas cosas que hacer hoy- se sienta- Conseguir patrocinadores, ver estrategias, tratar de convencer a Dylan, muchas, muchas cosas.

-Zea, tranquila- dice Finnick- No hay que estresarse. Nosotros dos podemos con esas cosas.

-¡No me digas que me tranquilice, Odair! Tú siempre actúas como si no te importara, pero no todos somos así.

-¿Qué pasa, Zea?- le pregunto.

-Nada, es solo que este chico me saca de quicio- se soba la sien.

-Así me adoras y no lo puedes negar- sonríe Finnick.

Creo que sí está haciendo un esfuerzo por molestar a Zea esta mañana. Ella le lanza una mirada amenazadora y da un sorbo a su café.

-¡Pero qué linda familia!- suspira Luberry cuando entra al comedor.

-Eso lo dices tú, porque te tocó el tributo bueno- dice Dell apareciendo un segundo después.

Dell es la estilista de Dylan. Ayer lo recordé. Ok, mentira. Finnick me lo dijo. En fin, ella trabaja con Dylan. Me imagino que le debe estar dando problemas, porque por lo general suele ser muy alegre.

-¿Tiempos difíciles?- pregunto.

-Difíciles les queda corto- contesta- Un café- dice a un avox- Y con carga doble.

Al poco tiempo llega Dylan. Se sienta en una de las sillas y sin decir palabra comienza a comer. Un minuto después llega Susan.

-Buenos días a todos- saluda con una sonrisa y se sienta.

Ambos llevan casi el mismo traje, solo que el de Dylan son un poco más masculino. Supongo que Luberry habrá hecho el traje pensando en Susan y Dell se tuvo que adecuar.

-Bien, ahora que están los dos aquí, quiero que escuchen el plan. Primero, vayan a los puestos de supervivencia, muchas veces son más útiles que aprender a usar una espada. Luego, aprendan a usar un arma, nadie puede ganar los Juegos sin saber usar una. Por último, no hagan alianzas con los profesionales, son traicioneros ¿Entendido?

Annie Cresta: Vida después de VencedoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora