Regresar de la muerte no es algo que se pueda dar el lujo de contar cualquier persona, incluso en el mundo de los magos, pues durante más de un milenio se creía que era imposible hacer volver a alguien desde el más allá. Mi nombre es Regulus Black, y soy una prueba de que era una mentira, uno de los secretos mejor guardados por la gente que ha gobernado a la comunidad mágica durante todo este tiempo.
Rowena Ravenclaw creó un arco mediante el cual la gente podía volver del mundo de los muertos. Lo llamó El Arco de la Vida, y usando este objeto, junto con un libro que llamó Acta de Registro —que enumera a todos los magos y brujas que nacen y mueren en Gran Bretaña—, logró algo que hasta mil años después, todos pensábamos improbable. Irónicamente, el Arco de la Vida es el mismo lugar donde murió mi hermano Sirius.
Decir que los meses que siguieron a mi regreso fueron agitados sería quedarme corto. Al principio tuve que acostumbrarme a la idea de vivir en un mundo distinto, uno que apenas se estaba recuperando de una guerra. Una parte de mis compañeros me consideraba traidor, y a la otra parte le intimidaba tanto el hecho de que hubiera sido mortífago en un pasado, que apenas me dirigían la palabra. Pero luego todo se complicó cuando decidí averiguar la razón por la que estaba vivo diecinueve años después (también regresaron otras personas, incluyendo a mi propio hermano), descubriendo el secreto que derivó en un conflicto político en el Ministerio de Magia británico; y unos días después me enfrenté a la más leal seguidora del Señor Tenebroso —siendo además mi prima—, terminando con el cráneo fracturado y otros huesos rotos.
Las vacaciones de Pascua habían llegado a su fin. El domingo por la tarde Kreacher había hecho un verdadero festín con todas mis comidas y bebidas favoritas. Sirius disfrutó como un niño, aunque una que otra vez lanzaba algún comentario sobre el hecho de que el elfo no hubiera preparado ninguno de sus platillos favoritos. No es que ellos dos se llevaran especialmente bien, pero al menos ya no se lanzaban miradas de odio, y yo sabía que realmente hacían un esfuerzo por mejorar su relación. Mi hermano insistió en que me quedara un par de días más para descansar un poco por el golpe en la cabeza, seguro de que Dumbledore accedería sin problemas, pero aún así preferí tomar el tren en King's Cross como todos los demás.
Cuando llegué a la estación, mientras esquivaba a los alumnos que se movían ajetreadamente para despedirse de sus familiares, alcé la vista buscando a lo lejos una cabellera rubia. Tras el intento frustrado, ingresé al Expreso de Hogwarts y caminé hacia uno de los últimos compartimientos, cerrando la puerta detrás de mí. Luego de unos minutos, dos chicos de primer curso entraron allí y se devolvieron de inmediato con gesto asustado. No podía decir que me había acostumbrado a eso, pero ciertamente no era algo que me preocupara demasiado.
Más tarde, cuando el tren llevaba tiempo de haber comenzado a andar, la puerta volvió a abrirse. Un chico menudo se asomó, y un instante después, dio media vuelta y volvió a cerrar. Sonreí al recordar la razón por la que no quiso quedarse: había aturdido a Graham Pritchard tan sólo un par de semanas atrás.
La luz del sol brillaba con fuerza y se colaba por el cristal de la ventana, cuando el compartimiento volvió a abrirse de nuevo y Hannah Abbott se sentó delante de mí, alzando una mano en señal de saludo y sonriendo ampliamente.
—Te vi cuando entraste acá, pero tenía que cumplir la guardia.
—Lo imaginé. ¿Qué tal te fue cuidando niños? ¿Encontraron sus asientos?
Ella soltó un bufido.
—En el tren no se habla de otra cosa que no sea de tu enfrentamiento con Bellatrix, ¿sabes?
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Más Allá del Tiempo, por Regulus Black
FanficFan Fiction || Secuela de "Más Allá" || Regulus Black aún lidia con las consecuencias del enorme secreto que salió a la luz en el Mundo Mágico, mientras que junto a Hannah Abbott viajará al pasado para indagar sobre aquello que tanto la marcó a ella...