13. El bosque

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            Aquella noche fue imposible conciliar el sueño. No estaba seguro si a Hannah le ocurría lo mismo, pues ella estaba en la parte inferior de la litera que nos había ofrecido Lara, y no notaba ruido alguno que me indicara que ella sí había logrado hacerlo. Sentía tan lejana la última vez que dormí, como cuando desperté debajo de aquel árbol diecinueve años después, dejando toda una vida detrás.

Estaba sumamente agotado. Sentía todos los músculos entumecidos, como si hubiera caído desde varios metros de altura. Y sin embargo, no podía dormir un sólo minuto. Daba vueltas y vueltas buscando la mejor posición para relajarme, pero era imposible. Pensaba en los muertos en la guerra, los torturados, los desaparecidos, los muggles que fueron sacados de sus casas y llevados a esos campos de concentración de los que hablaba Lara. Quería pensar que era un mal sueño, y que al levantarme de allí todo iba a esfumarse. Pero estaba tan despierto, que sabía que aquello sí había pasado, que El Señor Tenebroso finalmente ganó la guerra y todo el mundo mágico estaba a su merced.

Un sonido me sacó de mis pensamientos y me hizo incorporarme en la cama. Me tomó un par de segundos identificar que venía desde la parte de debajo de la litera, donde estaba Hannah. Salté al suelo y me volví hacia donde ella estaba acostada. Seguía dormida, o al menos sus ojos permanecían cerrados, pero sus brazos se estremecían y su pecho subía y bajaba con rapidez. Sus labios temblaban y producían un sonido grave y continuo.

—Por Merlín... ¡Hannah! —exclamé, mientras la tomaba por los hombros y la sacudía, pero no ocurrió nada.

Tomé mi varita, la cual había dejado en la cama superior y la apunté. Un chorro de agua se estrelló en el rostro de la rubia. La chica se incorporó en la cama, jadeando con fuerza.

—¡¿Qué ocurre?! —preguntó Lara desde el umbral de la habitación. Respiraba entrecortadamente.

—Hannah... algo le ocurría. —Me frustraba el no poder expresar con palabras lo que había visto—. Estaba en una especie de trance, o algo así.

—Y no tuviste mejor idea que mojarla.

—No se despertaba con nada, ¿qué querías que hiciera?

La morena soltó un bufido y se acercó a la rubia, tomándola por los hombros.

—Estoy bien... —murmuró Hannah. Sin embargo, su tono no me convencía demasiado.

Alcé mi varita y la apunté de nuevo. En pocos segundos, su cabello y el pijama que le había prestado Lara estaban completamente secos.

—¿Era una pesadilla, Han? —inquirió la Gryffindor.

—No... no lo era... —Tomó aire. Nos miró a ambos y luego a ningún punto en particular, como si no estuviera segura de lo que iba a decir a continuación—. Eran... recuerdos.

Hubo un silencio de algunos segundos.

—¿A qué te refieres? ¿Soñaste con algo que viviste en el pasado, en nuestra antigua línea temporal?

—¡No estaba soñando! Eran recuerdos, literalmente. Ni siquiera eran míos propiamente. —La chica cubrió su rostro con las manos y soltó un sonido de exasperación—. O sí lo eran, mejor dicho. ¡Maldición! Deben pensar que estoy loca...

Ni Lara ni yo dijimos nada. Al parecer los dos pensamos en dejar que Hannah se explicase por completo. Ella respiró profundamente y dijo:

—Son los recuerdos de este... presente. Es decir, todo lo que pasó desde el día en que salvamos a mi madre. Por eso sentí que fueran recuerdos ajenos... pero en realidad son míos. Se supone que es lo que viví los últimos dos años y medio. Todo pasaba tan rápido por mi cabeza... como si abrieras un libro y el viento pasara las páginas en un par de segundos.

Más Allá del Tiempo, por Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora