Capítulo 2|Reencuentro

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Rudolph

Mi mirada estaba centrada en el camino a la entrada de la tribu. Estaba en mi forma humana y no la de lobo, si era un lobo, quizás mis instintos haría que saltara arriba de el nuevo trato de paz y no estaría completo el trato.

Di un suspiro al recordar aquel chico que se había ganado mi corazón. No sabia como lo hizo pero la mirada fue suficiente para hacerlo. Desde ese día solo pienso en él y todo lo que he construido es para él, por eso acepte un trato con el gobernador de los chupa sangre para poner fin a este enemistad y poder estar con aquel chico.

Nunca pensé que me enamoraría de un vampiro pero esa era la verdad. Un chupa sangre me estaba volviendo loco como nadie y eso que no lo veía hace dos años cuando paso eso. Si hubiera sido el de antes, él estaría muerto como los demás y esto no estaría pasando.

Oí unas pisadas que se acercaban a este lugar. Debía ser el trato de paz y sin evitarlo, mire al frente encontrándome con una sorpresa. Era él que venia a pasos tranquilos.

Una felicidad golpeó mi corazón y con rapidez me acerque a él. Él se quedo quieto al verme y temí que se fuera corriendo, pero no lo hizo. Solo se quedo quieto.

Su mirada era la misma de antes. Ojos grises que decía todo lo que sentía. Aquellos ojos que me volvían loco.

—Así que eres tu—él estaba frente de mi y yo no hacia nada para tenerlo más cerca de mi.

—¿Quién pensaba que era?—respondió de una forma suave, sin agresividad.

—Cualquier persona —en sus ojos se podía notar la decepción.

—Entonces, creo que no te gusta que este aquí —la había jodido.

—No es eso, no pensé que te elegirían, eres joven y de seguro el más joven de ellos

—¿Cómo sabes que soy el más joven?

—Tu olor, eres como si aun la vida de un humano estuviera en ti —a esta distancia lo podía oler. Era su aroma, aroma a una fragancia de rosas y flores silvestres. Cosa que me encantaba.

—Estas en lo cierto, soy el menor y el que era mitad humano —eso no lo podía creer. A pesar que olía a humano estaba seguro que era totalmente vampiro. Un chupa sangre.

—Creo que mi sentidos aun no se han perdido —él sonrió de una forma dulce.

—¿Cuánto años tienes? —entendía su curiosidad después de haberle dicho que era joven.

—Tengo treinta años, no soy el menor de la manada pero tampoco el mayor—su cara estaba llena de sorpresa. No me era común que un vampiro mostrara las emociones.

—Si que voy a tener problemas—susurro pero lo alcance a escuchar.

—¿Problemas?¿Por qué?

—No, por nada —cerro los ojos y una opresión apretando mi corazón. Quería ver sus ojos. Sus ojos grises que me volvían loco.

—¿Seguro? —abrió los ojos y esa opresión desapareció.

—Si —su voz era afirmativa, como si le hubiera preguntado algo de vida o muerte.

—Bueno, es mejor que vayamos al pueblo —él solo asintió con la cabeza.

Le di la espalda para caminar hacia la entrada de nuestro pueblo, más bien, mi pueblo. No me preocupaba darle la espalda porque estaba seguro que él no me atacaría, nunca seria capaz de eso.

Ancel

Solo lo seguí. Podía ver su espalda, su gran espalda y musculosa que solo me daba ganas de abrazarlo y besarlo pero debía controlar mis impulsos. De seguro se enojaría conmigo y el trato se acabaría.

Al llegar al pueblo, vi que eran casas modernas. Las personas estaban abrigados hasta los pies y es que empezaba la época de otoño cuando los hombres lobos se convertían en lobos. Se diría que mañana se cumplía dos años de aquel incidente y es que de seguro que el hombre que tenía adelante se convertiría en uno de ellos.

Di un suspiro llamando la atención de las personas que me miraban con tranquilidad. Ya no mostraban odio como antes. De seguro era porque estaba con el Alpha de la manada o que se habían acostumbrado ver a un vampiro en su pueblo—que realmente era moderno—. Si de seguro era porque estaba al lado del Alpha.

Me habían contado que debía estar un año en ese lugar. Los anteriores vampiros siempre volvían a nuestro pueblo con una sonrisa y es que decían que los trataba a igual que ellos pero en la noche de luna llena tenía que esconderse en un túnel que los hombres lobos no eran capaces de entrar por la cosa que estaba bien protegida y resguardada. Eso era lo único malo pero lo demás era maravilloso.

Aun lo seguía y parecía que la caminata era interminable. Prefería volar como lo hacia en mi pueblo pero lo tenía prohibido porque los hombres lobos se sentían amenazados. Mire al frente viendo que aquel lobo había parado, a lo cual yo también pare.

—Se me había olvidado algo—se dio la vuelta para mirarme con intensidad.

—¿Qué cosa?

—Tú nombre —era eso. Igual yo me preguntaba como se llamaba.

—Mi nombre es Ancel, Ancel Tilbot —dije dando un suspiro—. ¿Cuál es tu nombre?

—Rudolph, perteneciente de los Wolf—eso era muy obvio ya que Wolf era lobo en ingles.

—Tu nombre suena muy lobo—él sonrió un poco.

—Lo se, no nos salvamos ni hasta de los nombres pero es lo que hay—se rasco la nuca mirándome—. Llegamos a la casa del Alpha, osea, mi casa—no parecía muy contento ser el Alpha.

Mire adelante de mi viendo una casa algo grande. Eran como las casas de los humanos o más grandes. La verdad es que eran iguales, lo cual serian muy cómodos.

Él camino a la entrada y abrió la puerta. Con su mano me dio a entender que entrara. Así lo hice. Entre seguido por él. Cerro la puerta detrás de él.

—Veo que no traes maletas—dijo a lo cual yo lo mire.

—Me dijeron que si traía mi ropa, ellos olfatearían el olor de mi pueblo, ya que yo tengo olor a más humano —él asintió con la cabeza.

—Así es, por eso mi manada no te gruñeron, a pesar que desde dos años llevamos vampiros aquí, ellos aun no se acostumbran, pero me sorprendió un poco ya que hueles a humano pero también a vampiro, por lo cual ellos debían ser capaces de reconocerte—estaba algo extrañado. No lo entendía—. No sera por esa vez—murmuro y yo lo escuche claramente a pesar que se escucho como un susurro.

—Puede que sea eso, recuerdas que me salvaste y ellos se alejaron—me miro viendo en sus ojos un brillo especial.

—Si ellos te aceptaron porque te protegí, eso significa que no tendrás problema—empezó a caminar para rodearme—. No has cambiado en nada, sigues siendo ese pequeño que se salvo de los lobos

—¿Usted cree? —yo me sentía cambiado, pues cuando llegue a mi pueblo ya no era frío como antes. Tenia vida y eso que estaba muerto.

—Así es pequeño y no me trates de usted, porque desde hoy te tratare como mi mano derecha—su mano tomo mi mentón y la alzo.

Él era alto, más que yo y me daba unas ganas incontrolables de abrazarlo. De tenerlo en mis brazos y no soltarlo nunca. Quería que fuera mio y que yo fuera de él, pero era imposible, eramos diferentes.

Mi Amante Lobo (Gay/Yaoi/Homoerótico) #Saga Wolf 1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora