Conclusión

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Libre de toda inquietud, en paz con todos sus vecinos, bien administrada y feliz,


France-Ville, gracias a la sabiduría de sus habitantes, se halla en plena prosperidad. Su


dicha, tan justamente merecida, no le proporciona envidiosos, y su fuerza impone el


respeto a los más batalladores.


La Ciudad del Acero no era más que una fábrica formidable, un temible antro de


destrucción, en manos de Herr Schultze; pero, gracias a Marcelo Bruckmann, se ha


operado su liquidación sin perjuicio para nadie, y Stahlstadt se ha convertido en un centro


de producción incomparable para todas las industrias útiles.


Desde hace un año, Marcelo es el afortunado esposo de Juana, y el nacimiento de un


niño acaba de aumentar su felicidad.


En cuanto a Octavio, está incondicionalmente a las órdenes de su cuñado y le secunda


en todos sus esfuerzos. Su hermana trata ahora de casarle con una de sus amigas -desde


luego, encantadora-, cuyas cualidades de buen juicio e inteligencia preservarán a su


marido contra todas las recaídas.


Los deseos del doctor y de su mujer se han cumplido, y, a decir verdad, podrían


considerarse en la cúspide de la felicidad y aun de la gloria si la gloria hubiera figurado


alguna vez en el programa de sus honradas ambiciones.


Puede asegurarse, pues, desde ahora que el porvenir pertenece a los esfuerzos del


doctor Sarrasin y de Marcelo Bruckmann, y que el ejemplo de France-Ville y de Stahlstadt


-fábrica y ciudad modelos- no se habrá perdido para las generaciones futuras...

Los 500 Millones De La BegunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora