27 de enero del 2012
Veo las nubes que se escurren hasta el final del horizonte, hoy es un día nublado y fresco, siento como las narices me duele al respirar del frío que hace, pero la compañía que tengo puede lograr que soporte cualquier cosa.
Mañana ya es domingo y quede de hablar con Mark mañana. Estoy nerviosa, no sé que sea eso tan importante que tenga que decirme pero mi instinto me pide que vaya, es algo que no puedo controlar y me siento tremendamente culpable por ocultárselo a Andrew.
Estos últimos días hemos estado de maravilla como para arruinarlo.
—¿En qué piensa esa cabecita tuya?— pregunta, haciéndome volver al planeta llamado tierra.
—En nada, solo estoy relajada.— miento.
El asiente sin decir nada, recargo mi cabeza en su hombro y veo a las palomas que están frente a nosotros.
—Cuando era pequeño mi hermano y yo veníamos aquí a lanzar piedras al lago y a correr entre las palomas para que estas huyeran asustadas.
Sonrío por su comentario, no puedo verlo pero sé que él también lo hace.
—Dejamos de venir cuando Arthur cumplió catorce. Decía que era algo aburrido y para niños inmaduros.— frunzo el ceño, la sonrisa que tenía se ha ido y quiero hacer cualquier cosa para que se sienta mejor.
Pienso y pienso, hasta que se me ocurre una idea. Me inclino y tomo una piedra del suelo.
—¿Qué haces?— pregunta mirándome atento a mis movimientos.
—Lanzó una piedra, ¿no es obvio?.
Parece confundido al principio, pero después su ceño fruncido lo remplaza una sonrisa que hace que me derrita y me ve con los ojos más llenos de brillo y de emoción que nunca. Se levanta conmigo y también toma una piedra del suelo y empieza a lanzarlas al lago. Tomamos más piedras y nos acercamos más al lago, vamos casi trotando y las palomas que observaba hace un momento han salido volando de aquí. Lanzamos todas las piedras hasta que se terminan las que llevábamos en las manos.
Sin esperarlo Andrew me recoge del suelo y me sube a su hombro como si fuera un costal de papas, da vueltas sobre sí y río divertida con la situación.
Cuando me baja toma mi rostro con sus manos y junta nuestros labios, sabe a menta y me encanta.
—Te quiero— susurra y sonrío aún más, aún que no sé si eso pueda ser posible así es como yo lo siento. Oír esa palabra hace que las mariposas revolotean a una velocidad impresionante, es algo inexplicable.
—Te quiero, Andrew.
28 de enero del 2012
Conduzco hasta el restaurante en el que quedamos de vernos Mark y yo, no puedo dejar de masticar la goma de mascar con sabor a menta de mi boca, necesito estar haciendo algo, o es la goma de mascar o son mis uñas.
Estaciono el auto y bajo lo más lento que puedo, sé que inevitablemente estoy queriendo retrasar esto, cualquier cosa que sea pero lo estoy retrasando, cuando voy a entrar por la puerta giro y regreso, me regaño a mí misma maldiciéndome por ser tan cobarde, respiro hondo y tiro la goma de mascar en un bote de basura, miro al cielo, hoy también está nublado. Hago un "pffff" con mis labios y camino de nuevo al restaurante.
Entro y encuentro a Mark sentado casi al final del restaurante, pero no vino solo, su hija, Diana, mi amiga viene con el. Me quedó paralizada pensando si debo o no debo acercarme, sé que es demasiado tarde para arrepentirme cuando Mark y Diana me ven, no tengo otra opción que enfrentarme a lo que sea que venga.
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Mujeriega (pausada temporalmente)
Любовные романыAVISO: esta historia Contiene escenas de sexo y lenguaje inapropiado a lo largo de la historia, si no les gusta leer este tipo de libros lo mejor es que se abstengan y no la lean. Por favor no copees mi historia. Gracias;)