Sucrette luego de oir aquella noticia, regreso su mirada a Castiel y lo noto pálido como papel, aún no decia nada, ya que seguia asimilando aquello, la madre de la ojiazul decidio entrar a la casa y darles su espacio.
.---Cas..tiel---Lo nombro la pelinegra a la vez que le coloca una de sus manos en la mejilla derecha, el pestaño un par de veces, como si hubiera salido de lo más profundo de sus pensamientos y la miro, Sucrette logro vislumbrar incertidumbre, tristeza, en fin una sarta de sentimientos enredados. El pelirrojo se veía ausente, como sino pudiera creer lo sucedido, Sucrette lo abrazo, sin saber que decir, ya que tenia la certeza de que ninguna palabra le serviría, ya que ante el dolor, todo lo que se escucha alrededor no son más que una sarta de mentiras. Sucrette sentía como si su garganta se encontrara amarrada, a la vez que sentía una horrible presión el pecho, al estar tan cerca de él, podia sentir que sufría, internamente pero lo hacía, sentía como si su dolor era el suyo. Castiel reacciono cuando sintió algo calido empapar su pecho, las lágrimas de Sucrette. Él le correspondio al abrazo, estuvieron en aquella posición por minutos, él se separo de ella, y estaba dispuesto a irse, sin embargo, ella se acerco a él y lo abrazo por la espalda.
---Debo irme..--Dijo seco.
---No te dejare solo, tú dolor es el mío. Te quiero.. y quiero estar a tú lado...---Le dijo a al vez que algunas lágrimas corrian por sus mejillas..---Pe..permiteme estar a tú lado.---Castiel le coloco una de sus manos sobre la de ella, y con ese simple contacto sintió todo el apoyo que ella le brindaba, poco después se separaron, él le tomo la mano y comenzaron a caminar de regreso a la casa del pelirrojo, no cruzaron ninguna palabra el resto del camino, al llegar entraron, luego de cerrar la puerta, fueron a la sala, Castiel se quito la chaqueta y la lanzo a algun lugar inespecifico, seguido se sento en el sillón, Sucrette se coloco frente a él, y Castiel le rodeo la cintura con los brazos.
Y se permitio hacer algo que no había hecho hace mucho tiempo no realizaba, se permitio llorar, en silencio pero lo hizo y Sucretre lo acompaño en silencio, mientras le acariciaba el cabello y lloraba..No podia evitarlo el dolor y la tristeza que el transmitía le llegaba hasta lo más profundo de su ser.
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Llorar algo..tan natural, pero que se puede realizar sin vergüenza alguna ante quien se ama profundamente. Muchos lo consideran una debilidad, sin embargo somos humanos, y cuando el dolor sobrepasa nuestro limite, sucede, cuando las lágrimas acuden a nosotros, sólo cesarán una vez que se consiga consuelo o por lo menos desahogarse por completo.
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Castiel nunca había sido allegado a sus padres, ya que el trabajo los consumia por completo, sin embargo eran sus padres. Ella siguió acariciandole el cabello con lentitud hasta que él se calmo, seguido se sento a su lado y con sus delgados brazos lo abrazó y le dio un pequeño beso en la mejilla derecha, sintiendo así el sabor salado del rastro de las lágrimas del mismo, su corazón se extrujo en su pecho y nuevamente sintio como si su garganta se cerrara.
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De pronto su celular comenzó a sonar, se alejo un poco de él, lo saco del bolsillo delantero de su pantalón y contesto.
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---Hola mamá..------Hija. ¿Dónde estas?---Cuestionó con un tono triste.
---Estoy con Castiel---
---Esta bien.---La madre de la pelinegra le dio unos cuantos detalles sobre lo que debería hacer a la tarde siguiente y colgó.
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Sucrette guardo su celular y lo volvio a abrazar, él le correspondio, sin embargo, seguia sin decir nada.
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Castiel se sentía un poco más tranquilo con la cercania de la pelinegra, ella era como su bálsamo para las heridas, y aunque no lo decia en voz alta, agradecía que la tenía a su lado en ese momento de dolor, sin esperarlo se quedaron dormidos sobre aquel mullido sillón.
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Cerca de media noche Sucrette desperto ya que sintió que era depositada sobre algo suave.---Castiel---Susurro. Él se acosto a su lado y la atrajo hacia él por la cintura.---Duerme.---Musito.
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Tres días después.Castiel y Sucrette se encontraban parados frente a la tumba de los padres del pelirrojo. Castiel miraba ambas lápidas, con una expresión carente de emociones, aunque Sucrette sabía y sentía que él sufria, el agarre de su mano contra la suya y sus labios apretados en aquella fina línea era fiel prueba de ello.
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Esos días Sucrette no se había apartado casi nada de él, prácticamente ya vivían juntos.
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Poco después se encontraban caminando por el parque.---Sucrette.---Ella lo miro intrigada.
---Mudate conmigo---Dijo sin despegar su mirada del horizonte.
⭐⭐⭐⭐Continuará⭐⭐⭐⭐