Draco

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No podía creer que hubiese citado a Hermione aquel día. Contaba las horas hasta nuestro encuentro. ¿Iría? ¿No iría? Seguramente ella supiera que era yo quien le había escrito la nota. Dudaba mucho que fuera a reunirse conmigo. Además, seguro que sabía que iríamos a hablar de la Sala de los Menesteres, y después de cómo la había tratado era casi imposible que ella accediese. Pero tal vez, y sólo tal vez, había conseguido remover en ella sentimientos de duda y curiosidad.

Cinco horas. 

Por un día, había decidido no seguir encerrado en aquella sala a esas horas y estaba sentado en la linde del bosque acompañado por Blaise y Pansy; pero mis pensamientos vagaban lejos. Parecía increíble que hacía cinco años, el pequeño niño asustado y cobardica, príncipe de Slytherin se hubiera adentrado en aquel bosque en compañía de San Potter, sus ineptos amigos y aquel gigante estúpido. 

—Malfoy—oí que me llamaba Blaise. 

—¿Sí?—pregunté distraído. 

—Decía que si te habías fijado en cómo la comadreja intentaba parar los balones en los aros. Patético. 

—¿Cómo puede ser amigo Potter de esa calabaza?—preguntó Pansy burlona. 

—¿Crees que San Potty se merece algo mejor?—dije desafiante. 

—No digo que Potter se merezca estar con gente como nosotros, pero su nombre tiene mucho peso. Y pudo haber escogido mejor sus amistades. Y escogió a la familia de las comadrejas—aclaró. Yo asentí dándole la razón y recordando mi primer encuentro con San Potty. 

—Ese pobre perdedor...—comentó Blaise acallando sus carcajadas. 

Weasley no atrapa las pelotas| y por el aro se le cuelan todas.|Por eso los de Slytherin debemos cantar: |a Weasley vamos a coronar—canturreó Pansy. 

Weasley nació en un basurero|y se le va la Quaffle por el agujero.|Gracias a Weasley vamos a ganar:|a Weasley vamos a coronar— seguió Blaise. 

—Veo que no se han oxidado—hablé. 

—A ver qué tal lo haces, Malfoy—me retó Zabini. 

—Ni de coña van a conseguir que yo cante, y menos en honor a esa estúpida calabaza danzarina. 

—Parkinson, habrá que darle lecciones de canto a este señorito—bromeó mi amigo. 

—Eso está hecho. Déjame a mí las clases particulares—bromeó acercándose a mí con una mirada coqueta. Pansy puede llegar a ser muy persuasiva. Pero yo ya estaba cansado de ella. 

—Zabini, pierdes el tiempo. Es inútil hacerme cantar. Además, ya saben que ando liado últimamente. 

Mis amigos me miraron interrogándome con la mirada. Ellos estaban al tanto de mi situación. Bueno, de la parte que yo les había querido contar. El señor Tenebroso quería que yo asesinara a Dumbledore. Por supuesto, no les conté que la razón era castigar a mi familia, ni que yo había accedido por la amenaza de él. 

—Draco, eso es peligroso. No deberías...—trató de persuadirme la azabache. 

—Escucha, Malfoy. Sabemos tan bien como tú lo que es tener unos padres al servicio de...—Bajó la voz— Quien-tú-ya-sabes. Pero no creo que tú debas inmiscuirte en sus asuntos. 

—Es mi deber, Zabini. Así que no trates de convencerme ni por tus medios ni por los de Parkinson. 

Ellos intercambiaron una mirada. 

—¿Qué medios iba a tener Parkinson con...?—rió Blaise nerviosamente. 

—Sé que estás al tanto de las visitas nocturnas. Y sé que no soy el único al que Parkinson visita—dije fríamente. En verdad, no me importaba. 

¿Enemigos? | Dramione | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora