Epílogo

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Los acontecimientos siguen ocurriendo como en los libros originales con algunas diferencias:

.)Draco no cubre a Harry Potter en la mansión Potter, pero como no había nadie que lo reconociese, los sucesos ocurren igual.

.) Narcissa ayuda a Harry cuando le dice a Voldemort que está muerto porque ella quería que la guerra acabase con el bando de la Orden ganando. Esto es porque no podía seguir ayudando a los Mortífagos después de que matasen a su hijo.

.) Ron y Hermione no acaban juntos.

Ahora sí, dicho esto, les dejo con el epílogo.

Habían pasado demasiados años desde aquella batalla. Sin embargo, Hermione seguía teniendo pesadillas con aquella noche. Seguía viendo a Draco al cerrar los ojos, en una multitud, entre las páginas de un libro, en el cine... Lo veía una y otra vez.

Recordaba el temor que había sentido al despertar del estado de inconsciencia.

—¿Dónde está Draco? —fue lo primero que preguntó. Sentía una profunda angustia en el pecho que le presionaba en exceso. Casi no podía respirar.

Harry, Ron y Ginny estaban rodeándola en la enfermería. Sus rostros estaban confundidos y conmocionados.

—Yo... vi todo... -admitió el azabache. Hermione vio cómo Ginny buscaba la mano del chico.

Los ojos nerviosos de la castaña recorrieron todo el lugar hasta dar con una camilla cubierta con una sábana blanca. Y recordó.

—No. No. No. No —exclamó, empezando a llorar. Aquello no podía estar sucediendo-. Harry, dime que no está muerto. Por favor...

Pero la imagen del rostro inexpresivo, pálido e inerte de Draco Malfoy apareció en su mente y Hermione no pudo seguir negando la verdad. De repente, sintió cómo todas las fuerzas la abandonaban poco a poco. Como si la estuviese besando un dementor.

—Herms, l-lo... siento...

Un par de días después, Hermione consiguió asimilar la verdad lo suficiente como para poder hablar de ello. Les contó a sus amigos todo lo que había pasado con Draco ese año. Desde la vez que lo había espiado en la sala de los Menesteres hasta las veces que se habían encerrado allí para simplemente, actuar como dos enamorados.

Han pasado demasiados años desde aquello. Pero Hermione lo sigue recordando. Cuando acabó la guerra, lo primero que hizo fue ir a la tumba de su difunto enamorado.

—Draco... Lo hiciste... Venciste a tus demonios. Pero por un precio demasiado caro... Quizás debimos quedarnos para siempre escondidos, ¿no crees?

El viento sacudió sus cabellos, mientras las lágrimas surcaban sus mejillas.

—En fin... Solo quería agradecerte... Confié en ti y no me fallaste. ¿Es un mal momento para decir "te lo dije?

La castaña se arrodilló junto a la tumba e invocó un ramo de flores mediante magia.

—Vencimos a Voldemort. Todos lo hicimos. Incluido tú. ¿Quién lo diría?

La joven besó la lápida con dulzura y cariño, pero, sobre todo, con amor.

—Te quise, Draco. Y te quiero. Y te querré... Solo quería que... lo supieses... Si es que aún puedes oírme...

Hermione estaba cansada. Las arrugas cubrían su rostro, resaltando sus expresiones más comunes. Las canas se habían asentado en su cabeza como un peso muerto. Estaba agotada. A pesar de que con los años había logrado recobrarse poco a poco, esa recuperación la había extenuado. Y ni siquiera había conseguido rellenar todo el vacío que sentía en su interior.

—Granger... —oyó de repente. Esa voz... No sabría calcular cuántos años hacía que no escuchaba esa voz. Pero... era imposible.

—¿Draco? —preguntó con miedo. De repente, volvía a sentirse una adolescente de 17 años enamorada de ese chico atractivo y misterioso.

—Has cambiado con los años, Granger...

La anciana volteó. Y lo vio. Tenía esa mirada cristalina, casi etérea. Su rostro era completamente atemporal. Su aspecto era el mismo con el que murió. Pero algo había cambiado. No parecía tener 17 años. Parecía mucho más mayor, pero mucho más joven al mismo tiempo. Sí, atemporal era la forma de describirlo.

—¿Draco? ¿Eres real? —musitó ella.

Malfoy solamente se acercó a ella y acarició su rostro con ternura. Su tacto seguía siendo tan gélido como lo recordaba. Unas cuantas lágrimas se escaparon de la mirada café de Hermione.

—No llores... Ya acabó todo, pequeña. ¿Recuerdas la primera vez que te llamé así?

Por supuesto que la recordaba. Había sido la mañana de su muerte.

—Fuiste mi último pensamiento, pequeña Granger —comentó él—. Dime algo.

—No puedo creer que estés aquí... Conmigo. Después de tanto tiempo...Yo... Yo intenté pasar página. Lo intenté, pero... Pero seguías apareciendo tú. Allá donde miraba, ahí estabas tú.

—Diría que siento oír eso. Pero te quiero para mí —sonrió el rubio.

Hermione no se estaba dando cuenta, pero su rostro también se estaba volviendo atemporal. Si alguien le mirase en ese momento, no podría adivinar su edad.

—Te extrañé... ¿Por qué apareces ahora?

—Porque quería acompañarte al otro lado.

—¿Voy a morir? —preguntó la castaña. No lo preguntaba con miedo, más bien con curiosidad. No le asustaba la muerte. No ahora, por lo menos.

—Sí. Será como un sueño. Lo prometo.

Draco se inclinó sobre ella para besarla una vez más, como tantas veces había hecho demasiados años atrás. La castaña se dejó llevar, cerrando los ojos. Cuando los abrió, solo vio luz. Luz y esos ojos grises.

Ahora tenía toda una eternidad para seguir viéndolos.

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