Arrogante. Prepotente. Frío. Astuto. Sangre Pura. Él es Draco Malfoy.
Inteligente. Compasiva. Sensible. Valiente. Sangre Sucia. Ella es Hermione Granger.
¿Qué pasaría si los viejos enemigos dejaran de serlo?
*No me gusta meterme en pro...
No me podía creer lo que había pasado la noche. En el fondo, temía despertar y que todo hubiera sido un sueño. Aquella noche, Draco se había mostrado demasiado cortés para ser un asqueroso hurón albino oxigenado. Demasiado amable para ser el príncipe de Slytherin. Demasiado divertido para ser un Malfoy. Demasiado sensible para ser él. ¿Por qué se había abierto de esa forma a mí? Ah, ya. Porque necesitaba algo de mí.
Estaba pensando en todo esto de camino a la clase de Slughorn.
—¡Hermione!—escuché que me llamaban mis dos mejores amigos.
Volteé y me encontré a un azabache y a un pelirrojo corriendo para llegar a donde estaba yo.
—Ya creíamos que llegábamos tarde—comentó Ron.
—A ti tampoco es que te importe demasiado—le espetó Harry. —Pero yo tengo que ganarme a Slughorn.
—Tranquilo, ligón. Que lo tienes en el bote desde que supo tu nombre—bromeé.
Yo me giré y reemprendí el camino a mi clase. Podía notar las miradas penetrantes de los chicos.
—¿Acabas de bromear? ¿Sobre un profesor?—preguntó el oji-verde sorprendido.
—¿Quién eres y qué has hecho con la Hermione Granger que conocemos?
Yo reí para mis adentros y seguí sin hacerles caso. "Bobitos", pensé.
Al llegar a la clase ellos se sentaron juntos. Sorprendentemente, Draco no se sentó con Blaise. El moreno se había sentado junto a Theodore Nott. Yo me quedé en la puerta de la clase buscando con la mirada si había algún asiento libre. Pero como ya había visto, el único estaba junto a Malfoy.
—Señorita Granger, no se quede ahí parada—me apremió el profesor. —Hay un asiento justo ahí. Junto con el señor Malfoy.
Yo me resigné y caminé hasta a él. Después de la noche anterior no es que le temiera, pero me imaginaba que no sería tan cortés con sus amigos cerca. Los Slytherin murmuraron mientras yo me sentaba junto a él.
—Sí. Me siento con ella. No es para tanto. Callaos—espetó Draco, eh, digo Malfoy a sus compañeros. Ellos le miraron extrañados, pero obedecieron.
La clase comenzó con naturalidad. Yo respondía a la mayoría de las preguntas ganando puntos para mi casa. El profesor nos leía la receta de la poción que debíamos hacer.
—Ni un gracias ni nada—susurró Malfoy en mi cogote.
—Gracias—murmuré.
—Silencio, por favor—pidió Slughorn.
Yo le dirigí una mirada severa al rubio para que no hablara demasiado.
—Bueno, ya pueden comenzar a elaborar la poción. Recuerden que llevará dos clases hacerla y que deben hacerla con su compañero de al lado. Así que no se cambien para la próxima clase.
Yo recogía todos los ingredientes necesarios al tiempo que los iba depositando en la mesa.
—¿A qué tanta prisa?—preguntó Malfoy con extremada tranquilidad.
—Quiero sacar buena nota, Malfoy.
—Ah, ya olvidaba tu faceta de empollona.
—Prefiero sabelotodo, gracias.—Juro que no quise decirlo con esa sonrisa que me salió. Lo juro.
—Está bien, sabelotodo Granger.
Yo rodé los ojos divertida y me puse manos a la obra.
—Yo también tengo que ayudar. Por si lo olvidabas, es trabajo por parejas.
Hacía un día, la sola idea de hacer pareja con Malfoy (aunque fuera para clase) me resultaría repulsiva. Pero no aquel día. Él empezó a cortar poco a poco pero eficazmente el díctamo. Yo, mientras, leía la receta. Al ver la extremada lentitud de Malfoy, fui a ayudarle. Al coger un poco, nuestras manos se tocaron. Fue una sensación extraña. Su mano estaba helada, pero no era un tacto desagradable. La noche anterior, no había parecido tan fría. Sólo un poco sudada. Me concentré lo máximo posible en mi trabajo sin ni siquiera dirigirle una mirada a Malfoy.
—Eh, sabelotodo Granger, ¿tanto deseas estar cerca mío que tienes que hacer lo mismo que yo?
—Cállate, Malfoy—le espeté ocultando una sonrisa.—Es que lo haces tan mal que tenía que revisar tu trabajo. No te hagas ilusiones.
—Vamos, Granger, sabes que lo estás deseando...
Yo le saqué la lengua burlona y me volví a centrar en la poción. Estaba a punto de echar una hierba cuando sentí unas manos frías en los brazos y un aliento en el oído.
—Ya veo lo mucho que te esfuerzas para no caer rendida a mis pies, Granger.
Yo alcé las cejas sorprendida de lo mucho que tenía razón en ese momento. "Pero qué digo, Draco no me atrae. Es decir, Malfoy no me atrae, él es... Malfoy". Pensé una fracción de segundo antes de responder con suficiencia:
—Solo intento concentrarme en lo mucho que quiero sacar un Excelente en pociones y procuro centrarme menos en lo mucho que desearía no tenerte invadiendo mi espacio. Además, ¿a qué viene tanto acercamiento?
Me giré y me encontré de cara a un Malfoy completamente en blanco. Él dio un paso atrás y se situó al otro extremo de la mesa para continuar con lo suyo. No volvió a decir una palabra en lo que restaba de clase. Eso sí que había sido una derrota.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.