Draco

15.9K 895 233
                                    

Trataba de concentrarme en el armario evanescente. Pero mi cabeza solo podía concentrarse en recordar cómo ella había conseguido tranquilizarle. Cómo había puesto su fina y cálida mano en su pecho y él le había mirado... de esa manera. De esa manera que yo no me podía permitir mirarla. Cómo él había agarrado su mano y la había alejado de mí. 

Ni siquiera podía explicarme por qué había atacado de esa manera a la comadreja. Ni por qué me molestaba tanto que se acercase a Granger. 

Entonces oí ese ruido a mi espalda. La puerta abrirse. Me giré instintivamente, pero ya sabía quien estaba. Afortunadamente, esta vez no llevaba esa capa de invisibilidad. 

—Creo recordar haberte dicho que no podías estar aquí. Esto sigue siendo una misión peligrosa que me encomendó... quien-tú-ya-sabes—susurré.

Ella me miró arqueando las cejas. 

—Me da igual. Solo quiero saber por qué le has atacado así. Podía haberte hecho daño. 

—¿Te hubiese importado acaso?—respondí cortante. 

—Claro que sí—habló al instante, no lo dudó ni un segundo. La miré a los ojos y pude ver seguridad en ellos. No se arrepentía de haber dicho eso. 

—¿Por qué?

—Pues si te soy sincera, no lo sé. Porque desde luego no eres más que un insensato. Por no hablar de que te has comportado como un inmaduro. ¿Por qué le has tratado de esa forma? ¿Qué pensabas conseguir?

Que se alejara de ti.

—Se supone que teníamos que actuar normal, ¿recuerdas? Además, que tú confiases en mí no significa que esa... calabaza parlante me importe lo más mínimo. 

—Es cierto. Yo confío en ti, pero no te importo—comentó ella más para sí que para mí. 

¿¡Te has vuelto loca!? Quería gritarle. Claro que me importaba. 

—Me importas, Granger. Te he confiado mi vida y la de mi madre. Esa es razón suficiente para que me importes. 

—No—aclaró ella.— Ésa es razón suficiente para que finjas que te importe, pero estoy segura de que si ahora me muriese para ti sería hasta mejor. 

—¡Eso no es cierto!—ya ahí no pude contenerme. —Lo creas o no, a pesar de todos estos años de odio, mi único descanso estos días estás siendo tú. Cuando nos gritamos, sólo para mantener el secreto. Nuestro secreto. Además, para mí es un alivio que alguien lo sepa, y que no me juzgue. Y aunque seas tú, la amiga de San Potty cararrajada, has creído en mí y me has dado una confianza que no merezco. Realmente, no entiendo por qué no lo has dicho ya. Sabes de quién estoy recibiendo órdenes, y aún así no te importa. 

—¡Sí me importa! Pero confío en que no lo vayas a hacer. Tengo fe en ti. Y aunque creas que no la mereces, sé que al final demostrarás que yo tenía razón.

La miré completamente asombrado. ¿Cómo era posible que en unos pocos días aquella chica hubiera conseguido hacerme sentir tan indefenso ante ella? 

—Por favor, no—fue lo único que conseguí decir.— Por favor, no confíes en mí así. No quiero decepcionarte, y sé que lo voy a hacer si sigues creyendo que voy a acabar haciendo lo correcto. No soy valiente, Granger. 

Ella tan solo me observó en silencio sin mostrar ningún sentimiento. Finalmente, sonrió. Me sonrió. Se acercó a mí sin borrar esa sonrisa y siguió sin despegar los labios o emitir cualquier sonido. Yo me esforcé por mantener la calma y la quietud, pero me lo estaba poniendo complicado. Granger acercó una mano algo temblorosa a mi cara y la rozó...¿con dulzura? Seguía sonriendo, pero más con la mirada que con los labios. Esos labios prohibidos. Volvió a rozarme con la yema de sus dedos, esta vez más segura, contrastando mi piel helada con la suya ardiente. Anhelaba poder tocarla, no acariciarle con los dedos. Tocarla. Explorar cada parte de su cuerpo y descubrirlo desde el principio hasta el final. Deseaba poder romper esa barrera social que nos separaba. Realmente, una barrera fundada por mentes cerradas. Esa barrera no era más que espacio. Quería destruir ese espacio. Pero no me estaba permitido. 

Ahora, ella había posado su mano en mi mejilla, y no parecía tener intención de quitarla. Tampoco quería que lo hiciera. Acercó su rostro al mío, y por un instante olvidé las estúpidas reglas. Solo la deseaba a ella. Sin embargo, ella no me besó, como yo esperaba que lo hiciera. Desvió sus labios prohibidos hasta mi oreja, donde susurró: 

—Mantén a tus amigos cerca. Y aún más cerca a tus enemigos, Malfoy. 

Acto seguido, se apartó de mí. Dolía tenerle tan malditamente cerca y saber que nunca podría tocarle, besarle, acariciar su rostro como ella había hecho. 

******

******

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¿Enemigos? | Dramione | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora