Capítulo 6

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Cómo empezar un día normal, nunca, jamás pongan un despertador, es un dolor de cabeza ese aparato.
Me despierto de un brinco, pensando en mil maneras de destruir esa pequeña cosa inofensiva a simple vista. Me estiro lo más que puedo, me quedo acostada un rato más cuando recuerdo que hoy es mi día de trabajo por un momento se me había olvidado me levanto y me dirijo al baño, cuando termino de hacer todo salgo envuelta en una toalla, me arreglo me pongo un pantalón de mezclilla negro que se ajusta a mis piernas, una blusa tipo polo color celeste, me peino en una cola alta ya que mi cabello es largo y demasiado lacio, me pongo mis bailarinas negras y me maquilló me pongo algo de brillo en mis labios y un poco de angel para ocultar mis ojeras en mi rostro, quiero maquillarme más pero lamentablemente el tiempo y el hecho de no saber me lo impiden.

Cuando ya estoy completamente lista ti mochila salgo de mi habitación y le pongo llave no  quiero que David entre y toque o se lleve algo.
Ya que tengo poco tiempo intento desayunar algo rápido, voy tarareando una canción en lo que empiezo a prepararme cereal con leche y un poco de café.

–Felicidades princesa– joder, su sonrisa arrogante me hace querer darle un golpe, el puede ser un hombre alto, sus ojos son de color verde, su piel es blanca, su cabello es color castaño y aunque se encuentra en forma no lo tolero, se que el quiere algo más que ser un padre para mi, temo que un día el realmente me haga daño.

–¿Qué haces aquí?- le preguntó sería intentando alejarme de el.– ¿Donde esta mi madre?

–Ella sigue durmiendo tenemos nuestros momentos de intimidad y pues la dejo exhausta.

Me mira de pies a cabeza, me entra un coraje enorme y lo quiero matar imaginarme a David y mi madre en la cama con la que compartió tanto tiempo con papá me hace sentirme tan vulnerable.

–Idiota– el se tira una carcajada y se me enchina la piel su mirada cambia a una de perversión.

Intento dar la vuelta para irme de aqui pero antes que la de me toma por el brazo y me acerca a el, huele mi cabello, intento alejarme de el pero se me es imposible  tiene su pecho pegado a mi, me a tomado de los brazos, mi espalda choca con su pecho, siento su corazón acelerado y su respiración en mi cuello.

–Me perteneces, no te das cuenta desde que entré a esta casa y te vi me cautivaste, te quiero sólo para mi– dejo de respirar por todo lo asqueroso que me dice.

Desde que llegó me miraba diferente, me deseaba hice un intento de ignorar pero me harté y el miedo se apoderó de mi, le agarre odio, haciendo todo lo posible por estar lejos de el.
Ahora que me tiene así quiero gritar, quiero que se aleje de mi para siempre.

–Contestame, por favor– poco a poco va aligerando su agarre, me voltea para estar frente a él, lo miro con lágrimas en los ojos, el aligerando su mirada, aprovechó la oportunidad y le escupo en la cara, me suelta y salgo corriendo, alejándome de la casa.

–Maldita perra– escucho decirme, pero no me detengo sigo corriendo.

Tomo un taxi y minutos después ya estoy en la gran tienda, trato de controlar mi respiración llegó al elevador entro, pienso en lo que sucedió en la mañana vuelvo sentirme nerviosa y con ganas de llorar, agarro ese recuerdo y lo hago bolita como si fuera papel y lo dejo muy en el fondo de mi cabeza.
Las puertas se abren me dirijo a la oficina más tranquila.
Tocó la puerta escucho una voz masculina que dice adelante, abro la puerta y cinco pares de ojos me están observando unos con molestia, otros con sorpresa y uno con alegría y se que ese pondrá mi mundo de cabeza.

Mi jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora