Capítulo 9

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Estoy checando que mis demás compañeros estén haciendo bien su trabajo, el día de hoy me a tocado vigilarlos, ver que ponga el precio al producto, no estén platicando con otras personas y por último no estén entretenidos en el celular la semana pasada se tuvo un problema referente a eso.
Camino por los pasillos observando todo, me siento como un policía traigo mi radio pegado a la cinturilla de mi pantalón y escucho el parloteo que tiene Esteban, solo haciéndome reír, me pongo a pensar porque no le han quitado ese radio a el, habla demasiado y las personas solo me miran con mala cara, prácticamente “diciendo apaga eso o lo apago yo”.

–Hola– dejo de caminar y me quedó quieta, tanto como su voz como su presencia me alteran de alguna manera.
Lo veo rascarse la parte de atrás del cuello, significa que está nervioso.

El poco tiempo que llevo aqui me he atrevido observarlo cada vez que puedo, fue así como aprendí  cada gesto suyo.

–Hola– le sonrió al igual que el estoy nerviosa.

–¿Que tal te sientes en tu nuevo trabajo?– me pregunta con una pequeña sonrisa mientras vamos juntos al ascensor.

–Pues se puede decir que bien tengo buenas amistades y otras no tan buenas, es mi primer trabajo así que me siento como un bicho raro de laboratorio.

Termino de hablar y las puertas del elevador se abren, nos adentramos yo me pongo en una esquina y el en el otro extremo.
Siento que me falta el aire pocas veces coincidimos en el elevador.

–Pues para ser la primera vez, te desempeñas muy bien eres muy buena en tu trabajo de eso me he dado cuenta– se toma un momento en observarme, al principio me incomodaba pero me acostumbre a su mirada.
Se siente bien, ser observada y mas si es por el. Lamentablemente el silencio sale a flote por mi parte sintiéndome incómoda.

–Gracias Alex– para desvanecer este incómodo silencio me animo hablar primero – ¿Te puedo hacer unas preguntas?– pero me arrepiento en ese instante en preguntárselo me mira incómodo y creo que hasta molesto.

–Esta bien, pero sólo te pondré una condición al respecto y se debe de cumplir sólo podré contestar con un “si” o un “no”, entendiste– me mira a los ojos esperando una respuesta yo solo le digo que si con mi cabeza ya que mi voz se ha perdido en ese laberinto de sus ojos, este hombre verdaderamente intimida.

Empiezo a formular preguntas en mi cabeza solo tardo unos segundos antes de que suelte la lengua.

–¿Eres de aquí?

–No.

–¿Te gusta salir?

–No.

–¿Que edad tienes?– se empieza a reír pero no se por que cuando termina de reírse, yo al fin me doy cuenta por que reía y es que yo no cumplí con su condición.

–Te dije que sólo te respondería con un si o no, asi que esa no vale.

–Mmm, muy inteligente de...

–Si.

No me deja ni de terminar de hablar cuando el interviene, me limito a poner los ojos en blanco a veces es molesto.

–Esa no era una pregunta– le riño, el sólo se encoge de hombros y me sonríe. Mientras tanto yo sigo con mi interrogatorio.

–¿Te gusta bailar?

–Si.

–¿Te gusta leer?

–Si.– es cuando mi corazón deja de latir, “le gusta leer”, internamente doy volteretas y grito como una completa demente.

–¿Te gusta cantar?

–No.– me mira haciéndome una mueca, sacándome una risita.

–¿Tienes novia?– la pregunta del millón.
Mi mirada se dirige a otro lado ya no lo puedo mirar siento que me estoy poniendo roja y a decir verdad así estoy, yo y mi estúpida pregunta.

–Mírame– santa madre su voz es tan ronca, lo miro sin dudar, mi cuerpo reacciona a el.

Esta a unos centímetros de mi rostro su mirada pasa por todo mi rostro acomoda un mechón que anda suelto tras mi oreja. Y luego su vista pasa a mis labios, respiro entre cortadamente se acerca a mi oído y siento su suave aliento fresco que hace que se me enchine la piel.

–No, Beatríz, no tengo novia– se aleja de mí haciendo que el aire regrese a mis pulmones, haciendo que mi corazón lata apresuradamente.
Es poco decir que me siento como si tuviera fiebre.

–¿Ya no hay más preguntas?– me mira con mucha atención.

–No, ya no, no más preguntas– perfecto ya no se hablar eso me pasa por andar de preguntona.

Se me viene a la mente otra pregunta  ¿eres gay? Me habían dicho algunos compañeros que era gay ya que no sale con ninguna chica y a todas las rechaza pero mejor me quedo con la duda se puede molestar y además esto lo que pasó hace unos momentos, no ha sido para nada gay.

–No– mueve su cabeza hacia los lados con su ceño fruncido.

–¿No que?– no lo entiendo tenerlo cerca me deja toda idiota.

–No soy gay– abro mi boca y con la misma la vuelvo a cerrar, no puedo pronunciar ninguna palabra,  a caso este hombre lee mentes.

Se tira una gran carcajada, nunca lo había visto reírse de esta manera es tan diferente a los demás, es tan natural, lo hice reír, me pongo a reír ya que otra me queda soy una payasa, se abren las puertas del elevador mientras tratamos de controlarnos.

–Eres tan inocente– acaricia mi mejilla y yo por inercia cierto mis ojos e inclino mi rostro asi su caricia es tan suave, tan delicado, se siente tan bien.

Se aleja de mí por un momento nos habíamos olvidado que estamos en nuestro trabajo, salimos del elevador y tomamos rumbos diferentes el hacia la izquierda yo a la derecha, estamos ya algo alejados cuando escucho mi nombre.

–Beatríz– nunca me cansaría de escuchar mi nombre en sus labios, es como una dulce melodía.

Volteo a verlo se encuentra parado, me mira un momento, pensando, luego me sonríe.

–Tengo 26 años– se da la vuelta doblando en una esquina del pasillo despareciendo.

Tengo una sonrisa en mi rostro, me ha dicho su edad me doy cuenta en dos cosas.

1. Este hombre me volverá loca.

2. Es mayor que yo.

Mi jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora