Capítulo 11

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Despierto con un  fuerte dolor de cabeza, se me es difícil ver, la oscuridad invadió mi habitación como lo esta mi corazón.

Me dirijo al baño y lo que veo en el espejo me asombra, mis ojos rojos e hinchados, mis mejillas con las huellas​ de lo que fueron lágrimas, observó una de mis mejillas y si, se encuentra enrojecida aún duele al tocarla pero solo es eso.
Después de la pelea, no sé que fue lo que sucedió con mi madre, al parecer se fue  ya que la casa esta en penumbras y como siempre me encuentro sola en casa, decido salir de casa, respirar un poco de aire, aclarar mi mente, no quiero seguir aqui.
Me visto rápidamente con lo primero que me encuentro por la ventana el aire se cuela y se que el clima ha cambiado, ahora siento frio así que me pongo una sudadera delgada, con mis botines ya que el pantalón ya lo traía puesto. Salgo de casa sin rumbo alguno.

No sé si pasan segundos, minutos o horas solo siento que mis pies piden descanzo pero no les hago caso nececito sentir otra cosa que no sea dolor, quiero que se me quite esto que siento, quiero desaparecer, olvidarme de todo, quiero tener otra vida o poder regresar el tiempo donde tenía una familia feliz, llena de amor, respeto, poder impedir ese accidente o en vez de mi padre ser yo la que tomara su lugar.
Sigo caminando hasta que empiezo a ver a mi alrededor no me había dado cuenta que rumbo había seguido y ahora me encuentro pérdida, yo jamás había andado por estos lugares son completamente desconocidos hay más árboles y las personas parecen que no habitan aquí, puede ser que ya sea demasiado tarde y todos estén durmiendo, así que si me sucede algo creo que ni se darán cuenta.

–Beatriz, ¿Qué haces aquí? - alzó la vista y me encuentro con Alex, nunca pensé encontrarlo y menos a estas alturas.

Y como siempre la Beatríz que deja de respirar por verlo sale a la luz.
Se acerca a mi con algo de cautela como si estuviese enfrente de un tigre, ya más de cerca lo admiro bien va vestido con unos jeans oscuros, una camisa beige y encima de esta un suéter de cuello V delgado de color negro y sus zapatos de vestir.
Realmente se ve bien así, como si fuera un niño rico.
No un simple empleado.

–Beatríz– lo escucho decir mi nombre en un susurro.

Toma mi rostro con sus mirada me examina, sus dos manos cálidas tocan mi cabello y rostro, fijo mi rostro a sus zapatos no puedo mirarle ni un segundo más y mucho menos hablarle siento vergüenza de mi misma que me encuentre de esta manera, el me seca las lágrimas que están cayendo sin mí autorización.

–¿Qué sucede? Beatríz, alguien te hizo daño, por dios tu mejilla quien te ha golpeado– me quedo callada no quiero hablar de eso–  Joder, Beatríz respóndeme– su respiración es irregular y una vena se le salta a un lado de su frente cuando se empieza a molestar.

No quiero que me mire, no quiero que vea que soy debil, apartó la vista de sus hermosos ojos oscuros y me alejo de el. Sigo sin contestarle la verdad es que cuando estoy cerca de el difícilmente me sale voz para hablarle y ahora en estos momentos realmente no quiero hablar.

El intenta acercarse nuevamente a mi pero yo le ganó alejandome más de el.

–Vete– la única palabra que sale de mi,  me estoy despedazando.

Pero no me escucha, este hombre entiende las cosas al reves.
Se acerca a mi, sin darme tiempo de alejarme de el, me quedo quieta entre sus brazos poco a poco lo abrazó igual, el abrazandome con fuerza, no me lastima, es seguro y a la vez tierno y es cuando me derrumbó en el, lo abrazo lo más fuerte que mis pobres brazos pueden, es como si mi vida dependiera de ello.
El me da suaves besos en la coronilla siento como sus brazos se contraen y es que están duros, siento sus músculos, lo siento a el escucho sus corazón tan cerca, lo escucho latir como si hubiese corrido un maratón y eso me hace sonrojar.
Poco a poco va aflojando su agarre pero no me suelte me tiene con el.

Siento unas gotas de lluvia en mi rostro, está empezando a llover intento soltarme de su agarre pero el me lo impide, así que no alego, me quedo con el, bajo la lluvia.

–Te diría que esto es romántico pero en el momento menos indicado– me mira un momento a los labios y me hace suspirar a lo que me regaño debo de dejar de suspirar por el. Luego su mirada se posa en mis ojos y me da un cálido beso en mi frente.

–Esta lloviendo demasiado, Beatríz, ven vámonos

En realidad parece que el agua no acabará, el cielo está gris con sus nubes a pesar de ser de noche se puede distinguir.

Caminamos de la mano, las mariposas salen a flote, no me suelta en todo el camino, ni aún así dentro del taxi.
Le doy la dirección de mi casa cruzando los dedos para que él no decida bajarse en mi casa.
Estamos sentados en la parte trasera del taxi mojados completamente por el agua.
No dice ninguna palabra en todo el camino y yo al igual que el prefiero el silencio.

Pensé que me dejaría hasta mi casa y el se iría a la suya pero por lo que veo mis planes no dieron resultado.
Ahora más que nada tengo miedo, nos encontramos ya fuera del taxi a unos pasos de la casa, podrá darse cuenta de toda la verdad de mi vida y ahora sí, podrá alejarse de mi sin que yo se lo pida.

"Ya falta poco para que descubra que mi vida no es nada, sólo un hueco oscuro y vacío que me mantiene de pie"

Mi jefe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora