Lucifer solo castiga a los malvados

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-Buenos días... aunque me parece que más bien son buenas madrugadas. - dijo Scott al despertar al hombre que dejó inconsciente la noche anterior.

-¿Dónde estoy? - balbuceó él intentando librarse de las cadenas.

-Detroit, a tan solo unas manzanas de tu casa. - le contestó Scott colocando los electrodos alrededor de su cabeza.

-¿Quién diablos eres?

La respuesta era obvia «Scott» pero comenzó a plantearse si de verdad quería que le llamasen así. No, su nombre debía ser redundante y exageradamente atractivo... como un superhéroe, ¿eso era él, un superhéroe?

Conseguía la justicia por sus propios métodos, usaba violencia solo cuando era necesario, quería mantener su identidad en secreto... era un superhéroe.

O un supervillano, porque todo es muy relativo ¿no creen los malvados que lo que hacen es bueno? ¿Y si todos fuésemos malos por dentro y lo disimulásemos siguiendo la corriente a la sociedad?

Más de una vez Scott no había hecho algo por miedo al castigo en vez de seguir su conciencia, pero no todas las conciencias son iguales...

Scott salió de la habitación sin dejar ningún objeto cerca de él... de ahora en adelante se llamaría experimento 1.

«¿Cómo quiero ser conocido?», se preguntaba Scott paseando de un lado a otro.

En ese momento empezó a hablar/discutir consigo mismo, cómo era usual en él.

-Justiciero Enmascarado.- pensó imaginándose cómo rescataba a una damisela en apuros en el viejo oeste.

-Aunque no llevo máscara...

-Un animal noble... águila de la noche. - una capa que con el viento pareciera un par de alas en su espalda.

-Los águilas no son nocturnas, pero además suena extremadamente patriótico para alguien ilegal. - se corrigió con rapidez.

-Algo simple... omega.- pensó en sus años de universidad sin recordar cómo consiguió sobrevivir en el campus.

-¿Una letra griega? Es soso y algo estúpido, como llamarse erre.

-¡Y qué más da si en las noticias me van a considerar un criminal! Un pobre diablo... - se quedó parado. - eso es, Lucifer.