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-No hablo con extraños. - cuando la niña se dio la vuelta para responderle, vio que su cara estaba llena de lágrimas.

-Yo soy Lucifer, ¿y tú ?- la preguntó sin quitarse las gafas.

-Demi. - contestó ella secándose la nariz con la manga de su sudadera de Minnie rosa.

-Vale, ya no somos desconocidos Demi, ya podemos hablar. - él la ofreció un pañuelo y ella lo cogió agradeciéndolo con una sonrisa casi imperceptible. - ¿Qué te ocurre?

-Me caí. - la niña le devolvió el pañuelo usado y se levantó una manga para dejar ver una herida ensangrentada.

-Oh... ¿te duele mucho?- la niña asintió tragando saliva y cogiendo aire sin tempo, típico cuando pasas llorando lo que fuese que hubiera pasado esa pobre criatura. - ¿Dónde está tu mamá?

-¿Mamá...?- el labio de la niña empezó a temblar y sus ojos se humedecieron. - ¡No lo sé !- gritó ella llorando desconsoladamente.

-Vale. - Scott vio como desde el final de la calle se dirigía hacia allí la propietaria del gato. -¿Vamos a mi casa para que pueda curarte? - le ofreció señalando su herida que se estaba empezando a infectar.

-Si. - la ayudó a subirse al coche y se fueron dejando a Scott con las ganas de ver la cara de sorpresa de la ladrona.

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-¿Mejor? - preguntó Scott guardando el betadine en su sitio.

-Si. - dijo la niña orgullosa de su tirita de Nemo.

Scott apagó la música que había escogido Demi, una canción brutalmente violenta llena de palabrotas, pero a ella le gustaba.

-Es hora de irse a casa. señorita.- dijo él con cierta tristeza, iba a echar de menos que alguien revolviese sus discos en busca de el cantajuegos.

-¿Ya? - la niña adelantó su labio inferior e hizo sus ojos más grandes y brillantes. Scott se mantuvo firme (después de haber caído tres veces antes).

-¿Dónde vives?

Lucifer solo castiga a los malvadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora