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-Buenos días. - dijo Scott con una sonrisa , al ver que su invitada ya estaba despierta.

-¿Scott?-dejó de tirar del picaporte bloqueado .- ¡Eres tú!- gritó con un énfasis desmedido.

-Claro, ¿has dormido bien?- Emma se acercó de puntillas y él le ofreció el mismo desayuno que tomaba.

-No, gracias, tengo que ir a trabajar. - ella apartó el plato y le miró con impaciencia.

-No te preocupes, ya he llamado a casa del pequeño Paul para decirles que dimites. - sonrió, pero lejos de obtener de vuelta el cariño que él esperaba, recibió una bofetada en la cara.

-¿Quién te crees que eres?- gritó ella dando una patada de frustración contra la pared más cercana.

-Yo también he dejado mi trabajo.- Emma abrió tanto los ojos que parecían a punto de caer y rodar por el suelo.

-¿Por qué ?- agarró los mechones de pelo de los lados de su cabeza y los estiró hacia atrás.

-Amor, debemos esforzarnos al máximo en la relación y esos trabajos solo nos quitan tiempo.

Emma salió corriendo a la misma puerta por la que había intentado escapar antes pero estaba cerrada, probó con la puerta de atrás pero estaba igualmente bloqueada, en un acto de desesperación tiró de la ventana cuyas juntas estaban pegadas.

-¿Te encuentras bien cielo? ¿Estás cómoda?- preguntó Scott que la seguía a toda velocidad.

-¡Quiero salir!- chilló golpeando la ventana con una silla de madera.

-No deberías hacer eso cariño...- la advirtió él, aunque demasiado tarde. Porque la silla se había partido y chocado violentamente contra Emma. - Es cristal blindado.

-Mierda.- murmuró Emma mirando su mano ensangrentada, sus ojos se entrecerraron y cayó al suelo cómo un saco, como sucedía en las películas parecía que ocurría a cámara lenta.

-¡Emm!- gritó Scott mientras la recogía entre sus brazos dulcemente y la llevaba hasta su cama para curarle las heridas.

Lucifer solo castiga a los malvadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora