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Scott estaba dispuesto a conseguir lo que se había propuesto. Entró en la casa con un ramo de rosas blancas en una mano y un oso de peluche de medio metro en la otra, mientras de fondo sonaban los acordes de la canción más romántica que él conocía Lacrimosa de Mozart.

Pero la casa estaba vacía.

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-¿Es esto la vida real?¿Es solo fantasía?
No hay escape de la realidad.

Sólo soy un pobre chico, necesito compasión.

De todos modos el viento sopla, realmente no me importa.

Mamá, la vida ha comenzado .
- Scott se dirigió a su madre que lloraba en el banquillo junto a su hermano.-
Pero ahora me he ido y lo tiré todo.

No fue mi intención hacerte llorar.

Si no vuelvo de nuevo esta vez
sigue adelante, sigue adelante, mamá.

- verla así de destruida le rompía el alma. -

A veces desearía no haber nacido en absoluto.

- sus ojos se movieron hasta Emma, a pesar de todo esperaba un poco de compasión .-

Pero soy solo un pobre muchacho y nadie me ama.

- ella apartó la mirada con desprecio, así que Scott se dirigió al juez.-

No soy más que un pobre muchacho de una familia pobre.

- Ni siquiera finjía interés en su historia.-

Belcebú tiene un diablo a un lado para mí. -

extendió la vista a toda la sala , en la que cada persona allí sentada le lanzaba miradas de odio que dolían más que todo lo que le habían hecho en la cárcel.

-Nada realmente importa.

-Señoría, quisiera anular la sentencia alegando la enajenación mental de mi cliente.- dijo su propio abogado, no habían hablado nada de eso.

-Lo siento, hacer cosas malas a gente mala, me hace sentir bien.- admitió Scott.

Lucifer solo castiga a los malvadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora