Virgen (parte 2)

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Perdón por la demora!!! 


tercera persona/



-Yo...no puedo.

Mitch saltó de la cama, donde estaba prácticamente atacando a Scott y rezó a los dioses que se lo tragara la tierra. Demonios! lo había tocado 10 segundos y se había lanzado a él con toda la pasión que cabía en su pequeño cuerpo, tal como sabía que sería si Scott cometía el error de tocarlo. Y es que para Mitch, Scott era todo, había algo especial en esa adorable inocencia del joven que lo volvía loco, permanentemente se sorprendía a sí mismo fantaseando con meterse a la cama de su amigo y descubrir qué tan inocente era en realidad.

Aún podía sentir el calor del cuerpo de Scott en el suyo, como un recordatorio de lo que acababa de hacer. Sintió el calor extenderse por su cuerpo, pero esta vez lo reconoció como vergüenza. Scott lo había rechazado. Mitch se había lanzado desesperado a Scott, ofreciéndole todo su ser y él lo había rechazado. Sus mejillas se tiñeron de rojo y pegó su vista en el piso, por eso Scott jamás le había insinuado nada, a pesar de que Mitch le daba todas la indirectas posibles. Esa era la razón, en realidad Scott no lo deseaba. Entonces Mitch recordó un detalle muy importante..."Quiero besarte". Esas fueron las palabras Scott. El joven más pequeño no podía estar más confundido, entonces vino el enojo.

-¿Qué demonios Scott?!! Tu dijis--- Su voz se desvaneció en un susurro y contuvo todo la rabia y la vergüenza que lo había poseído por un momento, uno simplemente no podía estar enojado con Scott Hoying y su hermosa cara sonrojada.

Estaba sentado en la cama,con las piernas abiertas y las rodillas alzadas. Sus manos apoyadas en el colchón, entre sus piernas, en un intento inútil por esconder la evidencia de su deseo. Tenía la mirada gacha y un bello rosado adornaba sus mejillas, a pesar de que tenía el ceño fruncido, se veía dolorosamente adorable.

La mente de Scott daba vueltas, por una parte estaba mareado de deseo por el chico que tenía al frente, la erección entre sus piernas no lo dejaba pensar con claridad. Por otro lado, estaba totalmente furioso consigo mismo, Mitch tenía todo el derecho de gritarle y se estaba preparando mentalmente para la avalancha de recriminaciones, pero cuando guardó silencio por mucho tiempo, se atrevió a levantar la mirada tímidamente.

En vez de la rabia que esperaba encontrar en sus ojos, tenía una expresión que era la mezcla perfecta entre confusión, deseo y vergüenza. Tan hermoso. Necesitaba disculparse por lo que acababa de suceder, tenía que explicarle de alguna forma su predicamento, el problema es que no tenía ni idea de cómo empezar a hacerlo. Antes de que pudiera ordenar las palabras en su cabeza, lo sorprendió la melodiosa voz de Mitch.

-Lo siento...-dijo en un susurro -No debí besarte así...yo...malinterpreté las cosas- La forma en que su voz sonó tímida y temblorosa hizo que Scott soltara el aire que no sabía que estaba conteniendo y no supo en qué momento respirar se había vuelto tan doloroso -Voy a estar en la sala...

Scott sintió una ola de pánico cuando el muchacho se dió la vuelta y caminó en dirección a la puerta, supo que si Mitch atravesaba el umbral morirían todas las oportunidades que pudiera tener con él. Tenía que hacer algo, incluso si eso significaba arriesgar su preciada amistad. La andrógina figura del chico estaba por llegar a la puerta cuando las palabras abandonaron la boca de Scott, paralizando toda acción en la habitación y evaporando cada brizna de aire que pudiera respirarse.

-Soy virgen.

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.

.

Esas dos palabras martilleaban en el cerebro de Mitch a toda prisa. Estaba de espaldas a su amigo, paralizado ¿era una broma? No, Scott no hubiera hecho una broma así en ese momento. De hecho, tenía bastante sentido, eso explicaba muchas cosas. Sin embargo Mitch seguía incrédulo, estamos hablando de Scott Hoying, ese rubio alto de ojos azules que te cuelan el alma, ese hombre encantador que se asemeja más a un Dios Griego que a un ser simple y terrenal. El mismo Mitch había perdido la cuenta de cuántas veces había visto a hombres y mujeres lanzarse sin pudor sobre Scott, tal como lo había hecho él hace sólo unos momentos.

-Si estas jugando conmigo, te juro que te mataré- Dijo Mitch, cuando pudo encontrar las palabras, pero aún sin voltearse.

-No estoy jugando contigo, Mitchy.

La voz de Scott lo sorprendió muy cerca, retumbando suavemente en sus oídos y violentamente en su corazón, la piel de su nuca se erizó sólo por saber que Scott estaba detrás suyo y antes de que pudiera reaccionar, el rubio había enroscado sus brazos a su alrededor, su cara hundida en el hueco de su cuello, desde atrás, haciéndole más difícil pensar con claridad. Sus manos se hicieron puños, más nervioso que nunca. Aún no estaba seguro de que siquiera fuera posible que Scott jamás haya tenido sexo con nadie.

-¿Cómo?- Pensó que era una pregunta estúpida, pero necesitaba hacerla, necesitaba saber que Scott estaba siendo sincero con él.

-Yo...no lo sé- Se rió de una manera adorable y se demoró varios segundo en seguir hablando -Dios! Estoy tan avergonzado- Escondió más la cara en el cuello de Mitch, provocándole sin querer miles de sensaciones confusas -No es que nunca quisiera hacerlo, solo, nunca pasó...luego empecé a evitarlo porque me daba mucha vergüenza aceptarlo. De hecho...es la primera vez que se lo digo a alguien.

El cuerpo de Mitch se recostó sin casi notarlo contra el pecho de Scott, siempre se sorprendía inclinándose hacia él, como si una misteriosa carga electromagnética lo atara al fornido cuerpo de su amigo. Necesitaba saber...tenía que saber...

-¿Por qué dijiste eso...acerca de querer besarme?- murmuró, pero estaban tan cerca que Scott lo oyó fuerte y claro.

-Porque es la verdad...Mitch, tu sabes que te adoro. Eres la criatura más hermosa que he visto en mi vida y tan, tan sexy que me cuesta respirar cada vez que estamos solos así -De alguna forma, la distraída mente de Mitch se dio cuenta de cómo las manos de Scott se deslizaron por su torso, hasta que cada una de sus palmas sujetaban sus caderas desde atrás. El aire de sus pulmones lo abandonó de golpe cuando esas manos tiraron de él para pegarlo más al cuerpo de Scott y habló en su oído -Cada vez que siquiera pienso en la palabras 'sexo' es tu silueta la que se materializa en mi mente....sólo tu.

Mitch no supo cuanto tiempo le tomó recuperar las funciones de su cuerpo, pero cuando lo hizo la realidad lo golpeó fuerte. Scott lo deseaba, tanto como él, pero no solo eso; Mitch podía ser el primero.

 Se dio la vuelta con cuidado, hasta estar frente a frente con esos ojos hermosos ojos azules y esas mejillas muy sonrojadas. Sus propios ojos brillaron ante la posibilidad de ser él, el primero en tener a su disposición el cuerpo de Scott. La sola idea era tan mágica que rayaba en lo absurdo. Mitch se quedó sin palabras ante la intensidad de la mirada de Scott, estaba cargada de tanta lujuria y desesperación que a Mitch le temblaron las rodillas.

Lentamente, puso las manos en el ancho torso de Scott y lo guió marcha atrás hasta la cama, otra vez. Dejó que sus ojos reflejaran toda la adrenalina que su cuerpo no era capaz de controlar, él, Mitch Grassi, sería el primer hombre de Scott, iba a marcarlo, a enseñarle. Estaba tan nervioso cómo el mismo Scott, porque quería entregarse a él con toda su alma y quería hacerlo bien, ya que no tenía un punto de comparación, quería que cada vez que Scott recordara esta tarde, volviera a desearlo tanto como lo hacía él.

Sus ojos no se despegaron en ningún momento, mientras Scott volvía a tomar su posición, sentado en el centro de la cama de Mitch, la escena entera en cámara lenta. Mitch gateó por la cama hasta sentarse sobre las caderas de Scott, la posición provocó que Mitch tuviera que mirarlo hacia abajo , perdiéndose otra vez en esas turbias lagunas azules.

-Estoy muy nervioso- Dijo Scott, con una expresión muy seria. Mitch en cambio sonrió ante la adorable situación, él también estaba nervioso pero ya no había vuelta atrás. Algo totalmente mágico había pasado y Scott lo quería también, ahora iba a aprovechar cada segundo de esa tarde para grabarse a fuego en los sentidos de su amigo, iba a dar lo mejor de si mismo para valiera la pena...para que lo recordara siempre.

-Tranquilo...yo cuidaré de ti- Susurró y muy lentamente se desvaneció el espacio entre sus bocas.

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