Casi

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***Esta idea vino a mi y la escribí en tiempo récord antes de olvidarla.  Cuéntenme después qué les pareció. Cariños!*** 







−Scott! Ahora no, están por llegar− Dijo Mitch, con su espalda pegada a una de las paredes de la cocina y la boca del rubio succionando el pulso desbocado de su cuello.

Quería resistirse, en serio lo intentaba, y sus palabras eran las correctas, pero su cuerpo no escuchaba su propio discurso y reaccionaba a cada una de las caricias de ese hombre alto, que lo tenía acorralado y presionaba su entrepierna con firmeza contra la de Mitch.

Scott no se detuvo. Siempre pudo leer a Mitch como un libro abierto y sabía que sus palabras no tenía mucha validez cuando enredaba sus delgados dedos en sus cabellos y movía las caderas a su encuentro, gimiendo con cada pequeña fricción entre sus erecciones, a través de la áspera tela de sus jeans.

Pero Mitch tenía razón, estaban por llegar y Scott debía ser cuidadoso con empezar lo que no podía terminar... o simplemente ser rápido al respecto.

−Por favor, Mitchy...te necesito− Enfatizó su ronca voz con un movimiento especialmente rudo de sus caderas y una mordida en la clavícula de Mitch.

Tantos años juntos y Scott aun podía hacer que Mitch se olvidara del resto del mundo con unas cuantas palabras. Sí, ahora su relación era mucho más domestica que antes. Ya no se encontraban en lugares peculiares a saciar el hambre de sus cuerpos, ya no salían de fiesta a moverse el uno contra el otro, sensualmente, en la pista de baile... y de seguro que ya no follaban rudo en medio de la cocina a plena luz del día.

Por eso Mitch estaba tan sorprendido. Scott había regresado del trabajo justo a tiempo, solo un poco antes de Mitch. Compró la cena en el camino y apenas entró a la hogareña casa, se dirigió a la cocina para ponerla en el horno, lista para calentarla cuando sonara la bocina del minibús anunciando que los demás ya habían llegado. Cuando Mitch lo fue a recibir con su característico beso de bienvenida, Scott se giró de forma rápida y lo acorraló contra la pared. Mitch no podía recordar el tiempo exacto desde la última vez que tuvieron sexo, quizá fue hace unas tres semanas. La verdad es que terminaban sus días completamente agotados y para ser honestos, ya no eran unos muchachitos con las hormonas revolucionadas.

Pero bastaron los labios de Scott en los suyos para que se fundiera en su abrazo... y bastaron esas manos en sus caderas, para tensarse contra ese hombre y besarlo con un nuevo fervor.

Mitch no quería arriesgarse y ser sorprendido en algo que sería muy difícil de explicar; pero Scott no le daba tregua y cuando comenzó a morder su cuello, Mitch tuvo que recordarse que estaba intentando detenerlo, en vez de rogarle porque lo follara con fuerza contra el mueble de la cocina.

−Scott... estamos en la cocina− dijo, entre gemidos, mientras Scott bajaba una de sus manos para acariciarlo por encima de la ropa.

−Sí, lo noté.

−Sabes a lo qu..que me refiero... aayyy, la puerta está abierta...

−Por favor, Mitch... aún tenemos unos minutos.

Mitch quería protestar, quería explicarle que debían comportarse como los adultos responsables que son y esperar hasta la noche, cuando los demás estuvieran dormidos; pero ninguna palabra salió de su boca cuando Scott llevó su otra mano a su trasero y lo pegó más contra él, volviendo a besarlo de una forma desesperada, callándolo con su boca.

Scott desabrochó rápidamente el pantalón de Mitch, y antes de que tuviera la oportunidad de intentar convencerlo que no deberían estar haciendo esto, bajó sus prendas hasta dejarlo semidesnudo. No esperó ni un segundo para sacar la camisa violeta del delgado cuerpo de Mitch, sin molestarse en desabrochar los botones; solo la subió por sobre su cabeza hasta que pudo volver a admirar a ese hermoso hombre, que adora, que conoce desde toda la vida, en todo el esplendor de su desnudez.

scomiche One Shots (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora