Gym

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Hola!! Ésto es parte de la celebración por las muchas lecturas de esta cosa llena de sexo y malas palabras :)   (también escribiré algo romántico porque si) 


Antes de empezar, 

notarán al leer que éste one shot, al igual que el último, es bastante más largo. Personalmente, creo que los resultados son mucho mejores al tomarme más tiempo para escribir, me gustaría que al terminar de leer esto me comentaran también qué les pareció,  se los agradeceré mucho <3 

ok, aquí está su sucio smut. (atención a la foto adjunta)


***

Que viva la ciencia, que viva la poesía. 

Qué viva siento mi lengua cuando tu lengua está sobre la lengua mía. 




***

De un tiempo a esta parte, Mitch empezó a cuidar su cuerpo. Así de simple. No hay una historia trágica detrás, no hay un novio estúpido quejándose de su peso, no hay un trauma de la infancia o un desorden alimenticio. Mitch tuvo la suerte de crecer con la gente correcta, de rodearse con la compañía precisa y afortunadamente la apariencia física nunca fue un problema para él ni para los que lo rodeaban. Sus inseguridades siempre fueron más enfocadas a su personalidad, a lo difícil que le resultaba desenvolverse con personas desconocidas y a lo tímido que podía llegar a ser. Aún está trabajando en esa parte.

Por ahora, se concentró en su cuerpo. Al cumplir los 24, decidió calmarse un poco. Disminuyó su consumo de alcohol considerablemente y empezó a elegir la comida más sana. Todo iba viento en popa y el siguiente paso para Mitch fue inscribirse en un gimnasio.

La primera semana fue una tortura, llegó a su casa cada día odiando el puto gimnasio mientras se duchaba en un intento de aliviar un poco el dolor de sus músculos. De TODOS sus músculos, dios, le dolía hasta el pelo. Muchas veces pasó por su mente mandar todo a la mierda y no ir más a sufrir, pero algo siempre lo detenía.

Más bien, alguien.

Su entrenador personal era una cosa de otro mundo. Un rubio, altísimo, con unos hombros anchos que seguramente podrían cargarlo como si no pesara nada. Tenía un par de ojos azules, cristalinos, pero de alguna forma extraña, siempre turbios. A Mitch (y al resto del gimnasio) se le hacía agua la boca cada vez que Scott, su maravilla de entrenador, le enseñada un nuevo ejercicio. Veía en trance como se flexionaban los músculos de sus brazos fuertes, como se le pegaba la camiseta llena de sudor, como sus shorts marcaban deliciosamente su trasero con cada sentadilla. Esa era la razón para que Mitch siguiera sometiéndose a ese calvario, ver a ese hombre hacía que valiera la pena tanto dolor.

Con el paso del tiempo, efectivamente el dolor se hizo cada vez menos y para cuando habían pasado cuatro meses de entrenamiento, Mitch se sentía mucho más satisfecho con su cuerpo. También descubrió como era capaz de sonrojarse cuando Scott le hacía algún cumplido por su avance y, aunque nunca sería capaz de confesarlo, eso le agregaba otro factor a sus motivaciones.

−Wow, Mitch, cada día estás más tonificado.

Ok, calma, Mitch. Es una observación estrictamente profesional. Se decía Mitch, pero el sonrojo cubrió sus mejillas de todas formas. Cuando recién llegó al Gimnasio, Scott jamás dijo una palabra negativa acerca de su físico y programaron sus ejercicios en base a los objetivos de Mitch, no a los establecidos socialmente. Eso era algo que le gustaba a Mitch. Scott siempre hacía cumplidos del tipo "estás avanzando rápido" o "Eres muy perseverante , pronto lograrás tu meta", nunca decía que necesitaba estar en mejor forma para verse "más" sexy o "más" atractivo. Mitch no estaba seguro, pero le gustaba pensar que se debía a que de todas formas era una persona atractiva, sixpack o no.

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