Capitulo 4 : Las brechas del Inframundo

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- Escucha, esto es peligroso- me dijo con voz seria- obedéceme, o mueres, esto no es un juego, es peligroso y todavía eres frágil, así que hasta que aprendas todo lo que necesitas no harás nada que yo no te haya dicho que hagas.
Le mire con seriedad, estaba decidida ha hacer cualquier cosa por salvar a este mundo, pero no le veía utilidad a quedarme en una habitación de un motel que ni si quiera tenia cocina, lo máximo que iba a poder hacer allí seria lamentar todo lo que había pasado.
       Salió de la habitación sin decir palabra, me senté en el sillón enterrando mi cara en mis manos. Estaba triste, pero estaba muy furiosa y no sabia porque, el ángel no me había hecho nada, pero sentía la necesidad de destrozar algo para destensarme.
           Pasaron las horas y yo llegue a creer que no volvería. Me dormí, y por una vez no tuve pesadillas, no soñé nada, solo un vacío negro.
Me desperté con el ruido de unas llaves abriendo la puerta, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas, cegándome por un par de segundos.
Al abrirse la puerta pude ver al ángel, detrás de el entro un chico.
- ¿Hola?- dije con una expresión de confusión plasmada en mi rostro, como si estuviese exigiendo respuestas al ángel. Él pareció comprenderlo ya que me dijo:
- Este es Sam- quería hacerle mil preguntas al ángel, pero él continuo hablando- Ha perdido a toda su familia, va ha ayudarnos.
- ¿Y no crees que deberíamos evitar poner a gente en peligro?- se lo dije con cierto tono de reproche, supongo que en el fondo solo quería estar con la menor compañía posible.
- Das por hecho que no tiene bada de especial- me miró levantando una ceja para luego continuar- ya sabéis, de aquí ni moveros .
- ¿Te vas?- dijimos Sam y yo a unísono, para luego mirarnos mutuamente con sorpresa.
- Si, volveré por la noche.- salió por la puerta sin dar explicaciones.
Sentí como la rabia me inundaba pero decidí contenerme ya que tenia compañía. Me giré hacia él y le mire de arriba a abajo.
Era mucho más alto que yo, tenia ojos oscuros y pelo castaño, además tenia brazos bastante musculosos por lo que deduje que su fuerte era pelear.
- Katia- le tendí la mano- tengo catorce años y superpoderes raritos, ¿y tú?
El chico sonrio y agarrando me la mano dijo:
-Sam, tengo dieciseis y al contrarío de lo que ha dicho Gabriel, no tengo superpoderes- me miro con una sonrisa tímida.
- ¿Se llama Gabriel? ¿Ese no es un arcángel?- pregunté con curiosidad.
- Si, al parecer esta buscando gente para ayudar ha cerrar brechas que se están abriendo en el inframundo,
no se muy b...
-¿Brechas? Entonces los espíritus y demonios ¿están saliendo?- le interrumpí frunciendo el ceño.
-Pues eso parece...-al decir eso su sonrisa desapareció, bajo la vista al suelo y por sus ojos pasó una sombra de desesperación. Pasamos gran parte de la noche callados, cada uno a sus cosas.
   Los meses siguientes los pasamos viajando de motel en motel, por el día entrenábamos , y por la boche Gabriel desaparecía misteriosamente,y obviamente no nos respondió a nuestras preguntas.
   Me hice más fuerte y conseguí dominar mis poderes y aprendi ha manipular mentes, Sam, por otro lado, aprendió luchar y ha disparar. La relación entre Sam y yo era como la de dos adolescentes normales, con Gabriel me llevaba bien, pero mi fuerte temperamento me llevo a discutir alguna vez con él, además, se notaba que le tenia un gran aprecio a Sam.
        Todo iba normal, pero justamente el día que cumplía quince años, Gabriel entro corriendo en la habitación muy alarmado, y nos dijo que recogiésemos, nos íbamos a ir otra vez... Pero no pude evitar pensar, ¿Porque tanta prisa?

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora