Capitulo 17: Llamada.

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Un ruido me despertó, me deshice del abrazo de mi hermano y salí de la cama y escuche de nuevo ese ruido, era cono un susurro indescifrable.
-Katherine...-fue la única palabra que entendí entre los murmullos indescifrables. Coloqué mi pañuelo rojo sobre mis hombros y me puse unas botas negras. Avance hacia la puerta y giré el pomo con sumo cuidado. El susurro se volvió más insistente, como si él que lo emitía se estuviese impacientando.
Me alejé del motel y me adentré en el bosque, apenas veía nada, la única iluminación que tenía era la luz de la luna que se filtraba entre las ramas de los árboles del bosque en el que me estaba adentrando. Llegué a un claro y vi la sombra de un hombre, me paré y ladeé la cabeza, mis ojos y mis venas se volvieron rojos durante un instante, me costaba entrar en su mente, cuando lo conseguí lo único que pude ver fue destrucción, aparté la mirada dando un grito llevándome las manos a la cabeza. -Ay niña- era una voz grave áspera y rota-No lo vuelvas ha intentar, mejor déjame hablar a mí.-el hombre se giró, no, no era un hombre, pude ver sus ojos rojos, tenia la piel seca, casi como muerta además de llenas de heridas.-Te ofrezco la oportunidad de sobrevivir a la Apocalipsis, solo tienes que ayudarme.-fruncí el ceño, no pensaba aceptar dijese lo que dijese- Tu tienes el poder de abrir las doscientas puertas del averno.
-Ni de coña.- el demonio río sarcásticamente.
-No te lo estoy preguntando, me ayudaras, aunque si no lo haces por voluntad propia, tendré que obligarte- se acercó a mí, estuve tentada de retroceder, era demasiado imponente, y estaba lleno de odio y furia. Pude ver como en su mano aparecía como por arte de magia y antes de que pudiese reaccionar sentí como el acero se hundía en mi pecho.
Me desperté con un grito ahogado de nuevo entre las sábanas blancas iluminadas por la luz plateada de la luna, hundí mis manos en el edredón respirando agitadamente, giré mi cabeza para ver a mi hermano, tenía la boca entreabierta y su pelo rubio estaba pegado a su frente por el sudor. Pase mi mano por mi castaña y enredada melena para apartarla de mi rostro.
Bajé de la cama sin poder dejar de pensar en el sueño que acababa de tener. Escudriñe cada rincón de la habitación, Gabriel no estaba.
-Típico-susurré dirigiéndome al baño.
Entré y cerré la puerta con cuidado para no hacer ruido. Me mire al espejo, vi una cara pálida y demacrada que se suponía que era yo, apenas me reconocía, estos dos años me habían hecho daño y sin apenas darme cuenta.
Escuché voces en la habitación. Salí del baño para encontrarme a Sam y a intentando levantar a mi hermano que se las pasaba bufando y tapándose con las mantas hasta la cabeza, les miré un par de segundos apoyada en el marco de la puerta, Gabriel se acerco a mi.
-Tenemos que hablar-me susurró cuando los otros dos chicos no escuchaban.
-Vale, yo también tengo que decirte algo, despierto a mi hermano y vamos a fuera.
Me acerqué a la cama en la que mi hermano seguía revolviéndose.
-Adam arriba- acaricié el bulto que yacía debajo de las sabanas, el volvió ha gruñir.
-Tengo un agujero en el pecho, parezco un colador dejadme descansar.-tras forcejear un poco conseguí destaparle, me levanté-Adam es tu última oportunidad.
-¿Y que haras? ¿Usaras tus poderes?- se rió abriendo un poco los ojos.
Me dejé caer encima suya sin siquiera pensar en si le haría daño, se quejo un poco e intento apartarme de su lado, sin embargo yo me abracé a él con brazos y piernas por lo que le resultó imposible.
-Pequeña, quítate de encima...- no le hice caso-Tu lo has querido.-deslizo sus manos hasta mi panza y empezó ha hacerme cosquillas, yo me revolví entre las sábanas para que parase.
-Vale, vale- rogué entre carcajadas intentando apartar sus manos-¡Sam socorro!- el chico que hasta ese momento había estado riendo en la cama de al lado se levanto y me separó de mi hermano-Gracias-susurré mientras volvía a coger aire.
Me alzó y me colocó encima de su hombro.-Me la llevo.-Rió mirando a mi hermano.-Ya verás como se levanta.-me susurró haciendo ademán de salir por la puerta, por el rabillo del ojo pude ver como mi hermano se levantaba rápidamente, y un par de segundos después sentí sus manos tirando de las mías.-¡Es mi tesoro!- gritó. Sin embargo nuestra estupida pelea fue interrumpida cuando Gabriel entro por la puerta y carraspeo para llamar nuestra atención.
-Kath...-me señalo la puerta para indicarme que saliese.
-Chicos ahora vuelvo, Adam, no te duermas, vete ha prepararte.
Salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí. Gabriel me estaba mirando, supuse que quería que yo hablase primero.
-Antes he tenido un sueño, pero no parecía un sueño, era como...- me paré, era una completa estupidez.
-¿Katia, el qué?
-Como una visión, había un demonio, y me decía que quería que le ayudase ja abrir las doscientas puertas.
-Mierda...-susurró para sí.
-¿Gabriel?-le miré con una expresión de confusión plasmada en el rostro.
-Es Lucifer, te ha llamado Lucifer.

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora