Capitulo 19: Adios

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La muerte de mi hermano fue devastadora, al igual que la desaparición de Sam. Gabriel me llevó mientras estaba inconsciente a un edificio bajo tierra protegido de demonios. Él apenas estaba conmigo, ya ni siquiera le preguntaba a donde iba, no me importaba. Mataba los días llorando, vagando por el edificio intentando encontrar una salida por donde escapar y empezar ha buscar a Sam.
No sabía cuanto tiempo llevaba encerrada, no podía medir el tiempo sin ver el exterior, pero serían aproximadamente dos semanas.
Estaba decidida ha salir de allí a cualquier precio.
-Katherine-mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Gabriel. Le miré intentando no mostrar emoción alguna, cosa que no me resultó nada difícil.
-¿Voy ha poder salir en algún momento?-él rodó los ojos.
-Cuando derrotemos a Lucifer.
-¡Y mientras tanto él probablemente esté torturando a Sam!-alcé la voz- ¡Y ni siquiera te has inmutado porque mi hermano ha muerto!
-¡Claro que me ha afectado, pero tengo que ser fuerte!-su cara se empezó ha poner roja de furia,
-¡Ser fuerte!-reí sarcásticamente-¡La mejor opción es que me entregue!-mis ojos se pudieron rojos delatando lo enfadada que me encontraba en ese momento. El ángel no dijo una palabra más y desapareció.
-¡Gabriel!-grité mirando a mi alrededor-¡Gabriel!
En ese momento sentí un tipo de energía distinta a la mía. Miré mi muñeca, no me sorprendió ver mis venas brillando de color rojo, pero este se mezclaba con el color azul claro que era usual ver en las de mi hermano. Corrí hacia el baño, sin embargo me paré en la mitad del pasillo, me sentía más ligera, podía correr más rápido y me sentía más fuerte.
-¿Que coño?-susurré y comencé ha correr de nuevo hacia la habitación más cercana. Cuando entré me acerqué al espejo, mire mis ojos, el derecho miraba de color rojo, pero me quede paralizada al ver que mi ojo izquierdo brillaba como lo hacían los de mi hermano, al igual que las venas de mis muñecas y cuello. Empecé ha respirar agitadamente, sentía que no podía controlar toda esa energía extra.
-Yo me voy de aquí.-corrí hasta mi habitación y me cambie de ropa.
Me puse una camiseta una sudadera y una chaqueta negra de cuero, al igual que mis pantalones y unas botas negras, me cubrí la cabeza con la capucha me colgué mi bolsa del hombro y me dirigí al salón principal, unas horas antes me había parecido ver como una grieta brillaba en una de las paredes, me acerqué a ella, en ese momento no había nada extraño. Pase mi mano sobre la grieta, no ocurrió nada.
-Mierda-miré a mi alrededor desesperada- ¿Que demonios tengo que hacer?-intente meter mis dedos entre el agujero de la pared, sin embargo no era lo suficientemente ancho.-Ha ver... Piensa, Kath.-estaba empezando ha creer que la grieta brillante había sido un sueño o un ilusión. Entonces se me ocurrió, puede que la puerta solo estuviese hecha para dejar pasar ha magos y ángeles.-Entonces si uso magia...-intenté de nuevo meter mis dedos entre los dos fragmentos de pared, y mientras lo hacía, descargué un poco de mi magia, un resplandor me cegó, y cuando abrí los ojos pude ver que me encontraba al lado de una pared con una grieta en un bosque. Era de noche, entre los árboles se podía ver la pequeña rendija blanca que era la luna. Desde donde yo me encontraba pude ver una carretera, sin embargo yo me dirigí hacia el interior del bosque. Paré de andar cuando estaba segura de que nadie podría verme. Agarré un palo y dibuje en el suelo un símbolo.

 Agarré un palo y dibuje en el suelo un símbolo

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-Esperemos que funcione.- me aparté unos pasos, y tras unos segundos el símbolo se iluminó con una luz roja que me obligó ha cerrar los ojos, cuando los abrí pude ver a Lucifer con Sam, me partió el alma verle, como yo ya me temía, le habían torturado.
Tenia una gran herida en la frente, el labio inferior roto le sangraba al igual que la nariz y las manos, algunos cortes en el pecho y una gran herida sangrante en el hombro. Pero lo que más me dolió fue su mirada, sus ojos verdes ya no tenían es luz, esa luz que solo yo podía percibir en las personas, la que me ayudaba ha saber lo mucho que me quería.
-Sam-intenté avanzar hacia él pero Lucifer me paró moviendo su mano.
-Supongo que vienes aquí para abrir las puertas.
-Vengo para salvarle- le corregí- déjale que se acerque.-Lucifer empujó a Sam, él apenas podía andar y estuvo apunto de caer al suelo, le sujeté para que no se desplomase e hice que me mirara a los ojos.
-Sammy-sentí una lágrima cayendo por mi mejilla-lo siento mucho debí intentar hacer algo.-él me sonrió levemente, y con mucho esfuerzo consiguió decir.
-Tranquila, estoy bien.
-No lo estás- acaricié su mejilla. Él se acercó a mí y me besó, sus labios sabían a sangre, pero fue el beso más dulce que me había dado, quería congelar ese momento y no separarme de él nunca, sin embargo sentí que mis pulmones empezaban ha quemar pidiendo aire, nos separamos y repusimos nuestros pulmones de oxígeno.
-Muy bonito, ahora Romeo, si no te importa, me voy ha llevar a tu Julieta.
Me acerqué de nuevo a Sam, y aproveche nuestro abrazo para curarle las heridas y decirle.
-And todo recto hasta que encuentres una roca cerca del final del bosque, en ella busca grieta, siéntate al lado y espera a Gabriel.- Cuando nos separamos él asintió levemente con la cabeza. Me dirigí hacia Lucifer que me agarró con fuerza del brazo, lo último que vi antes de desaparecer fue la mirada triste de Sam, él sabía que estaría bien, pero aún así pude percibir la preocupación en sus ojos.

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora