Capitulo 16: Miedos

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-¡Gabriel!- grité al ver que el ángel no me respondía.
- Tu madre, no murió en un accidente de coche- levanto la mirada y al ver mi frustración en los ojos intento enmendar su error- no le hizo daño, ya te dijeron que fue rápido, es verdad que no sufrió...
Yo no pude contener mi rabia, mis ojos se volvieron rojos al igual que mis manos, cree una orbe de energía roja y la lance contra el pecho de uno de los amordazados demonios matándolo al instante. Respiré agitadamente por el esfuerzo y me volví hacia Gabriel.
- ¿Empezamos?
Él me dijo sorprendido sorprendido:
-Claro- me señalo a los demonios-tienes que intentar controlar sus miedos, sacarlos y que les atormenten.
Les miré, cada vez que entraba en la primeras capa de su mente el dolor me consumía, lo intenté de nuevo, dolió prácticamente lo mismo, pero me esforcé por buscar, ningún ser vivo puede vivir sin miedo, ni siquiera un ser tan despreciable como un demonio, tras un par de minutos encontré una pequeña parte humana que su alma había conservado, y allí los encontré, salí de su mente y dirigí mis manos casi automáticamente y un destello rojo se dirigió hacia la cabeza del demonio. Este cayó en un trance, respiraba agitadamente y tenía convulsiones.
Mire a Gabriel en busca de su aprobación, él solo ladeo la cabeza y dijo- Tendrás que ser más rápida.- Me indico que continuase, y así pase horas, cada vez era menos doloroso, y he de decir que disfrute ejerciendo esa tortura, si tal vez fuese algo despreciable, pero sentí que lo merecían, sonreí al ver sus convulsiones, solté alguna carcajada cuando alguno emitía algún gemido o grito de dolor, en cierto modo, estaba vengando a mi madre.
   Pasaron si no recuerdo mal dos días, ya controlaba medianamente bien el control mental y lo ejecutaba en cuestión de décimas de segundos.
Volvimos al hotel y al entrar por la puerta me quedé paralizada, mi hermano estaba tendifo en una cama con una progunda herida en el pecho y al lado duya estaba Sam con una aguja y se disponia ha cosersela.
-¡Dios Adam!-corrí hasta la cama y me senté a su lado, coloque mi mano izquierda sobre la herida indicándole que se apretara y con la derecha le agarre del cuello y le di un beso en la frente- Tranquilo, todo saldrá bien. Sammy, la aguja.- él me la tendió preocupado, la herida era profunda y si no hacíamos algo se desangraría - Gabriel ¿Puedo usar mi magia?
El ángel pareció pensárselo, tras un par de segundos negó con la cabeza, sentí como mi respiración se entrecortaba.
-Es mi hermano Gabriel.
- Katia necesitamos toda tú energía.- le miré desesperada, pero al ver que no cambiaría de opinión observe a mi hermano jugando con la aguja  durante un par de segundos, nunca había hecho nada parecido, pero más o menos sabía lo que tenía que hacer gracias a mi madre, la madre que mataron los demonios, y estaba segura de que ellos eran los que le habían hecho eso a Adam, sacudí la cabeza, ni en broma dejaría que esos bichos me quitasen a nadie más.
-Hermanito, te va ha doler- él me apretó la mano durante un par de segundos en señal de aprobación, mire a sus hermosos ojos azules, suspire y hundí la aguja en su piel con la máxima delicadeza posible, él solo resopló un poco y continue pasando el hilo de un lado a otro, cada vez que la aguja se hundía en la piel de mi hermano él soltaba un gruñido, y llego un punto en el que Sam le dio la mano para que la apretase y yo no pude hacer otra cosa que sonreír ante ese gesto.
Tras un par de minutos terminé la operación, no era el mejor resultado, pero había detenido la hemorragia, con cuidado vende el torso de mi hermano ante la atenta mirada de los presentes
-¿Que ha ocurrido?-preguntó Gabriel.
-Unos demonios nos atacaron, Adam se  les atacó sin ningún cuidado y ese ha sido el resultado.- mi hermano soltó algo parecido a una risa, pero en seguida se volvió ha quejar por el dolor.
-Lo importante es que ahora estás bien.-le aparté su pelo rubio platino de la cara y sonreí al ver sus ojos azules,¿Como demonios se puede querer a alguien tanto cuando apenas has pasado una semana con él? Yo no paraba de repetirme eso, pero en ese momento comprendí que no podías intentar explicar el amor, es simplemente eso, amor, y ese chico era la única familia que me quedaba, por nada del mundo dejaría que algo malo le pasase, si quieren volver ha hacerle daño, primero tendrán que matarme.
Esa noche no dormí con Sam, dormí abrazada a mi hermano, asegurándome  de que nada malo le ocurría.

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora