Capitulo 23: Te cambio el puesto, hermano.

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Gabriel nos llevó a un prado en medio de la nada, me giré sobre mí misma y pude ver que no había nada en un radio de varios kilómetros.
-¿Aquí hay una puerta?-preguntó Sam dirigiéndose a Gabriel.
-La más aislada que he podido encontrar. Despedíos rápido.
Miré a Sam y corriendo fui ha abrazarle, él no me correspondió, si no que me levanto la cabeza y me hizo mirarle a los ojos.
-Júrame que seguirás con tu vida- le susurré. En su mente leí que no lo haría, que no quería hacerlo.-Si he significado algo, si me quieres júramelo.
-Te lo juro.-noté sin necesidad de usar mis poderes el dolor que sintió al decir esas palabras.
Instintivamente le besé y fue como si nada más existiese, sin Apocalipsis, sin demonios, sin ángeles, sin problemas.
Nos separamos y me susurró al oído.
-Adiós, brujita.- sonreí con tristeza.
-Adiós es muy triste, mejor, hasta luego.-bajó la cabeza mientras yo me alejaba en dirección a donde estaba Gabriel.
-¿Crees que lo conseguiré?-él asintió con la cabeza sin ningún entusiasmo.
-Gracias por todo, te echare de menos a pesar de los secretos.-rodeé su cuello con mis brazos y por una vez en toda mi vida me correspondió, mostrando que tenía una pizca humana en su alma.
-¿Puedo hacerte una última pregunta?-me separé de él.
-Ya la has hecho.- sonreí.
-Otra más.-asintió levemente y yo continué.-Si eres un ángel yo también ¿no?
-En efecto.
-¿Y donde están mis alas?
-Al ser medio ángel medio humana no son como las mías. Observa.-colocó sus manos en mi espalda y pude ver como brillaban, pude sentir un intenso calor y de repente noté algo más. Miré hacia atrás cuando Gabriel aparto las manos y pude ver la silueta de dos alas trazadas con magia roja y azul. Sonreí al comprobar que podía moverlas a mi antojo. Las batí y conseguí elevarme rápidamente del suelo.
-Puedes invocarlas cuando lo desees.
-Es... Es increíble.- estaba tan fascinada y absorta que Gabriel me tuvo que llamar la atención.
-Kath, las puertas.
-Perdón, voy, voy.
Me alejé un poco y empecé ha abrir la puerta, cerré los ojos para poder concentrarme y al abrirlos me encontré con  una brecha que emitía luz negra. Volví la cabeza para mirar por última vez a mi mundo.
Traspasé la puerta sin pensarlo, una luz me cegó y al abrir los ojos pude ver un pasillo de paredes y suelo negro, era muy similar a una cueva, en las paredes había antorchas que emanaban una luz roja. Me centré y note la energia de decenas de demonios corriendo hacía mi posición, pero a mi no me interesaban ellos, tardé un poco, pero conseguí encontrar a mi hermano, sentí como el hilo que nos ataba se hacía más fuerte, empecé ha correr rogando no encontrar a ningún demonio. Giré por los pasillos hasta llegar a una gruta oscura, creé una bola de energía que cambiaba de rojo a azul en apenas unos instantes, notaba cono dentro de esa esfera ambas energías luchaban por hacerse con el control.
Al iluminar la sala conseguí ver algunos cuerpos tirados en el suelo con graves heridas, parecían estar muertos, pero no lo estaban, ya que ahí abajo es imposible morir. Cerré los ojos y pude sentir claramente a mi hermano al fondo de la sala, avancé hacía allí con mucha cautela, cada vez que se escuchaba un ruido en la lejanía pegaba un salto de puro terror.
Tras un par de minutos observando cada uno de los cuerpos pude ver uno de ellos que me llamo la atención, la cara del chico estaba iluminada por la luz azul, los bucles de pelo rubio platino le caían sobre la frente, tenía las raíces oscuras como si fuese teñido, piel clara y una ligera barba morena, en el pecho tenía una herida profunda que había manchado su camiseta azul de sangre. Me acerqué a él y sonreí al ver su pecho subiendo y bajando lentamente. Toqué su frente, estaba ardiendo, pero era mejor a que estuviese frío como el cuerpo que había dejado en mi mundo. Apoyé mi mano sobre el lugar donde se encontraba la herida manchándome yo también de la sangre del chico que se estremeció, una luz roja emergió de mi mano y cuando la retire la herida había sanado y el chico despertó.
-Hermanito, tranquilo.- respiraba agitadamente y me había agarrado la muñeca con fuerza. Al reconocerme deslizó su mano hacia la mía entrelazando sus dedos con los míos. Me miró a los ojos y me vi obligada ha sonreír al ver sus preciosos iris azules claros que me hipnotizaban.
-Kathy.-me susurró abrazándome, se veía que no tenía fuerza alguna, por no hablar de que hasta que no saliese del inframundo no recuperaría sus poderes. Me levanté y le ayude, agarré su mano y le arrastré para que comenzase ha andar.
-¿Que haces aquí?-apenas lograba escuchar su voz.
-Vengo ha cambiarme por ti y ha cerrar las puertas.-él se paro en seco.
-¿Cambiarte por mi? No puedes quedarte.- noté como sus ojos se llenaban de lágrimas.-Eres lo único que tengo,-alzó la voz y pude notar su acento alemán-Si me sacad y te quedas no habrá cambiado nada, será como si siguiese muerto.
Y esa era la verdad, apenas estuvimos un par de semanas juntos y sentíamos que no podíamos vivir el uno sin el otra.
-Te juro que encontraré la manera de salir.- estaba mintiendo, pero necesitaba sacarle de ahí.
-¿Recuerdas que tenemos telepatía? Sé perfectamente que mientes, vas ha cerrar las puertas y no podrás volver ha abrirlas.
- Adam, no sabes la de energía que he gastado bajando aquí, por favor, necesito que salgas.- bajó la cabeza pero empezó ha correr a pesar de no tener fuerzas, y aún así era más rápido e iba prácticamente arrastrándome.
Le fui indicando todo el camino, cuando llegamos a la puerta no había demonios cerca, probablemente los que habían percibido la fisura ya habían salido.
Adam me abrazó sabiendo lo que ocurriría. Me dio un beso en la frente y yo en la mejilla.
-Te quiero, hermanita.-escuché pasos detrás nuestra así que le empujé hacia la puerta obligándole ha traspasarla mientras le gritaba.
-¡Te quiero Adam!-solté su mano y sin esperar más tiempo cerré las doscientas puertas sabiendo que no volvería ha verle.

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora