*La Tortura*

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El demonio estaba sentado en una silla dentro de una trampa para demonios, tenia un aspecto lamentable, heridas sangrantes en su rostro, pecho y brazos le hacían gritar de puro dolor, el ángel se quito la chaqueta dejando ver sus perfectas alas blancas, remango la camisa y agarró un cuchillo de la pequeña mesa de madera negruzca, lo introdujo en un líquido azulado y gelatinoso y se lo clavó en el pecho al demonio haciendo que este soltase un aullido de dolor.
-Dime donde esta Lucifer, o si no...-encendió un mechero que desprendió una llama azul. Al ver que el demonio no hablaba lo acerco a la recién abierta herida, y el fuego se propagó por donde el liquido estaba extendido. El demonio volvió a gritar, y al ver que el ángel volvía ha empapar el cuchillo con el fluido azul suplicó.
-Vale, vale por favor, hablaré pero no sigas- El hombre de alas blancas sonrío triunfal, no era fácil que un demonio confesase, ni siquiera por medio de tortura, pero él había conseguido que los dos últimos torturados lo hiciesen con tan sólo un par de horas atados a una silla. Muchos pensarían que esto es bastante cruel, pero esos seres lo merecían, el ser que tenia delante había matado a una familia de cuatro miembros, incluyendo a la niña a la que él debía proteger. Los remordimientos y la culpa consumían al ángel, por eso torturaba a los demonios, para vengar a las personas a las que ellos habían quitado la vida, y lo había conseguido, excepto von uno de ellos.
-Katia- murmuró al recordar eso, pero le sería imposible acabar con el demonio que había matado a la madre de la chica.
-Empieza ha hablar, ¿Donde está Lucifer? ¿Y que es lo que quiere?
El demonio suspiro y soltó un gemido de dolor antes de hablar.
-Quiere, quiere a una chica, dice que ella podrá abrir de una sola vez las quinientas puertas que hay, en vez de abrirlas una a una- miró al ángel, pero al ver que él no se movía y seguía inexpresivo continuó -Y qui-quiere acabar con este asqueroso y despreciable mundo, para después continuar con el de los cielos.
-¿Donde está?-el ángel alzó la voz.
-N-no, no lo se- tartamudeó, no lo hacía por miedo, un demonio jamás temería a un ángel, estaba tan débil que  apenas podía hablar.
El ángel bufó, estaba furioso. Agarró al demonio por el brazo y le alzó para mirarle a los ojos.
-Dime escoria,¿Prefieres morir, o que te deje aquí para que Lucifer te encuentre?-los ojos del demonio se volvieron rojos, se notaba el terror que le temían al ángel caído.
-No, prefiero la muerte mil veces antes que el castigo de Lucifer.
El ángel dibujo un círculo con el liquido azul alrededor de la silla en la que estaba sentado el demonio, prendió fuego al círculo y salió de la habitación dejando detrás de si al demonio agonizando entre las llamas.

Memorias de un ángel. #AllInAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora