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La curiosidad es algo muy fuerte. En especial cuando estás postrado a una cama sin idea de ti mismo.

¿Estaba enfermo?

Al menos descarto el haber tenido un accidente o que alguien me diera una golpiza hasta llegar al hospital.

"–¿Qué tanto piensas, niño bonito?"

La voz del tatuado casi me hizo perder el aliento, pero solo giré bruscamente mi vista lejos de la ventana.

"–N-Nada...Nada importante"

Él guardó silencio a mi respuesta, siguiendo con su lectura y empezando a molestarme.

"–¿Y qué hay de ti?"

Randal levantó la cabeza, viéndome con gesto perplejo.

"–Dijiste que me ayudarías...No estás ayudando, Randal"

A pesar de que mis palabras salieron con cierto sarcasmo, a él no pareció llegarle. Por lo que siguió actuando con tranquilidad, cerrando el libro y acercando su rostro cerca de mí.

Admito que eso me puso nervioso, pero intenté disimularlo y esperar a lo que tuviera que decir.

"–Este libro de aquí...Tú me obligaste a leerlo. Me gritaste que lo hiciera durante semanas"

¿En serio?

El bicolor dejó reposar la punta del lapiz sobre el pequeño puntito que cerraba aquel símbolo de interrogación en sus últimas palabras, sintiendo que un nudo le cerraba la garganta y se veía obligado a tragar con fuerza.

No recordar se estaba volviendo doloroso.



Aquí los cuatro capítulos de hoy. Tengo que ir a estudiar ;--; 

Bye!

Al amanecer ||Ortollins||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora