Al amanecer ||Ortollins||

7

Comienzo a cuestionarme a mí mismo gracias a él.

"–¿Por qué no comiste los dulces que te traje?"

Pero solo ignoré sus palabras desde que entró a la habitación cuando el sol empezó a aparecer, procurando no darle ni quiera una mirada.

"–Oye, Col"

Seguí garabateando en esta libreta, dibujando una fea caricatura de hombrecitos de palo que no tenían sentido alguno.

"–Colby, te estoy hablando"

"–Te oí"

Pero mi respuesta seca pareció serle entretenida.

"–¿Estás enojado conmigo, niño bonito?"

No pude evitar fruncir el ceño y bajar la libreta, ignorando el que mi corazón haya saltado a causa del carraspeo de su voz al decirme así.

"–Quiero respuestas. Dijiste que me ayudarías a recordar"

Randall había empezado a abrir aquella bolsa roja de dulces, tomando algunos de colores en lo que hablaba con exasperación.

Pareció saborearlos, asintiendo en gesto de aprobación y tomando otro puñado, ofreciéndomelo.

Arrugué mi labio, pasando mi mirada de sus nudillos a sus ojos claros llenos de amabilidad.

"–Eso estoy haciendo, Col"

Colby dejó de lado el lápiz junto a la libreta, colocándolos en la mesilla de junto y alistándose para dormir un poco.

Pero sus dedos tocaron accidentalmente el paquete de dulces que el tatuado insistió en dejar ahí antes de irse horas atrás.

El bicolor parpadeó un par de veces, sintiendo que su pulso se incrementaba locamente sin que él conociera la razón.

A pesar de ello, agarró un puñado de caramelos de la bolsa y los miró en la palma de su mano con cierto recelo.

Se veían normales, como los típicos dulces de los mini supermercados cerca del hospital, o tal vez de la misma cafetería.

Pero él ignoró todos esos pensamientos al tomar aire y rendirse a echarse aquellos caramelos a la boca.

Los probó con cierto miedo, soltando poco a poco su tensa mandíbula al masticar.

–Están ricos.