Al amanecer ||Ortollins||

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-Randy, yo puedo hacerlo...

-No. Tú quédate ahí, niño bonito. Yo me encargo de todo.

El bicolor solo suspiró frente al sonriente muchacho que siguió guardando varias de sus pertenencias en una mochila, mientras que él solo podía permanecer sentado a la orilla de la camilla balanceando sus vans por sobre el suelo.

Los exámenes habían dado buenos resultados, por lo que ya podía irse a casa en cuanto prometiera seguir las horas de sus medicamentos y así evitar cualquier ataque.

Colby seguía los movimientos del sonriente Randal, el cual parecía estar muy contento desde que llegó aquella mañana a ayudarlo con sus cosas.

-Oh, Randal, cariño- Habló de pronto una voz femenina, a lo que Colby no tardó en ver a su madre entrando a la habitación- No debiste molestarte con todo esto.

-No se preocupe, señora Lopez- Dijo amable el tatuado- Para mí es todo un placer.

La mujer sonrió agradecida, para a continuación darle una breve mirada a su hijo.

-Vamos, Colby ¿No tienes algo que decir tú también?

El bicolor pareció algo nervioso cuando los ojos azules del chico se centraron en él, viéndose obligado a tragar y evitar aquella mirada que lo ponía en su límite.

-Y-Yo le dije que podía solo.

La madre del menor lo regañó rápidamente con la mirada, mientras que Randal soltaba una pequeña carcajada y se disponía a ponerse la mochila ya lista al hombro.

-Oh, no te preocupes por eso, querido- Interrumpió la señora Lopez sus acciones, poniendo suavemente su mano en el hombro del muchacho- Yo la llevaré al auto.

-¿Está segura? No me molesta para nada.

La fémina asintió, a lo que Randy dejó que le quitara la mochila y la tomara a su espalda.

-Los esperaré abajo ¿Sí?

Colby no pudo evitar sentirse avergonzado cuando su propia madre guiñó un ojo en su dirección, sintiendo que el corazón se le saldría a la garganta y teniendo deseos de volver a estar recostado para ocultarse bajo las sábanas.

¿¡Qué mierda le pasaba últimamente!?

El silencio rodeó al par de chicos en cuanto la fémina abandonó el cuarto, por lo que ambos no tardaron en encontrar sus miradas.

Colby se había acostumbrado a perderse en los ojos del tatuado, y Randy no podía evitar sentir que su corazón saltaba al verse reflejado en esa castaña mirada que le resultaba tan adorable.

-¿Estás listo para volver a casa?- Habló por fin el tatuado, sonriéndole de lado al muchacho bicolor de coleta- Um...¿V-Vamos? Tu mamá nos espera...

Pero cuando quiso acercarse a la puerta, la mano de Colby le detuvo con suavidad antes de que pudiera continuar.

El bicolor parecía nervioso, y el tatuado no podía dejar de pensar en lo adorable que se veía sonrojado viéndole de esa manera.

-¿P-Podrías...Podrías decirme...?- Logró tragar, tomando el aire suficiente para hacer la pregunta- ¿Qué éramos antes de que perdiera la memoria?