38 ¦ Regreso

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—¿Cómo estoy? —preguntó Hoseok, arreglándose la camiseta frente al espejo. Jimin lo miraba desde atrás.

—Estás como siempre, Hobi. —respondió sonriendo.

—Así no me ayudas...

—Es tu madre, te conoce. Sabe que eres un friki.

—Ojalá aparezca Yoongi y te torture por la noche.

—Eso no suena muy bien... —Jimin se tapó los ojos, traumado.

—Quiero que mamá vea cuánto he cambiado.

Jimin se impulsó hasta ponerse a su lado.

—Has crecido mucho, Hoseok —reconoció —. Bueno, no de altura—Se llevó una colleja por parte del menor—. Vale, vale. Pero sí has crecido mucho por dentro.

Ambos se miraron en el espejo. Los dos habían cambiado mucho y se habían hecho grandes amigos. Tanto, que con una sola mirada ya eran capaces de hablarse.

—¿Estáis listos? —los interrumpió Namjoon, con Luda subida a su espalda.

—Luda —suspiró Hoseok— papá ya no tiene edad para eso, ni tú tampoco.

—Cállate, envidioso —Le sacó la lengua—. ¡Vamos, Señor Jimin!

En casa ahora era Luda la única que seguía tratando de usted. La relación entre Jimin y los padres de Hoseok se había estrechado y ya no había formalidades. Pero Luda, como siempre debía llevar la contraria y hacer todo distinto...

Salieron de la casa y se subieron al coche. Enseguida se pusieron camino al aeropuerto. Olía tanto a nervios que decidieron poner la radio y motivarse como nunca. Luda sacó sus dotes —nulas— de canto, Hoseok demostró que las tenía y Jimin destacó demasiado.

—¡No sabía que tenías esa voz! —dijo Namjoon, sorprendido.

—Yo tampoco... —añadió Hoseok, bajando la mirada.

—¿Te has empalmado? —le susurró Jimin al oído.

Efectivamente.

Hoseok se tapó la entrepierna sutilmente con las manos. Menos mal que Luda estaba de copilota y no podía ver nada.

—¿Por qué no venía Yoongi? —preguntó Jimin.

—Tenía una cena familiar.

—Vaya...

—No pasa nada, me ha dicho que mañana vendrá a vernos a casa.

—Sí, vendrá. —dijo Luda, sonriente.

Namjoon le guiñó el ojo a Jimin por el espejillo. Jimin dejó escapar una risilla, ya estaba al tanto de la situación.

Llegaron al parking del aeropuerto y bajaron del coche. Por suerte esta vez el vuelo no se había retrasado, y llegaría a su hora. En una hora estarían abrazando a Jinna.

***

—¡Mamá! —gritó Luda, con las lágrimas en los ojos. Corrió hacia su madre y la abrazó con fuerza, dejándose coger en brazos.

La maleta cayó al suelo y el servicial de Hoseok fue a recogerla enseguida.

—Mi niña —Jinna besó toda la cara de su hija una y otra y otra vez—. Mamá ya está en casa.

—Hola, mamá —saludó Hoseok, implorando atención. Jinna soltó a su hija para abrazarlo —. Cada vez vienes más guapa.

—Si lo que quieres es que te diga "tu también", vas listo.

Hoseok se maldijo y Jimin no pudo aguantar la risa. Jinna se despegó de su hijo enseguida y le dio el turno a Namjoon. Este se arrodilló frente a ella y empezó su discurso.

—Mi amor, mi vida, la musa de mis creaciones, la sangre de mis venas, las...

—Tonterías que dices siempre. —completó ella, y se lanzó a besar a su marido, siendo correspondida al instante. Acabaron entre risas.

—Bueno, me toca a mí, ¿no?

Jinna miró a Jimin y ambos sonrieron al mismo tiempo. Se agachó para abrazarlo con fuerza.

—Me alegra muchísimo verte, Jimin.

—Me han traído obligado...

—No lo dudo, Namjoon es especialista en secuestros.

—Si tuviera piernas para correr, otro gallo cantaría.

Ambos rieron. Los cinco estaban por fin juntos, deseosos de pasar aquellas navidades en familia.

Salieron al parking junto a otro montón de gente que también pretendía ir a su coche. Jimin y Jinna se adelantaron hasta el paso de cebra y se quedaron esperando a los demás, que se habían parado porque Luda se había torcido el tobillo.

Un grito fue lo que todos escucharon antes de que sus vidas cambiasen por completo.

Jimin no sólo lo escuchó, sino que también vio de qué boca provenía, de qué pulmones explotaba.

Alargó su brazo con intención de agarrar el de Jinna y tirar de ella hacia él, pero no llegó. Su brazo era muy corto, y no podía alargarlo más.

Porque era parapléjico, e iba en silla de ruedas.

No pudo salvar a Jinna de aquel empujón que alguien le dio, aquel empujón que la lanzó hacia una muerte segura, hacia un coche que le haría volar por los aires y caer de forma cruel contra el asfalto.

Y lo siguiente que se oyó, antes de que todo el mundo empezara a gritar escandalizado, fue a Hoseok gritando el nombre de su madre.

Pero era inútil, su madre no iba a responderle. Su madre nunca más volvería a decir su nombre, ni el de su hija, ni el de su marido. Ni siquiera el del pesado de Yoongi.

Todo se desvaneció frente a los ojos de Jimin. Su sonrisa cálida y acogedora, su amor por la fotografía, sus recetas, su continuo trabajo duro, sus manos lavando su cuerpo con suma ternura.

Su brazo aún seguía estirado, tratando de alcanzar algo que era imposible de alcanzar ya.

Jimin pudo girar la cabeza a tiempo para ver la cara de la persona que acababa de destrozar toda su vida en cuestión de segundos.

Iba encapuchado, y trataba de pasar desapercibido entre las personas. Parecía como si nadie lo hubiera visto aparte de Jimin. 

Y entonces la vio.
No estuvo seguro de verla realmente, pero la vio de refilón y no le hizo falta más para reconocerla.
Una sonrisa rectangular.

HopeMin ➼ DiscapacidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora