.
La lucha contra la homofobia no puede ir a la deriva y coger un rumbo hacia la superioridad. Antes de empezar siquiera este capítulo ya puedo resumirlo en la frase anterior.
Hace unas semanas, una gran amiga me contó un suceso; presuntamente, una pareja de gays en León (España), estaba montando un jaleo en la calle, hacían ruido y molestaban. Dada esa situación, un vecino del barrio decidió llamar a la policía para que los desalojasen. Hasta ahí ningún problema.
El problema llegó cuando la policía les quiso poner la multa, al grito de '¡homófobos!' los increparon, montando el consiguiente pollo, ya de grandes dimensiones.
Como puedes ver, la lucha contra la homofobia también deja cabos sueltos, este es uno de ellos. La comunidad LGBT no puede escudarse en el heterosexismo para tachar a todos aquellos que, como en este caso, velan por el cumplimiento de las leyes, de homófobos o intolerantes.
Es la lucha contra la homofobia el agente que debe acabar con estas muestras de incoherencia, no convertirse en un arma de doble filo. La lucha LGBT debe acabar con la homofobia, pero tampoco puede ser un instrumento para vehicular otras formas de odio hacia los heterosexuales.
Los y las miembros del grupo LGBT que hemos pasado por situaciones difíciles y que hemos llegado a sufrir el rechazo social somos quienes debemos dirigir esta lucha, para evitar caer en las estupideces que defiende la gente como la pareja de antes y tampoco en la sin razón que supone fomentar el odio hacia el heterosexual.
Y es que ser iguales no implica de ninguna manera ser superiores, tener privilegios o que nos ofrezcan facilidades en nuestra vida. Quizá a más de uno o a más de una le convenga recordar los derechos básicos que persigue la lucha LGBT: el matrimonio igualitario independientemente de la orientación sexual, leyes que permitan a las personas cambiarse de sexo si no se sienten cómodos con su género, acabar con la discriminación por la orientación sexual y/o identidad sexual en las aulas, en los trabajos y en sectores sensibles como el ejército, la política... y no podemos olvidarnos, que, irónicamente son los grandes olvidados por la sociedad: el derecho de las personas LGBT a donar sangre y su derecho a adoptar.
Asíque, recuerda: la lucha contra la homofobia no puede ir a la deriva y coger un rumbo hacia la superioridad
ESTÁS LEYENDO
¿Soy pecado?
Non-FictionReflexiones sobre la homosexualidad, para aprender a responder a preguntas y tópicos que muchos pensamos pero que nos da miedo compartir. Este libro vale para cualquier lector, sea cual sea su sexualidad. Tan sólo no vale para los que no respeten la...